Para no variar, entre sábado y domingo siguieron los asesinatos, cercenados, feminicidios, desapariciones y balaceras. En Rodríguez Clara hubo una que le costó la vida al empresario piñero Moisés Gasperín. En Cazones, sujetos armados despojaron a un ganadero de su camioneta y secuestraron a la mujer que lo acompañaba. En la zona de las Altas Montañas ejecutaron a una persona. En la autopista Veracruz-Cardel encontraron a un hombre asesinado y con huellas de tortura.

En Nanchital ejecutaron a un sujeto y lo mismo ocurrió en Coatzacoalcos, mientras que en Papantla fue encontrado un desmembrado. En Vega de Alatorre fue reportada la desaparición de una joven madre y su hija de nueve meses. Y en San Juan Evangelista ocurrió el enésimo feminicidio.

La entidad no avanza ni un paso en seguridad, por el contrario, sigue para atrás ante la palpable ineptitud de las autoridades.

¿Y el gobernador? No pues cuando no anda chapeando anda sembrando arbolitos.

“Veracruz se consolida como punta de lanza en la preservación del medio ambiente, aseguró el gobernador del estado, Cuitláhuac García Jiménez, al encabezar las jornadas de reforestación estatal del programa denominado Plantando el Futuro, cuyas primeras acciones contribuirán a la remediación de las faldas del Cofre de Perote”, dice un párrafo del boletín gubernamental sobre las actividades del mandatario estatal este sábado.

Pero a ver. Veracruz es uno de los estados más atrasados en el cuidado al medio ambiente, por lo que de ninguna manera lo preserva y mucho menos es punta de lanza en ese renglón. Lo que hizo Cuitláhuac fue ir a respirar aire puro, lejos de las broncas de una entidad donde en los últimos ocho meses han asesinado a 64 mujeres y hay más de 80 mil desempleados.

Sesenta y cuatro mujeres asesinadas son muchas. Estamos hablando de ocho asesinatos al mes o dos cada semana en promedio. La indefensión en la que se encuentran las mujeres veracruzanas es un crimen por omisión del gobierno estatal, un crimen que Cuitláhuac ha soslayado de manera imperdonable.

Los más de 80 mil desempleados son una tragedia de enormes proporciones. Si tomamos en cuenta que estos desempleados eran los que llevaban el sustento a sus hogares, estamos hablando de 400 mil personas que se quedaron sin ese sustento.

Pero esto a Cuitláhuac García ni le va ni le viene. Y tan no le va que no existe un programa emergente de empleos. Y tan no le viene que el número de desempleados crece todos los días.

Cuitláhuac no ha entendido que su obligación como gobernador es arreglar el tiradero que dejaron sus antecesores y no seguirles echando la culpa, porque ya cansa con ese sonsonete.

No ha entendido que lo que necesita Veracruz es un gobernador con el temple bien puesto para hacer frente a la delincuencia y con alma de empresario para crear más fuentes de trabajo que impulsen la economía, no un jardinero.

Cuitláhuac García no quiere ver que gobierna (es un decir) un estado que se está convirtiendo en una olla de presión donde se cocinan el descontento, la frustración, la impotencia y la furia mal contenidas. Y si no soluciona cuando antes los problemas de inseguridad y desempleo ese potaje le va a explotar en la cara con todo y olla.

Pero o no entiende o no quiere entender.

Su inoperancia es tan grande y su sentido de responsabilidad tan pequeño, que mejor se evade y busca un terreno qué chapear o se va al Cofre de Perote a sembrar arbolitos. Cuando lo que en realidad está sembrando son tormentas y lo único que cosechará serán tempestades. Tempestades muy violentas.

bernardogup@nullhotmail.com