«En memoria de Álvaro Belin»

En la actualidad escuchamos con más frecuencia hablar de los periodistas. Y cada vez se hace más difícil saber quién es mejor que el resto, o quien si es y quien no, en esa polémica he llegado a la conclusión de que el mejor es el que más lectores tiene, y si a eso agregamos la calidad intelectual de los mismos el mérito es mayor, es decir, si se trata de personas con preparación de universitarios para arriba o autodidactas cultos que buscan el trabajo de un comunicador con quien coincidir, el mérito es mayor.

Creo que es el caso de Álvaro Belin Andrade, con quien tuvimos la fortuna de compartir el espacio de trabajo desde que lo conocí en el diario “El Sol Veracruzano”, hace más de treinta años, ese importante medio impreso bajo la dirección del literato y periodista misanteco Sergio González Levet, donde fungía como Jefe de Redacción otro grande como es Miguel Molina Chacón, y en el que el equipo de reporteros lo integraban: Isaelda González Conde, Martha Meza Sánchez (QEPD), Álvaro Belín Andrade, Rafael Pérez Cárdenas, considerado como un “niño genio” lo que pude confirmar, Saúl Contreras Beltrán, Andrés Landa Espinoza y como corresponsal estrella en el puerto de Veracruz, Fany Yepez.

Difícil tarea la nuestra de llegar a fungir en este equipo de jóvenes impetuosos pero muy profesionales comunicadores, como Jefe de Información.

Venía de otro gran equipo de periodistas profesionales, no tan joven como el anterior, que comandaba el inolvidable maestro Gregorio Navarrete Cruz (QEPD), y en el que estaban José Valencia Sánchez, Wilfrido García Ortiz (otro niño genio), Melesio Carrillo Tejeda y Anaximandro Sánchez García, quienes desde la corresponsalía de EL DICTAMEN pusimos en jaque al poderoso “Diario de Xalapa.”

Pero convivir con gente tan joven y tan talentosa, con tanta hambre de triunfo como los compañeros de “El Sol Veracruzano”, me contagió de su entusiasmo y arrancamos una época del periodismo en Xalapa que nunca se volvió a repetir.

Todos los reporteros  de “El Sol Veracruzano” que aquí arriba les menciono sabían escribir, bien, con el rigor ortográfico y de prosa que se debe exigir (ahora ya cualquier pendejo es escritor) para exhibir un trabajo periodístico con toda confianza. Álvaro Belin era el más quisquilloso para entregar sus originales y ponerlos a consideración nuestra y luego del riguroso jefe de redacción, un Miguel Molina, dotado de la capacidad de los grandes literatos, de esos que al ver un original ponen la vista, siempre, sobre el único error que tiene el escrito. ¡A ver cabroncito!, decía, cómo está esto, y a corregir…. Confieso con orgullo que les aprendí mucho.

La vida privada, fuera del periódico, era más divertida, Andrés Lanada nos invitaba a compartir sus intercambios de menciones en las páginas de sociales, bajo su cargo, por hamburguesas de Búfalos, ahí nuestro metabolismo recién estrenado se daba vuelo engullendo cuando menos una de las grandes, con refrescos de cola y una charla de amigos que nunca con nadie volví a tener: sana, de extraordinarias ocurrencias, muy ingeniosas, pero sobre todo fraternales, nadie se faltaba al respeto mas allá de la broma.

Creo que todos los aquí mencionados añoramos esos tiempos, de competencia profesional con otros medios en el plano meramente profesional, de tratar de destacar por nuestras capacidades, de tratar de ser mejores leyendo y aprendiendo de nuestros maestros que eran ejemplos, de practicar un periodismo honesto, limpio… Que tiempos.

Fueron, repito, más de treinta años de coincidir con Álvaro Belin, primero como compañeros de trabajo, luego cuando fue jefe de prensa del Congreso Local y, su mejor momento en el medio oficial, en la Dirección de Comunicación Social de la UV.

