Ciudad de México.- El confinamiento de las familias por casi cinco meses, provocado por la pandemia de Covid-19, provoca alteraciones emocionales y conductuales en los adolescentes, que viven un cambio total de su vida.
Emanuel Sarmiento, director general del Hospital Psiquiátrico Infantil Juan M. Navarro, reconoció que las medidas sanitarias puestas en marcha para prevenir los contagios, además del cambio total de sus rutinas, han desencadenado desajustes en los adolescentes, pasándoles una factura muy elevada.
Expresó que en este tiempo, este sector de la población dejó de acudir a las escuelas y de salir por las tardes o los fines de semana, a parques, cines o plazas comerciales, para socializar con familiares, amigos y parejas.
“No es para menos que después de cuatro meses empiecen a generar una serie de problemas emocionales o conductuales, que probablemente se vayan incrementando con el paso del tiempo”.
Explicó que alteraciones emocionales como miedo, irritabilidad, enojo, ansiedad o tristeza, son completamente normales en la persona y en los jóvenes, siempre y cuando no sean intensas ni prolongadas ni provoquen una disfunción familiar.
“Los adolescentes tras cuatro meses encerrados empiezan a presentar conductas que alteran el equilibrio de la familia y el equilibrio individual, y empezamos a ver en casa episodios de desobediencia, discusiones con padres o hermanos, conductas oposicionistas y desafiantes, se vuelven retadores, hacen berrinches y pasan mayor tiempo frente a las pantallas”.
Además los principales trastornos que sufren los jóvenes en este momento y que se relacionan con el estrés, son: estrés agudo, estrés postraumático, de adaptación y duelo, así como de consumo de sustancias, como drogas, tabaco, alcohol, sedantes o estimulantes, “y en estos casos no debemos de perder tiempo y se debe recurrir a los especialistas”.
¿Cómo podemos ayudar?
El especialista recomendó hablar con los adolescentes sobre estos problemas y reconocer que también como adulto se atraviesa por las mismas alteraciones emocionales, darles seguridad y escucharlos pausadamente y sin alterar la voz y sin buscar confrontación.
“Hay que incitarlos a hablar de esto y que expresen sus emociones como las sientan, no nos van a decir sus emociones o nosotros no los dejamos hablar o los estamos corrigiendo y como las están experimentando nos las deben de decir”.
Si la situación se vuelve agresiva y violenta, se debe ignorar esa conducta y no prestarle atención, “no ir a regañar ni disculpar, dejemos que se extinga esa conducta y después de un tiempo, y expresar frases como: me da mucho gusto que hayas podido tranquilizar y ahora podemos hablar”.
Expresó que se viven tiempos difíciles y lo más indicado es evitar el castigo como medida de control de los adolescentes, “a lo mejor es lo que frecuentemente hacemos, pero ahora no es el momento”.
Por último señaló que a los adolescentes se les debe dejar en claro que es válido expresar cómo se sienten, pero que está prohibido gritar, insultar, romper objetos o lastimarse, “eso lo debemos dejar bien claro”.
AVC
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