En esta tercera parte de la conversación, Coyo Licatzin habla de la génesis y el proceso de una pieza cuya nueva versión se estrenará el miércoles 25 de noviembre.

 

Llueve sangre en la ciudad

Hace dos años escribí una canción que, personalmente, puedo decir que a nivel musical es la canción más maltrecha que he hecho porque tiene nada más tiene dos acordes y la letra está toda «fumada», pero es una canción que impactó mucho, sobre todo porque el tema del que hablo es bastante fuerte, importante y actual: la violencia hacia la mujer, los feminicidios.
Es una canción que se hizo viral el día que la grabé, parece que fue el 18 de agosto de hace dos años; justamente estaba pasando algo muy terrible allá en el Istmo [de Tehuantepec], estaban desapareciendo muchas mujeres, las encontraban descuartizadas, algunas baleadas; la verdad no entiendo por qué en ese momento creció tanto la violencia hacia las mujeres, por qué hubo tanto auge de esto, pero no hay explicación, simplemente estaba pasando, incluso hubo una especie de toque de queda, no se podía andar de noche en la calle, entonces yo me sentía preocupadísima porque muchas de mis amigas estaban haciendo muchas cosas.
Mi mamá me dijo mejor vete a Xalapa, como si me hubiera salvado al mandarme a vivir sola acá a Xalapa (risas), pero yo siento que era su manera de expresar que le preocupaba, pensaba me puede pasar algo a mí pero por lo menos tú vas a estar bien. Yo también quería decirle que donde quiera que yo esté tengo la rabia y el coraje para sobrevivir, y el amor para acordarme de eso y no desligarme; no porque yo estaba viva y en un contexto menos violento significaba que no me preocupaba por ella o por mi papá o por la gente que había dejado en medio de una crisis tan fuerte. La escribí como en quince o treinta minutos, la subí, ¿cómo explicar que no toco la guitarra?, ¿cómo explicar que me estaba temblando la voz en ese momento, que estaba leyendo la letra?, pero por eso suena tan instantánea en esa grabación.
Me interesaba mucho hablar de eso porque las mujeres de la familia tenemos toda una historia de muchísimo maltrato, mi mamá misma, no están ustedes para saberlo ni yo para contarlo pero ha sido un proceso fuerte para mis papás tener que romper con ciertos estereotipos, cuestiones culturales que están muy marcadas en la relación que hay entre el varón y la mujer.
Ha sido muy largo que ellos puedan sanar y verse como duales, en este momento están muy sanos, yo lo considero así, pero eso acaba de suceder hace unos meses. Yo ya tengo veinte años, mi papá ya tiene sesenta, mi mamá está entrando a los cincuenta y hay toda una historia para que ellos puedan, en este momento, incluso replantearse si hicieron las cosas mal y poder tomar rumbos un poco más sanos para ellos. Que yo pueda estar estudiando ahora y tenga independencia sobre mi música, que tenga voz lo que yo quiero decir, y que me sienta una persona completa, no nada más costó ese proceso de mis papás sino uno antes, el de mi abuela, que quedó paralítica porque le dio un derrame cerebral de tanto que la golpeaban, y antes, el de su mamá. Es toda una historia que a mí se me hace implacable y me parece bien importante no dejarla de lado porque gracias a ella estoy aquí y tengo oportunidad de estudiar y de decir tantas cosas y de aprender tantas cosas.
Para mí fue muy especial que esa canción impactara tanto porque me hizo entender que si yo quería ser música, primero no debería perder esa perspectiva que es importante y que por mucho que se hable de que estamos en una generación diferente, que a veces se aterra, que es tan frágil, que todo nos puede, todo nos duele, una generación «de cristal», pero yo digo que más bien es una capacidad que se está desarrollando para sentir empatía y hay que aprovechar mucho de eso y hay que hacernos responsables como jóvenes de eso porque la historia no nos dejó cosas tan buenas para llegar hasta acá, el planeta tiene tantos problemas a nivel ecológico y nos estamos dando cuenta de muchísimas cosas que yo creo que para generaciones anteriores, sobre todo en los pueblos indígenas como es el mío, eran lógicas hace unos años, por ejemplo, ¿cómo vas a poner el tubo de desagüe de los caños en el río?, no hay lógica en eso pero para nosotros, en la línea del «progreso» sí tenía lógica y ahora estamos viendo que era un error. Siento que hay muchas cosas que están rebotando y que en lugar de quejarnos deberíamos aprovechar la oportunidad que tenemos de darnos cuenta de ciertas cosas que generaciones anteriores no percibieron.
