“Identificación y clasificación de las representaciones de murciélagos en el acervo arqueológico del Museo de Antropología de Xalapa (MAX)”, es el título del trabajo práctico científico que presentó Camila Coccia Escudero para obtener el grado de Licenciada en Arqueología por la Universidad Veracruzana (UV).
El acto protocolario se desarrolló el 23 de julio en la modalidad virtual, por ello fue posible que lo atestiguaran sus familiares, cuyas residencias están en el extranjero –en países como Colombia e Italia–; también amistades de Puebla y Oaxaca, así como de varios municipios de la entidad.
Fue presidido por la directora general de la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI), Lourdes Budar Jiménez, en calidad de directora del trabajo recepcional. Asimismo, por Gibránn Becerra Álvarez y María Antonia Aguilar Pérez, quienes fungieron como asesores de la investigación. Esta última es directora de la Facultad de Antropología, a la cual está adscrito el programa educativo de Arqueología, y además fue la tutora de Coccia Escudero durante su trayectoria escolar. También participó la secretaria de esta entidad, Ayulia Starenka Güemes Báez.
El trabajo de Camila Coccia fue aprobado por unanimidad y mereció calificación de 10. En él, como su nombre lo indica, está contenido un catálogo que “reúne representaciones de murciélagos hechas por las sociedades mesoamericanas que habitaron la costa del Golfo mexicano”.
La arqueóloga identificó 62 representaciones en el acervo del MAX; explicó que con base en las descripciones de las piezas el catálogo está dividido en dos grandes grupos: las representaciones naturalistas (de las cuales hay 37) y las antropozoomorfas. A su vez, ambos se subdividen en los objetos donde fueron representados, tal es el caso de vasijas, figurillas o silbatos.
Cada ficha que conforma el citado catálogo contiene información específica sobre la pieza de la que da cuenta: tipo de objeto, representación, técnica de manufactura, técnica decorativa, estado de conservación, dimensiones, entre otros.
“Como habitantes de las cuevas, los murciélagos se relacionaron con el espacio que existe debajo del estrato terrestre: el inframundo, siendo precisamente las cuevas el lugar de acceso”, se lee en su documento.
Camila se dio a la tarea de indagar tal representación no sólo en el acervo del MAX –en alrededor de 12 mil piezas de éste–, sino en el área mesoamericana en general, y más aún, se involucró en su clasificación biológica: especies, variedades y características específicas.
“La cabeza es la parte del cuerpo del murciélago que más se representó en las piezas de la costa del Golfo; tanto en las naturalistas como en las antropozoomorfas, todas las piezas del catálogo cuentan con la cabeza del animal”, expone en su documento escrito y también lo destacó en su exposición.
De las 62 piezas que Camila identificó, 52 cuentan con contexto de procedencia y el resto están descontextualizadas. Asimismo, las 52 “provienen de sitios arqueológicos ubicados en el centro y centro-sur de Veracruz, y la gran mayoría se ubican en el periodo clásico”.
En ese sentido, también sostiene que “la forma en que se representó al murciélago en la costa del Golfo fue influida por la cultura zapoteca, porque existen algunas similitudes entre las representaciones de ambas sociedades”.
De acuerdo con su investigación, “las piezas que representan murciélagos encontradas en Veracruz datan desde el periodo clásico hasta el posclásico, no contamos con ningún ejemplar para el preclásico que cuente con características parecidas a las de un murciélago. En el límite entre Veracruz y Oaxaca, en la actualidad, se encuentra el municipio de Tierra Blanca. Allí hay tres sitios, dos de los cuales (Nopiloa y Dicha Tuerta) han proporcionado la mayor cantidad de piezas que representan murciélagos”.
Para Camila, el colocar al murciélago en la reflexión que desde la arqueología se hace sobre el pensamiento mesoamericano es un asunto con largo camino por delante; asimismo, el de muchos otros animales.
“La importancia que se le dio al murciélago revela que la cosmovisión de los pueblos mesoamericanos fue igual de variada que la biodiversidad que los rodeó. Al observar las particularidades que se les atribuyeron a las representaciones del murciélago, se puede entender el grado de observación y entendimiento que tuvieron estos pueblos al darse cuenta de la variedad de especies que integran lo que hoy consideramos como el orden de los quirópteros”.
Ella sostiene que tal entendimiento fue religioso y también algo equiparable a lo que hoy se denomina conocimiento científico, de acuerdo a la catalogación de los animales por sus características y hábitos. Ésta quizá no sea de tipo biológica, aclaró, pero sí “del conocimiento y de la realidad como ellos la concebían”.
UV/Karina de la Paz Reyes