Salvo en los países más autoritarios o totalitarios, el Estado no es un monolito uniforme y un solo conjunto de aspectos que marchan en la misma vía. Muchas veces queremos ver, en una visión simplificada de la realidad o a falta de conocimiento, al Estado como el gobierno, así en general, como las personas o el conjunto de personas que gobiernan. Identificamos al gobierno y al Estado con el Poder Ejecutivo, o, a lo más, incluyendo al Poder Legislativo y al Poder Judicial. Pero el Estado es eso y mucho, muchísimo más.

El Estado es un conjunto de pesos y contrapesos plasmados en la Constitución y en las leyes, y encarnados por todas las instituciones que aquellas crean. Todas esas instituciones constitucionales se traducen en pesos y contrapesos reales que se manifiestan en todos los ámbitos de la vida pública. Desde luego están los tres poderes, pero también están los organismos autónomos, así como todo el entramado de aspectos que hacen a la rendición de cuentas un aspecto fundamental de un Estado democrático: los informes de los titulares de los poderes, su glosa y las comparecencia de los secretarios de despacho, la Cuenta Pública, la fiscalización de los recursos públicos, las obligaciones de transparencia y de acceso a la información pública, las recomendaciones por violaciones de derechos humanos, entre otros.

En Reino Unido tienen al Shadow Cabinet como un mecanismo de peso y contrapeso para observar, vigilar y controlar al gobierno. En Estados Unidos tienen las poderosas comisiones del Senado y de la Cámara de Representantes. En México tenemos los informes, sus glosas y comparecencias de los titulares de los Ejecutivos y sus secretarios.

Además de la revisión de la Cuenta Pública por parte del Congreso y de la función del Órgano de Fiscalización, el ORFIS, así como del nuevo Sistema Anticorrupción, en Veracruz tenemos las comparecencias como un espacio de rendición de cuentas, de debate y de reflexión, para evaluar el trabajo del Ejecutivo y de la administración pública estatal.

No hay que perder de vista que, aunque tenga sus limitantes y defectos con respecto al formato, los informes, su glosa y las comparecencias son un auténtico mecanismo de rendición de cuentas, a la vista de todos y todas, público y transparente.

Me parece que contamos, en el país y en Veracruz, con instituciones, pesos y contrapesos claros y firmes; para considerar que hay rendición de cuentas públicas, y, por lo tanto, se cumple uno de los aspectos fundamentales de las democracias modernas y de los Estados democráticos, además de contar con elecciones libres, con libertad de expresión, etc.

Sin embargo, me sigue quedando un cierto descontento. En México, y en Veracruz también, tenemos leyes muy buenas, muy bonitas, muy actuales y pertinentes, y muchas de ellas son letra muerta o no se lleva a cabo plenamente lo que se indica en ellas, sus fines, propósitos u objetivos. Por un lado, creo que ello se debe a falta de diseños o planeación, por el otro, a falta de presupuestos y de personal calificado. Sin embargo, me parece que una de las principales razones es que también falta una sociedad civil más fuerte, más exigente, más participativa, y ello implica también una sociedad, ciudadanas y ciudadanos, más informados, preparados, cocientes y educados.

No me refiero a la participación de la sociedad en marchas, manifestaciones o protestas de todo tipo, me refiero a la incidencia, actividad y participación de la sociedad organizada, de organizaciones no gubernamentales, de organizaciones de pensamiento, análisis y evaluación, de parte de la sociedad civil.

Es decir, hay una rendición de cuentas desde el propio Estado, con los diversos mecanismos de pesos y contrapesos existentes constitucional y legalmente, pero hay otra rendición de cuentas desde la sociedad, desde las organizaciones civiles dedicadas al estudio y evaluación, al análisis, planteamiento y propuestas de políticas públicas y problemas públicos, desde la propia sociedad.

Ese tipo de pesos y contrapesos sociales, de rendición de cuentas social, todavía es muy débil en el país, y en Veracruz mucho más débil. Prácticamente no contamos en la entidad con organizaciones de investigación, análisis y evaluación de ese tipo, y ni si quiera la Universidad Veracruzana cumple con ese papel. Los medios de comunicación y los y las periodistas tampoco han sido en nuestro estado un ejemplo de análisis de investigación riguroso ni un contrapeso sólido a la hora de la evaluación de las políticas públicas, del ejercicio del gobierno y las instituciones para llevar a cabo una evaluación y observación crítica de las mismas.

En este campo de la rendición de cuentas falta mucho por avanzar, tanto internamente desde las propias instituciones públicas, como desde la sociedad. Esto es parte fundamental de la madurez democrática del país.