El Gabinete, fue el texto seleccionado por el Equipo CompoNENTES para participar como finalista en el Segundo Mundial de Escritura.
Elisa Baima, tiene 24 años de edad y vive en Las Petacas, un pequeño pueblo dentro de la provincia de Santa Fe en Argentina. Es estudiante avanzada de Comunicación Social, trabajó durante años como periodista y fotógrafa, ahora inicia estudios en la carrera de abogacía. “Siempre amé leer y escribir, desde muy pequeña me inculcaron ambas actividades, en mi infancia fueron los “Festiniño” mis libros favoritos, luego pasé por todas las historias de una reconocida editorial juvenil argentina, hasta llegar a mi pasión por las novelas de John Katzenbach, los escritos académicos de Michel Foucault y algún que otro libro reconocido dentro del estudio de la comunicación. Llegué al Mundial de Escritura en marzo, cuando se hizo la primera edición, me encantó la dinámica y sin dudarlo me inscribí nuevamente para la segunda.”
El Gabinete
La sala estaba semi vacía, sinceramente no lo podía creer. La mejor película de terror de la historia cumplía cien años, algo único para nuestra generación. Creo que la falta de interés de mis amigas debió ser una señal al respecto, todas dijeron “¡No!, que embole una película de 1920, mejor tomamos una birra cuando salgas del cine”. Debo buscar nuevas amistades con gustos similares.
Llegué al cine municipal sola, me busqué un balde de pochoclos salados y subí esas largas escaleras, normalmente se encontraban repletas de personas pero ese día estaban vacías, solo se escuchaba la pochoclera funcionar y algunos empleados debatiendo sobre lo aburridas que les resultaban las películas “viejas”. Entré a la sala con la expectativa de ver al menos unas cien personas, solo éramos quince, la cantidad mínima para poder proyectar una película. Noté que alguien me saludaba, era mi profe de cultura.
—Imaginé que vendrías, te guardé un lugar pensando que iba a venir mucha gente, claramente me equivoqué—hizo una pausa para ver que tenía en mis manos— ¿los pochoclos son salados no? Yo compré dulces.
Me largué a reír y ocupé la butaca contigua.
La película estaba por comenzar cuando una persona se acercó y nos entregó una revista de un medio local a cada uno, era una edición especial por la ocasión, un trabajo de redacción e ilustración maravilloso. En ese momento me pregunté cuántas tenían impresas y que harían con las que sobraron, las luces se apagaron y olvidé por completo lo que estaba pensando. Durante los primeros minutos pasaron las recomendaciones normales del cine, silenciar teléfonos, no hablar, mantener la sala limpia, además de algunas publicidades de comercios de la ciudad. La pantalla se apagó, los colores desaparecieron. No podía creer que estaba viendo mi filme favorito en un cine.
El Doctor Caligari llegó, la sombras, el maquillaje, las expresiones, la escenografía, todo era maravilloso, igual que hace cien años, pero ese día parecían aún mejor. Mis ojos no llegaban a apreciar todo, lo había visto antes, pero esto era nuevo, se me había erizado la piel, me emocionaba estar allí, era un día histórico, al menos para mí. Estaban tan concentrada por lo que pasaba en la película que me olvidé del resto del mundo, solo me interesaba ver al Dr. Caligari y a Cesare.
Algo que siempre amé de esta película es su fiel reflejo del dolor, horror y locura de aquella Alemania de 1920, una crítica al autoritarismo político, social, militar, y me atrevo a decir que psicológico también, de la época. Hoy ya no vemos esta clase de filmes, todos son pochocleros, con argumentos vagos, alguna sobresale por ser ganadora de los premios Óscar, pero ninguna como El Gabinete del Dr. Caligari, sinceramente ni Psicosis logra superarla.
Cada homicidio me parecía nuevo, cada gesto o movimiento me sorprendía, creo que no pestañeé durante los casi 75 minutos que duró la película. Perdí la noción del tiempo, ya no sabía si estaba en el 26 de febrero de 2020 o en qué día o año, no quería que termine, no quería irme.
—Julia, vamos, ya prendieron las luces, dale que te venís con el grupo de debate a comer unas pizzas—el profe me sacó de ese trance en el que estaba, sin dudas el Dr. Caligari logró hipnotizarme una vez más—los vas a adorar, dale, arriba.
Me levanté de golpe y seguí al famoso grupo a la pizzería que estaba a unas cuadras, todos caminamos en silencio, la charla se guardaba para la reunión. Esa noche habían puesto algunas mesitas afuera del bar, había una banda de jazz que coronó la noche cultural, la mejor combinación sin dudas, debate cinematográfico, pizzas y jazz.
—Antes de iniciar el debate démosle una cálida bienvenida a Julia—el profe hizo una pausa para dar lugar a los aplausos—pero como todos sabemos, hay un reto de iniciación.
Suspenso
—Todo aquel que quiera sumarse al grupo de debate debe nombrar sus 10 mejores películas previas al 2000, en sólo 15 segundos.
Tomé aire
—El gabinete del Dr. Caligari, A la hora señalada, La patrulla infernal, Heredarás el viento, Roma città aperta, El ciudadano Kane, 2001: odisea del espacio, Las alas del deseo, Cinema paradiso, El club de los cinco. Sé que van a decir que no nombré Pulp Fiction, es que me parece una mierda.
Algunos aplaudieron mi elección, otros se quejaron sobre mi comentario sobre Pulp Fiction, en fin, minutos después estábamos debatiendo sobre la película de la noche, las pizzas volaron, las cervezas no paraban de llegar. Sin dudas no iba a faltar a la próxima reunión.