La peor masacre que se registró en Veracruz durante las administraciones del ex gobernador Javier Duarte de Ochoa y del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa fue la de los 35 cadáveres –23 hombres y 12 mujeres– arrojados sobre el bulevar “Adolfo Ruiz Cortines” de Boca del Río en septiembre de 2011, un día antes de que se celebrara casualmente ahí, en ese corredor comercial, la reunión de la Conferencia Nacional de Procuradores de Justicia.

Este suceso sorprendió a los funcionarios duartistas que no alcanzaban a comprender cómo fue que los criminales, que se autonombraron “Mata Zetas”,  a bordo de dos camionetas colmadas de cadáveres atravesaron el puerto de Veracruz y lograron burlar aún a plena luz del día el cerco militar que resguardaba la zona del hotel y el salón de convenciones donde a la mañana siguiente se realizaría el encuentro de la entonces titular de la PGR, Marisela Morales, y los 32 procuradores estatales del país.

Aunque nunca se atrevieron a decirlo públicamente, algunos colaboradores de Duarte de Ochoa no tenían la menor duda de que los ejecutores habrían contado con la complicidad de los mandos militares. Inclusive les llamó la atención que la mayoría de los cadáveres, aparte de  presentar el tiro de gracia, estaban maniatados con cintillos de plástico que regularmente usaban los elementos de la Marina.

Esta referencia viene a colación porque acaba de hacerse público que durante el régimen del ex presidente Calderón había grupos de militares que realizaban ejecuciones extrajudiciales por presuntas órdenes de los altos mandos.

El pasado viernes, el columnista del diario La Jornada, Julio Hernández, retomó el proceso penal que se le sigue a Alejandro Rodas Cobón, un mayor de infantería del Ejército Mexicano que el próximo 13 de septiembre cumplirá 11 años de estar recluido en la sección de procesados de la prisión militar 5, en Mazatlán, Sinaloa.

El autor de la columna Astillero precisa que Rodas Cobón “no ha sido sentenciado ni avanza su juicio, acusado de crímenes cometidos cuando formaba parte de un Pelotón de la Muerte, integrado por 220 militares que tenían como consigna exterminar a presuntos criminales en el contexto de la guerra contra el narcotráfico ordenada por Felipe Calderón Hinojosa (https://bit.ly/2EorJc5).”

Esta historia fue difundida inicialmente por el reportero Óscar Balderas, del portal Emeequis, a quien el abogado defensor de Rodas Cobón le hizo llegar un escrito en el que el mayor aseguró que a partir de la guerra calderonista se instauró una política generalizada desde arriba. “El propio secretario Guillermo Galván Galván reunía a los mandos de regiones y zonas militares y giraba instrucciones precisas: hay que abatir a los miembros del narcotráfico (https://bit.ly/3b2ArZj).”

Según dicho escrito entregado al periodista, Rodas Cobón aseguró que “siempre se nos hizo hincapié en que esto tenía el visto bueno del presidente. Él encabezaba la cadena de mando. Fue una política perversa. A Felipe Calderón no le importó el sacrificio de vidas con tal de conservar el poder. Para mí, ha sido el más nefasto de todos los mandos supremos que yo recuerde.”

El mayor y 219 militares más formaban parte de la tercera Compañía de Infantería No Encuadrada (CINE), conocida como el Pelotón de la Muerte que, afirmó, “se encargaba de secuestrar, torturar o asesinar a personas que fuesen señaladas como probables partícipes de actividades de narcotráfico o crimen organizado. A veces, bastaba una delación de rivales o, incluso, de algún vecino molesto. A la mayoría de las personas se les incineraba después de largas torturas. Se usaba gasolina como materia prima del trabajo”.

Según detalló, en el contexto de la Operación Conjunta Chihuahua, el llamado Pelotón de la Muerte del que él formó parte, tenía su sede en Ojinaga y actuaba bajo el mando del general Felipe de Jesús Espitia Hernández, quien también era el comandante de la quinta Zona Militar de esa entidad fronteriza. Por comentarios de oficiales que actuaban en Ciudad Juárez en aquellos años, dijo que “se sabía que este general torturaba personalmente y desaparecía a integrantes del crimen organizado en Ciudad Juárez. Eso se permitía”.

Rodas Cobón relató que su detención se derivó precisamente de un incidente ocurrido en Ojinaga entre militares y policías municipales, el cual terminó con un arma apuntando a la cabeza de quien en ese entonces era presidente municipal: César Carrasco Baeza, primo del entonces gobernador priista José Reyes Baeza, quien habría amenazado con denunciar la existencia del mencionado pelotón ejecutor si no había castigo por el incidente señalado.

Sobra decir que la implicación del ex presidente Calderón en estas presuntas ejecuciones extrajudiciales que el mayor ha denunciado, es mucho más grave que los señalamientos que le ha hecho el ex director de Petróleos Mexicanos, Emilio Lozoya Austin, por los supuestos sobornos millonarios que el ex mandatario panista habría recibido del consorcio brasileño Odebrecht para que Pemex favoreciera con gas subsidiado a su planta Etileno XXI construida durante su sexenio en Coatzacoalcos.

Además, como también refiere el columnista de La Jornada, sobre este Pelotón de la Muerte existen otras relevantes investigaciones periodísticas como, por ejemplo, “Cadena de mando”, un reportaje realizado con el apoyo de la Beca Mike O’Connor, del International Center for Journalists (ICFJ) y de la Iniciativa para el Periodismo de Investigación en las Américas (https://bit.ly/3gCcF7s), además del libro titulado “La tropa; por qué mata un soldado”, de Pablo Ferri y Daniela Rea, una periodista originaria de Irapuato, Guanajuato, pero egresada de la Facultad de Ciencias y Técnicas de Comunicación de la Universidad Veracruzana.