Continúa diciendo que, ahora que consulta él a altos mandos del Ejército mexicano «recuerdan hoy ese discurso, y entienden que la detención por agentes de la DEA del exsecretario de la Defensa representa una crisis mayor, y también un golpe devastador para la moral de una tropa que lleva más de una década enfrascada en ‘una lucha que nadie quería librar y que ha sido sostenida por lealtad”.
También señala que en los cinco días que han pasado desde la detención de Cienfuegos, “la cúpula militar ha transitado del estupor, a la consternación, al dolor, a la extrañeza”, ya que para ellos el general representaba un modelo a seguir.
Y entonces cita a una de las fuentes militares quien le comentó: “en una estructura tan vertical, los malos pasos se huelen, se sienten. Los operativos implican movilización de gente, de armas, de dinero, de recursos. Todo eso implica mucha gente y entraña para el que los ordena responsabilidades legales y administrativas que no pueden ocultarse”.
De Mauleón preguntó entonces –de acuerdo con su texto– qué tan verosímil suena, para la cúpula militar, la acusación de la DEA, y transcribe la respuesta que recibió: «No tenemos información. Hasta que no haya algo más, le damos a Cienfuegos el beneficio de la duda”.
Entonces, en un texto llamado “Caso Cienfuegos: consternación en la cúpula militar”, De Mauleón arranca con el caso de José Heriberto Rojas Lemus, detenido en Ojinaga, Chihuahua, junto a presuntos miembros del grupo criminal La Línea, el brazo armado del Cártel de Juárez. Estos hechos ocurridos a mediados de 2008, cuando Felipe Calderón estaba en la presidencia.
A Rojas Lemus que no tenía ni 20 años y los otros detenidos, algunas mujeres, fueron llevados a una instalación militar –según continúa el periodista– donde al joven los torturaron con prácticas que iban desde empaparlo y darle toques en los testículos, a fin de que diera información sobre el asesinato de un soldado llamado Isauro Pérez. Rojas Lemus no sobrevivió a la tortura. Los militares le prendieron fuego al cuerpo para desaparecerlo.
La denuncia llegó ese mismo año a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), por lo que Secretaría de la Defensa tuvo que realizar una investigación. Primero lo negaron todo. Pero después se comprobó que militares de esa zona “habían realizado sistemáticamente, entre 2008 y 2009 detenciones arbitrarias, cateos ilegales, torturas, asesinatos y violaciones a las leyes de inhumación”, señala el escritor en El Universal.
Además –continúa– el excomandante de la guarnición militar de Ojinaga, el general de brigada Manuel de Jesús Moreno Aviña, señalado como quien dio la orden de que Rojas Lemus fuera desaparecido, fue acusado también de robar los inmuebles que su equipo cateaba, por lo que abril de 2016 lo sentenciaron a la pena más alta que en todo el país haya recibido algún militar de su rango: 52 años de cárcel, más 10 por los robos.
Los altos mandos, de acuerdo con De Mauleón, consideran este caso como una de las grandes traiciones a la institución.
Y aquí es donde trae a relucir la disculpa pública que el entonces líder de la Sedena, Salvador Cienfuegos, ofreció al pueblo mexicano por los actos de tortura que dos militares habían cometido en contra una mujer en Ajuchitán del Progreso, Guerrero, en febrero de 2015.
El periodista cita al general: “quienes actúan como delincuentes, no solo incumplen la ley, sino que no son dignos de pertenecer a las fuerzas armadas”, y agrega que se trata de un discurso considerado histórico entre los generales.
«El general secretario dijo que los malos integrantes del Ejército ‘empañan la actuación honorable de miles de mujeres y hombres’: ‘el esfuerzo aportado por alrededor de 50 mil compañeros, todos los días, en todo el país, hasta en los rincones más apartados, en las sierras, costas, en áreas urbanas y rurales altamente conflictivas”, recuerda también Héctor De Mauleón.
Continúa diciendo que, ahora que consulta él a altos mandos del Ejército mexicano «recuerdan hoy ese discurso, y entienden que la detención por agentes de la DEA del exsecretario de la Defensa representa una crisis mayor, y también un golpe devastador para la moral de una tropa que lleva más de una década enfrascada en ‘una lucha que nadie quería librar y que ha sido sostenida por lealtad”.
También señala que en los cinco días que han pasado desde la detención de Cienfuegos, “la cúpula militar ha transitado del estupor, a la consternación, al dolor, a la extrañeza”, ya que para ellos el general representaba un modelo a seguir.
Y entonces cita a una de las fuentes militares quien le comentó: “en una estructura tan vertical, los malos pasos se huelen, se sienten. Los operativos implican movilización de gente, de armas, de dinero, de recursos. Todo eso implica mucha gente y entraña para el que los ordena responsabilidades legales y administrativas que no pueden ocultarse”.
De Mauleón preguntó entonces –de acuerdo con su texto– qué tan verosímil suena, para la cúpula militar, la acusación de la DEA, y transcribe la respuesta que recibió: «No tenemos información. Hasta que no haya algo más, le damos a Cienfuegos el beneficio de la duda”.