La sierra Norte de Puebla históricamente ha sido cohabitada por diversos grupos étnicos: nahuas, totonacas, tepehuas y otomíes. Su riqueza abarca paisajes, ecosistemas, cultura y tradiciones originarias, así como arqueología –se han identificado alrededor de dos mil 500 sitios–, de ello compartieron Omar Ruiz Gordillo y Eduardo Merlo Juárez, investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Se trató de la XIV sesión del Webinario Internacional de Arqueología (WIA), organizado por la Universidad Veracruzana (UV), a través del cuerpo académico (CA) Arqueología del Paisaje y Cosmovisión, cuyo título fue “Arqueología y etnografía de la sierra Norte de Puebla”.
Omar Ruiz, también catedrático de la UV, habló del sitio arqueológico Yohualichan –“Su casa de la noche”, en español–, ubicado en el municipio de Cuetzalan del Progreso: sus basamentos piramidales, terrazas, juego de pelota, nichos, grecas, alfardas, escalinatas, entre otros elementos arquitectónicos.
Explicó que con Yohualichan se tiene la misma discusión que con el sitio arqueológico El Tajín, sobre qué grupo étnico la construyó, incluso fue una pregunta planteada desde el público.
“El Tajín no sabemos quién lo construyó, por eso decimos ‘la cultura de El Tajín’. Nos veríamos mal si decimos ‘la cultura de Yohualichan’; tienen una vinculación tremenda, en cuanto a elementos arquitectónicos, pero me atrevo a pensar que no materiales. Sin embargo, sí parece Yohualichan corresponder a esta expansión de El Tajín, parte de, es uno de los sitios privilegiados”.
Reiteró que no se sabe quiénes construyeron el sitio, sólo se tiene certeza de cuándo se empezó a ocupar y cuándo fue abandonado. “Consideramos que fueron los totonacos quienes construyeron”, añadió.
En su intervención, Eduardo Merlo, catedrático en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, entre otras del país y de Estados Unidos, expuso: “La sierra Norte de Puebla es un enclave importantísimo en la historia de la cultura de Mesoamérica. La parte que abarca está íntimamente ligada a la zona de Veracruz, de Hidalgo y la parte del Altiplano central donde éste termina. De hecho, tenemos una cantidad de sitios arqueológicos impresionante”.
Citó que en sus recorridos ha identificado más de dos mil 500 sitios arqueológicos, aunque no se han realizado trabajos de excavación en ninguno de los casos. Es más, sostuvo que la sierra Norte de Puebla está íntimamente ligada al norte del Altiplano central.
“No me extraña que la gran ciudad, la gran metrópolis de Teotihuacán, tenía presencia de las culturas de esta región. Muchos no se atreven a decir que mayoritariamente Teotihuacán haya sido totonaca, huasteca u otomí, pero yo creo que buena parte de su población venía de acá y muchas de las características y conformaciones que tiene la ciudad vienen de toda esta región.”
También citó, con base en información de códices, los movimientos de conquista de grupos nahuas en esa sierra, de ahí que actualmente se hable, mayoritariamente, tal lengua.
Dejó en claro la labor que queda para las venideras generaciones abocadas a la arqueología, pues es vasta la investigación pendiente allá: ¿dónde está el Huauchinango prehispánico?, ¿dónde está Tlatlauquitepec verdadero?, así mencionó varios sitios, pues no se tienen ubicados a la fecha. Aclaró que se sabe de ellos por medio de la etnohistoria y etnología.
Ambos ponentes también hablaron minuciosamente del “paraíso” que es tal sierra, con sus barrancas, cañadas, cascadas, grutas, cavernas, cuevas y manantiales; sus caminos de arriería, que incluso datan de la época prehispánica; la infinidad de manifestaciones culturales, tradiciones y riqueza culinaria, entre otros elementos característicos, como la roca madre a flor del suelo.
Este conversatorio estuvo moderado por la organizadora del WIA, la directora general de la Universidad Veracruzana Intercultural, Lourdes Budar Jiménez.
Para escuchar esta edición completa y las anteriores, puede consultar su página en Facebook: WIA.UV.
UV/Karina de la Paz Reyes