Buscan crear conciencia entre la población que vive en los alrededores de la presa Madín y del Sistema Cutzamala.
Obtuvieron financiamiento al participar en la convocatoria Ciencia de Frontera de Conacyt.
Entre las tres instituciones abordarán aspectos de educación ambiental, evaluación de riesgo y ecotecnias.
23/10/2020, Xalapa, Ver.- Investigadores de la Universidad Veracruzana (UV), del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) desarrollan un proyecto de educación ambiental que busca crear conciencia entre la población que habita en los alrededores de la presa Madín y las siete que integran el Sistema Cutzamala, para revertir la contaminación predominante en esos embalses de agua.
Este trabajo será financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), a través de la convocatoria Ciencia de Frontera, a la cual el equipo de científicos accedió y resultó favorecido.
“Evaluación de riesgo toxicológico asociado a contaminantes en el agua de presas de almacenamiento del Sistema Cutzamala y la zona Metropolitana del Valle de México, casos Villa Victoria y Madín. Problemas y soluciones, un problema integral”, es el tema de este proyecto planeado para los próximos tres años.
Tanto la UV, el IPN y la UAEM colaboran coordinadamente en este proyecto en tres diferentes vertientes: educación ambiental, evaluación de riesgo y ecotecnias, respectivamente.
Marcela Galar Martínez, quien dirige el Laboratorio de Toxicología Acuática de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, del IPN, dio a conocer que esta institución ha trabajado –desde hace alrededor de 20 años– en la evaluación del riesgo ecotoxicológico de contaminantes en la presa Madín.
Es decir, se han encargado de evaluar el daño a material genético, estrés oxidativo y varios biomarcadores que han demostrado las afectaciones a los hidrobiontes (organismos que viven en el agua), debido a la contaminación de las presas.
“Hemos visto que en los organismos acuáticos produce daño al material genético y daños embrionarios, y es de suponer que si este daño sucede en los hidrobiontes, probablemente se podrían presentar algunos efectos en los humanos, aunque no puede asegurarse nada de esto.”
Ante esta situación, decidieron hacer algo al respecto, no sólo en la limpieza de esos embalses, sino también para educar a la población con tal de que exijan a las autoridades su limpieza y se responsabilicen como ciudadanos.
La investigadora comentó que durante este tiempo, poco se había hecho o logrado en la parte de educación ambiental y en la propuesta de soluciones.
“El proyecto es muy importante pues integra, por un lado, la cuestión de evaluar el riesgo, no sólo en la presa Madín, sino en las de almacenamiento del Sistema Cutzamala, que es uno de los más importantes del país en términos de cantidad de personas que se abastecen de agua, además de la parte de riesgo toxicológico para proponer soluciones en dos áreas importantes.”
Precisamente, consideró como una propuesta de solución el desarrollo de ecotecnias para la eliminación de los contaminantes, y la educación ambiental.
Por tanto, en la búsqueda de alguien que los guiara al respecto, encontraron el respaldo de Evodia Silva Rivera, investigadora del Centro de Investigaciones Tropicales (Citro) de la UV. De esta forma, inició la colaboración IPN–UV en lo que respecta a educación ambiental.
“Podemos evaluar el riesgo ecotoxicológico, proponer ecotecnias, pero si las personas no están sensibilizadas, educadas sobre la importancia del cuerpo de agua de donde se surten, creo que poco podemos hacer.
”Creo que esta nueva relación ayudará en el logro de los objetivos”, expresó Marcela Galar y agregó que dentro de estos cuerpos de agua se han encontrado metales como: aluminio, plomo, mercurio, pero también, contaminantes emergentes tipo fármacos, residuos de diclofenaco, naproxeno, metformina y glibenclamida.
Subrayó que dicho proyecto es muy integral, les permite trabajar con colegas de otras universidades y fortalecer lazos, pues es la única manera de llegar a buen término en la investigación.
Asimismo, mencionó la participación de toxicólogos, biólogos, ingenieros ambientales, economistas ambientales, así como integrantes de la Comisión de Cuenca de la Presa Madín.
Agregó que Conacyt ya había respaldado dos proyectos anteriores relacionados con la evaluación del impacto de contaminantes ambientales en especies acuáticas, pero no se había diseñado un protocolo ambicioso y de tan largo alcance.
Por esta razón, además de confiar en la consolidación del equipo de investigación, esperan que dicho trabajo no se limite a las presas anteriormente citadas, sino generar un plan de restauración de cuerpos de agua.
“Queremos ver cristalizado el trabajo en estas presas, ver implementadas las ecotecnias, verlas más limpias, más restauradas y que la población esté más sensibilizada, de otra manera no se logra ningún cambio.”
Evodia Silva Rivera se mostró orgullosa de contribuir con esta causa, sobre todo si se considera que el 23.7 por ciento del agua potable generada en estas presas surte a la Ciudad de México.
“Es un sitio prioritario del cual la gente y los ciudadanos no tenemos conciencia, ni de los niveles de toxicidad hallados en estos sitios que viajan a través de los diferentes sistemas de cuencas.”
Expuso la posibilidad de crecer y contribuir a través de la organización ciudadana, a documentar de una manera más organizada y sistematizada actividades de investigación social que permitan generar acciones específicas de educación ambiental.
Lo anterior, con el fin de propiciar prácticas y comportamientos conscientes, y la implementación de estrategias ecotecnológicas en ambas cuencas.
Puntualizó que los procesos de educación son de largo plazo, pues requiere contemplarse la manera de pensar de las personas para después tomar acciones que contribuyan a mejorar el entorno. “Primero habrá de conocer quiénes son y establecer relación directa con las organizaciones de base que ahí se encuentran”.
En este sentido, se planea el apoyo de estudiantes de posgrado, principalmente de jóvenes de comunidades aledañas que tengan el compromiso inherente de contribuir a mejorar las condiciones en el propio sitio en que viven y han crecido.
Para la investigadora, es la primera vez que participa en un proyecto a gran escala, por lo que reconoció el compromiso social de este equipo de trabajo por su persistencia, insistencia e interés de trascender su actividad.