El 25 de noviembre de cada año, se conmemora el día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer, con el objetivo de visibilizar y denunciar la violencia que se ejerce en contra de las mujeres a nivel mundial, contribuyendo de esta manera a que los países diseñen e implementen políticas públicas orientadas a su erradicación.

La adopción de este día internacional se remonta a diciembre de 1999, cuando la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas a través de su resolución A/RES/54/134, adoptó tal fecha con el propósito de sumar esfuerzos y concientizar a la población mundial sobre este grave problema.

De manera extraoficial, los orígenes de la conmemoración se remontan a julio de 1981, año en que se celebró el primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, en Bogotá Colombia, en donde miles de mujeres se reunieron para denunciar diferentes tipos de violencia en razón de género.

Asimismo, propusieron que se estableciera esta fecha como día de la eliminación de la violencia contra la mujer en homenaje a las hermanas Mirabal, tres activistas dominicanas, opositoras a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, quienes fueron asesinadas por el Servicio de Inteligencia Militar dominicano el 25 de noviembre de 1960, razón por la cual su historia y apellido se han convertido en símbolo mundial de la lucha femenina en contra de la violencia.

Naciones Unidas define a este tipo de violencia como todo acto de agresión basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si estas son producidas en la vida pública como en la esfera privada.

Todas las mujeres, en todas las regiones del mundo se encuentran expuestas a sufrir este tipo de violencia, la cual puede ser cometida en el seno familiar, en la comunidad o por el Estado y puede clasificarse en: patrimonial, económica, laboral, institucional, política, psicológica, física, sexual o simbólica, cibernética e incluso, puede llegar a convertirse en violencia feminicida.

De acuerdo con Naciones Unidas, a nivel mundial el 35 por ciento de las mujeres ha experimentado alguna vez violencia física o sexual por parte de una pareja íntima, o violencia sexual perpetrada por una persona distinta de su pareja, datos que no incluyen el acoso, sin embargo, este organismo señala que la proporción puede llegar al 70 por ciento; lamentablemente, menos del 40 por ciento de las mujeres que sufren violencia buscan algún tipo de ayuda.

En el caso de nuestro país se señala que, seis de cada diez personas del género femenino han enfrentado al menos un incidente de violencia, 41.3 por ciento ha sido víctima de violencia sexual, mientras que el 43.9 por ciento ha sufrido agresiones por parte de su pareja; desgraciadamente nueve mujeres son asesinadas diariamente.

Lamentablemente, las estadísticas han aumentado durante la pandemia, toda vez que, la restricción de movimiento y la inseguridad económica han elevado la vulnerabilidad de las mujeres en todo el mundo, acentuando la violencia de género y dejando al descubierto las inequidades existentes.

Los derechos de las mujeres y niñas deben garantizarse en toda circunstancia y en todo lugar, con especial énfasis, en situaciones como la que enfrentamos actualmente derivado de la pandemia por Covid-19; las actitudes machistas deben identificarse como el primer signo de alerta.

La violencia no debe normalizarse, debe denunciarse, tanto los Estados como las instituciones privadas, la academia y la sociedad en general, debemos comprometernos y sumar esfuerzos para lograr prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia que sufren millones de mujeres y niñas diariamente alrededor del mundo.