Por eso me agrada que haya tenido ese impacto esta canción, que haya resonado tanto, y a mí me dio mucha fuerza y mucho valor para poder seguir, no desertar de mi carrera en la escuela y, actualmente, también para no desistir de esta idea de que sí puedo proponer algo musicalmente, que puedo hacer algo con mi música. No he perdido la idea de hacer mi escuela pero en este momento estoy muy enfocada en seguir aprendiendo, seguir nutriendo mucho mi música para poder decir algo a través de ella, y ese algo tiene que venir por ahí, que sea una especie de palabra que pueda resonar para no perder la fe de que por muy decaído que se ve el mundo, estamos vivos, vivas y nos toca seguir haciendo cosas y, finalmente, es un regalo darnos cuenta de esas contradicciones.
Hace poco tuve la oportunidad de conocer a Alan [Uscanga] y a Emilio [Domínguez], son muy agradables y fue muy refrescante conocerlos porque están trabajando desde su trinchera en una casa productora [Casa Studio Mx], dándole mucho apoyo a músicos emergentes, rompiendo muchos de los esquemas elitistas que hay dentro del arte como solo dar oportunidad a cierto tipo de música, cierto tipo de contexto; siento que su trabajo es muy importante porque nos están dando voz, nos están dando oportunidad de lograr esto que para los artistas es un sueño: vivir de su música.
Gracias a este encuentro pude grabar más profesionalmente el audio de esta canción, pude mejorarla más. Tuve oportunidad —y estoy tremendamente agradecida— de haberla grabado con dos amigas, compañeras a las que admiro muchísimo, una de ellas es mi mejor amiga, Daianna [de la Luz], es excelente contrabajista, y la otra es Angie Alamillo, una guitarrita también buenísima. Me siento tan honrada y tan feliz de estar trabajando con ellas y de que su música esté compartiéndose conmigo y de que se pueda escuchar su voz instrumental a través de esta canción; también es bien importante para mí saber que ellas también comparten este contexto del que ya hablé y que puedan ponerle un significado a esta canción como el que yo le puse.
La realización del videoclip también fue maravillosa, se va a estrenar el 25 de noviembre. Estoy realmente muy contenta de estos pequeños logros y grandes al mismo tiempo, si me sentía privilegiada por haber quedado en JazzUV, ahora, por estar haciendo esto, me siento una persona tremendamente afortunada y espero poder seguir haciendo esto que me gusta.
Hace dos años la grabé con esa banda de la que te hablé pero no fue tan impactante ni tuvo el alcance que esperábamos, fue una versión bastante bien elaborada, pensamos mucho en el arreglo pero faltaba que todos estuviéramos contextualizados con la esencia de la canción y perfectamente se pudo percibir que estábamos haciendo música pero no estábamos haciendo llegar esa música, yo creo que eso se debió a que en ese momento grabé con puros varones que tenían otras cuestiones en la cabeza, otras perspectivas de lo que querían de la canción y no pudimos hacerla cuajar completamente, estoy muy agradecida porque la live session que se grabó estuvo muy bonita, en ese momento también todos eran hombres, la vibra era fuerte y todos estaban bien dispuestos a colaborar, y salió un trabajo súper hermoso y estoy tremendamente agradecida con ellos, pero siento que esta ocasión que tuvimos la oportunidad de grabarla en el estudio con Alan, con esas dos chicas, es una cosa más íntima, tiene otro significado, tiene otro impacto porque tenemos una cuestión en común: no tenemos que ponernos en el zapato de la otra como sucedió con mis compañeros porque son cosas que hemos vivido o que estamos viviendo o que nuestras personas cercanas están viviendo, entonces creo que está un poco más lograda esta conexión. Creo que el arte es justamente eso, cuando se puede combinar una cuestión súper bien pensada a nivel musical pero también bien conectada a nivel emocional y espiritual, y creo que eso sí se logró en esta ocasión. Aunque pasaron dos años es un tema vigente, lamentablemente vigente y vamos a parar de cantarla hasta que pare la violencia, y si va para largo, pues ahí nos quedamos, de eso se trata.

 

 

PRIMERA PARTE: Soy Istmo, viento y América
SEGUNDA PARTE: El florear de la libertad

 

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