A menudo se habla de los medios, y cuando se aclara de comunicación mucha gente entiende de qué se trata, pero otro porcentaje muy importante no. Un medio de comunicación debiera ser un instrumento al servicio de la sociedad fundado por un empresario, con visión periodística, quien a cambio de servir a la gente obtiene ganancias económicas. Hasta antes de que se conocieran las redes sociales, hace unos veinte años todavía, los medios de comunicación eran impresos o se trasmitía información en radio y televisión. Estos puentes entre la sociedad y el gobierno, o entre la sociedad y las organizaciones políticas, gremiales, religiosas, y de toda índole, se sostenían de la publicidad comercial, es decir de los anuncios que los dueños de los grandes comercios pagaban por promocionar sus empresas. El gobierno era para esos medios un cliente más, no el de mayor importancia. Los medios tenían incluso vendedores de publicidad, personas que pasaban el día visitando comercios donde ofrecían el servicio de publicidad, tarifa en mano, para los negocios: la publicidad genera ventas, era uno de tantos lemas de que se servían.

Pero llegaron las redes sociales, los medios se mudaron a ellas y la publicidad comercial dejó de ser la principal fuente de ingresos de los medios de comunicación. Siguen siendo pero en un porcentaje menor. Hoy esos medios, que es muy fácil fundar porque no requieren inversión de nada, antes eran maquinaria y personal, ofrecen a cualquier postor sus líneas editoriales, que ni saben que es eso, y se entregan a quien les pague una lana a cambio de subir a sus plataformas lo que sea, pueden asegurar que un multiasesino es un alma de Dios cumpliendo un encargo divino, y les vale que esa mentira nadie la consuma, lo importante es que les paguen. Lo lamentable de todo esto, de la putrefacción en que ha caído el oficio del comunicador, es que no faltan (políticos importantes) quienes sin saber del tema generalizan y tratan con el mismo rasero a todos, profesionales y charlatanes, periodistas y textoservidores, profesionales de la comunicación y amanuenses (como le llamaba el maestro  Pepe Miranda) comunicadores y extorsionadores. Los falsos periodistas se multiplicaron como los búlgaros, el problema (en Veracruz) es que se coludieron con los morenos que llegaron al poder y, como hablan el mismo idioma, hoy están de acuerdo, haciendo negocios al amparo de la profesión del periodista, menospreciando a los profesionales porque “fueron aliados del pasado” según ellos, con tal de obtener dinero al amparo de la 4T.