El 13 de agosto, el Presidente López Obrador anunció con singular optimismo que México –en colaboración con Argentina- produciría la prometedora vacuna contra el coronavirus que actualmente desarrollan la Universidad de Oxford en alianza con el laboratorio AstraZeneca y que se encuentra en la tercera etapa de su fase de pruebas.
Sin embargo, el gozo por la vacuna “mexicana” anunciada por el Presidente se fue al pozo. Ayer se dio a conocer que los estudios de la fase 3 de la vacuna fueron suspendidos debido a una sospecha de reacción adversa grave en un voluntario en el Reino Unido. Los medios internacionales refirieron que «uno de los participantes sufre una enfermedad potencialmente inexplicable», según reconoció el vocero de la compañía.
Hasta ahora no se ha confirmado quien tomó la decisión de suspender las pruebas –pudo ser la empresa o alguna agencia reguladora- ni cuando se reanudarían. De hecho, tampoco está claro qué tipo de enfermedad desarrolló el paciente y tampoco en qué momento se presentó este caso.
Lo cierto es que el anuncio hecho por AstraZeneca es un duro golpe para las expectativas mundiales, ya que se trata de la vacuna que tiene el mayor avance entre el más de un centenar de proyectos que están en marcha en todo el mundo. La postergación de su desarrollo y producción desalienta las expectativas que había para la recuperación económica mundial, y por supuesto, en nuestro país.
Ayer mismo, el secretario de Hacienda Arturo Herrera presentó ante el Congreso el paquete económico 2021, cuyas metas económicas están completamente atadas a que se logre la vacuna. Sin la pústula, el gobierno no tendrá ninguna posibilidad de alcanzar su meta de crecimiento del 4.6% para el próximo año, con lo que apenas lograría recuperar la mitad de lo que se ha perdido desde el inicio de la pandemia.
Por supuesto que en la suspensión del desarrollo de la vacuna para verificar los protocolos de seguridad, el gobierno de México no tiene absolutamente ninguna responsabilidad. Acaso de trata de uno de los países que colaboran en el proyecto que se verán más afectados si el calendario previsto se aplaza.
La realidad es que el gobierno de México hizo una caravana con vacuna ajena, ya que no participa en su investigación y desarrollo, y tampoco en el financiamiento para producir millones de dosis. Lo anunciado ayer en el Reino Unido lo confirma. Esa es la razón por la que el gobierno mexicano no hizo ningún anuncio al conocerse ayer el comunicado de la empresa AstraZeneca y la Universidad de Oxford.
Sin embargo, quedó en evidencia lo que el Presidente ocultó deliberadamente: fue una negociación entre empresarios que involucró a la Universidad británica, al laboratorio AstraZeneca y a la Fundación del mexicano Carlos Slim; que los gobiernos no tuvieron ninguna intervención, salvo en los procesos de regulación sanitaria establecidos en cada país; y que el estudio de la vacuna aún se encuentra en fase 3, por lo que sus resultados finales se esperan hasta finales de año, a riesgo de que pudiera no aprobarse por parte de las autoridades sanitarias. Esto último representa el riesgo mayor en este momento.
Por desgracia, no será un camino fácil. El desarrollo de cualquier vacuna puede tardar en promedio 10 años, pero la demanda y crisis que esta pandemia está generando, ha permitido el desarrollo de por lo menos 160 proyectos. La vacuna que se eventualmente se produciría en México –esperemos que la suspensión no cambie los planes-, es uno de los tres proyectos más avanzados a nivel mundial y se buscará producir entre 150 y 250 millones de dosis con el dinero de las empresas, no de los gobiernos.
Lo verdaderamente grave es que llegamos a más de 640 mil contagios y 68 mil muertes oficiales en medio de la incertidumbre, sin una estrategia sanitaria clara, con una economía colapsada y con decisiones de gobierno contradictorias como parte de sus disputas políticas con los gobiernos locales. De hecho, en este momento, México es el país con más muertes de personal médico en todo el mundo, por encima de Estados Unidos, Brasil y la India.
Y mientras AstraZeneca y la Universidad de Oxford suspendieron las pruebas de fase 3, el gobierno ruso anunció ha puesto en circulación el primer lote de Sputnit V, una de sus vacunas contra el coronavirus, y se prevé que en los próximos días comience a ser suministrada al interior del país. La OMS y varios países del mundo han sugerido que la vacuna rusa no realizó precisamente las pruebas de la fase tres.
Por supuesto que todos deseamos tener lo más pronto posible una vacuna contra el coronavirus que sea eficaz y segura, al alcance de toda la población. De lo contrario, las muertes serán muchas más y la crisis mucho más profunda.
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