Sales de este muladar (Xalapa) rumbo a la Ciudad de México y llegas a “La Angelópolis”, la capital del estado de Puebla, donde parece que estas en otro país. Desde su entrada con tres accesos, uno, el más recientemente construido, en un segundo piso; llegas al centro y todo está en orden, limpio, obviamente con turismo que disfruta de esa hermosa ciudad donde los trabajadores de servicios turísticos hacen muy bien su chamba, te atienden con esmero y educación ofreciendo, si vas a un restaurante, una cantidad de platillos de la gastronomía poblana cuya fama ha trascendido las fronteras del país. El primer cuadro de la ciudad está cerrado a la circulación, desde hace muchos años, lo que permite a los turistas conocer (caminando en medio de las calles) los edificios más emblemáticos de esa hermosa y limpia ciudad.

Sigues tu camino y llegas a “La Ciudad de los Palacios”, como es conocida también la Ciudad de México, donde aunque la concentración poblacional es inmensa, hay orden, limpieza, grandes avenidas, atractivos turísticos hasta para echar para arriba y bueno, es otra cosa.

Pero ocurre, que desde que haces la primera parada en Puebla, experimentas un sentimiento de envidia, de coraje, de impotencia: ¿cómo es posible que ciudades tan grandes como esas estén tan bien organizadas, de qué depende que la capital del estado de Veracruz, Xalapa conocido hace tiempo como “La Ciudad de las Flores” o “La Atenas Veracruzana”, se encuentre como está, en condiciones deplorables, llena de basura por todas partes; camellones cochinos en los que el piso no se nota por lo crecido de la yerba; sin un proyecto vial funcionando, todos los automovilistas manejando a la defensiva; con una policía que vez de prevenir la comisión de delitos levanta jóvenes, los lleva al cuartel de San José donde los asesinan a golpes; con un elevado índice de feminicidios el cual se confirma todos los días con bestiales crímenes que no son investigados; con calles y avenidas llenas de hoyancos, intransitables; una contaminación visual como jamás habíamos tenido; con ciudadanos que obstruyen el centro porque salen a protestar enarbolando argumentos válidos para hacerlo toda vez que la autoridad municipal no existe, es ineficiente, no le interesa que la capital del Estado luzca como antes?… bien.

Y el colmo, en la avenida Adolfo Ruiz Cortínez, trabajadores municipales o de una empresa privada, “trabajando” en la construcción de una “ciclovía” producto del capricho de la persona más cercana al alcalde Hipólito Rodríguez Herrero, el profesor chilango que dijo tener un proyecto único para transformar a Xalapa en una gran ciudad y solo alcanzó a tratar de imponer, como sello de su “administración” un lema que dice “Xalapa Florece” (la marihuana en su casa), el cual suena como burla para quienes somos originarios de aquí y que nos tocó vivir las épocas gloriosas de esta ciudad, cuando el gobierno, municipio y Universidad Veracruzana, se coordinaban para hacer de la capital punto de referencia para la realización de actividades artísticas del más alto nivel, y hoy está convertida en nido de delincuentes, en refugio de migrantes centroamericanos, en centro de distribución de droga y en una especie de ranchito donde funciona el mayor número de changaros informales en los que se venden desde fritangas, pasando por la industria del celular hasta lo que se quiera consumir dependiendo de la adicción. Patético lo que nos pasa por culpa de un inepto.