Se han rebasado los 370 días desde que el Presidente López Obrador se comprometió a entregar sus exámenes de salud; fue un 23 de julio del 2019 cuando comentó que lo haría, durante una conferencia mañanera, de acuerdo a datos de Spin-Taller de Comunicación Política, comandado por Luis Estrada.

Si bien es cierto no es obligatorio, el estado de salud del mandatario es de interés público, pues conduce los destinos de la nación. Y aunque nos ha acostumbrado a las continuas falsas afirmaciones cuando usa el micrófono, el que pase más de un año sin cumplir esa promesa, da pie a las especulaciones.

En los últimos meses hemos visto a un Presidente con sobrepeso, asunto que cobra mayor relevancia cuando uno de los factores de riesgo ante el Covid es justamente la obesidad. Aunado a ello, el Subsecretario López-Gattel ha insistido en que esta condición ha aumentado las muertes por coronavirus en el país.

De acuerdo a fuentes en Palacio Nacional, el tabasqueño no está ocupado en el incremento de su peso, de hecho, cuando sus amigos cercanos o médicos se lo mencionan, suele bromear con ello, diciendo “que tiene vida suficiente para terminar su mandato, dejar un sucesor e irse por mucho tiempo a ‘La Chingada’, su rancho”.

“Lanza una mega carcajada, igualita a las que saca en sus conferencias mañaneras, o de plano, si le insisten mucho con el tema, se molesta y dice que mientras no se sienta mal, no tiene por qué tomar medidas al respecto”, me comenta una persona que trata todos los días con el Presidente.

El pasado 30 de abril compartí algunos detalles del reporte médico que AMLO no ha deseado comentar, mismos que me fueron confiados por personal cercano a él. Aquí los reproduzco nuevamente:

“El reporte médico no dado a conocer de AMLO detalla que su presión debe ser monitoreada constantemente, además de chequeos periódicos tanto de su corazón como de la columna, donde también presenta dolencias. Le recomiendan por un lado no enfadarse, (pues le dispara la presión), y por otro, evitar los viajes largos”.

Lo preocupante es que a finales de abril no mostraba todavía el incremento en su peso que hoy, casi tres meses después, es notorio. No esperemos que decida bajar unos kilos por su bienestar cuando continúa negándose a usar cubrebocas, a pesar de la tendencia mundial a hacerlo.

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