La voluntad política, por tratarse de un abstracto en el fuero interno de los seres humanos, es difícil de medir por sí misma. Sólo queda medir su reflejo en el mundo exterior, sus consecuencias, la forma como se transmite de la convicción a la conducta, la acción o la omisión.
Y una buena manera –no la única- de medir la voluntad política de un Gobierno, es el dinero. En qué se gasta, cuánto se gasta, en qué se ahorra, cuánto se ahorra.
Así, pocas decisiones y pocos documentos dibujan mejor de cuerpo entero a un régimen que su Presupuesto.
Ya en una entrega anterior comenté mi satisfacción porque el Poder Legislativo había propuesto para el 2021 un Presupuesto para sí mismo que es, nominalmente, 50 millones de pesos menor en comparación con el que estamos ejerciendo en 2020. Digo nominalmente, porque si aplicamos en términos reales la inflación, el recorte es un poco mayor.
Ahora, la Secretaría de Finanzas y Planeación envió al Congreso un proyecto de Presupuesto del Estado que refleja una clara voluntad política del gobernador Cuitláhuac García Jiménez de pasar a la historia como un mandatario responsable, consciente del momento crucial en que le tocó gobernar Veracruz y decidido a caminar por la calle, con la frente en alto, el 1 de diciembre de 2024.
Nos toca a las diputadas y los diputados analizar minuciosamente este proyecto de Presupuesto, pero lo que hemos podido ver es revelador.
Me explico: cortar dinero no tiene chiste. Recortar gasto es muy fácil, porque sólo se requiere una calculadora unas hojas de papel y lápiz. Gastar dinero a diestra y siniestra también está fácil: sólo hace falta endeudarse hasta el cuello y comprometer los recursos públicos de los próximos años y décadas.
Lo muy difícil es hacer lo que se propone Sefiplan: limitar el gasto sin empeñar la viabilidad futura de las finanzas del Estado, sin descobijar áreas esenciales, como la salud, la educación y las obras de infraestructura.
Por eso, el presupuesto responsable habla mucho de la voluntad política del gobernador Cuitláhuac García Jiménez y nos transmite el mensaje de tranquilidad, a propios y extraños, de que nuestro Estado se encuentra administrado de manera responsable, sensata, con agenda política, pero no electoral.
En suma: es una muestra más de que la transformación de Veracruz es en serio.