Yo aprendí que para saber mandar hay que saber hacer lo que mandas. Mi amigo Belin sabía, en cada cargo que ocupó, hacer bien lo que mandaba, eso le dio autoridad.

Es cuestión de revisar en las redes la cantidad de comentarios que su repentina muerte suscitó para darnos cuenta de la influencia periodística que tenía a través de su leída “Hora Libre”, columna que fundó estando en “El Sol Veracruzano.”

Y si, como decíamos en un principio, la calidad de un periodista se ve en función de sus lectores… se nos acaba de ir el mejor. Descansa en Paz hermano, ojalá donde ahora estas haya muchos libros en los que puedas satisfacer tu apetito por la lectura. Dejas un espacio que nadie podrá llenar porque el periodismo de hoy, salvo contadas excepciones, carece del rigor que tu imprimías a tus trabajos.

A nombre de Belin, gracias a todos

Yo se que Belin lo hubiera hecho, era hombre bien nacido y de nobleza. Me refiero a agradecer las atenciones que tuvieron con su familia y con sus seres queridos, quienes acudieron de inmediato en su ayuda cuando se enteraron de su repentina partida. Gracias al gobernador Cuitláhuac García Jiménez; al Coordinador de Comunicación Social, Iván Luna y a su cercana colaboradora, la colega Fany Yepez; al Secretario de Finanzas, José Luis Lima Franco; al de Educación, maestro Zenyazen Escobar; al diputado Héctor Yunes Landa; a la directora del IPE, Daniela Griego Ceballos; a la Fiscal General del Estado, Verónica Hernández Giadans; al Coordinador General de Comunicación Social del Congreso local, Aldo Valerio Zamudio, y a todos los compañeros periodistas que han externado su solidaridad con la familia Belin en momentos tan difíciles como los que están viviendo.

Bricio Rincón, otro más que se nos fue

Los buenos se van le comentaba a  un amigo la noche del fatídico jueves 10 cuando nos informaron del deceso (otro) del doctor Bricio Rincón Aguilar, un cardiólogo internista originario de Martínez de la Torre, quien se sumó a los héroes del sector salud que han sucumbido a los daños que provoca la pandemia del coronavirus, en cumplimiento de su compromiso social. Bricio se mantuvo intubado luchando por su vida unos cuarenta días, en coma inducido, y como buen gladiador estaba en periodo de recuperación cuando su corazón no pudo más, lo volvieron a sedar, pero no resistió esta segunda embestida del Covid-19 y Dios se lo llevó, dejando en la orfandad médica a decenas de martinenses y personas que lo consultaban cuando se enfermaban.

Altruista como pocos, nos tocó verlo dar la consulta y la medicina a personas humildes sin recursos, únicamente por curarlos. Hacía muchos años, cuando menos 25, que me controlaba la hipertensión y me dispensaba su amistad. Fue hombre de izquierda, pero real, cuando participó y ganó la presidencia municipal de Martínez de la Torre, lo hizo bajo las siglas de la alianza de partidos PRD, Movimiento Ciudadano y PT. Hay una foto que publicó NOTIVER de cuando ganó esa elección, está el presidente Andrés Manuel López Obrador levantándole la mano en un templete, ante miles de martinenses que le dieron su voto.

Con López Obrador mantuvo una cercana amistad, lo apoyó promoviendo el voto de sus pacientes y cientos de conocidos, en las tres campañas que realizó AMLO en busca de la presidencia. En esta última el doctor Rincón me confesó que había mandado a imprimir volantes que repartiría un día antes de la elección, recordando a sus amigos y conocidos que tenían que votar por López Obrador para presidente, si querían que el país cambiara. Yo le dije, oiga doctor pero es un delito electoral: “no importa Manuel, lo importante es que gane” y en Martínez AMLO obtuvo una abundante votación.

La partida de Álvaro Belin y la de Bricio Rincón, son de los misterios de Dios que los mortales no entendemos… se van los buenos.

REFLEXIÓN

Como dice otro gran amigo, el periodista y analista político Rafael Pérez Cárdenas: “hay partidas de amigos que se llevan un poco de nosotros”.