Hay una luz al final del túnel. Si las cosas mantienen la misma velocidad, la comunidad internacional podría tener una vacuna eficaz contra el coronavirus antes de que concluya el año. Ahora la lucha será entre países ricos y pobres –incluso entre los estratos sociales de cada nación- para ver quien se salva primero.
Este lunes, cuando el país está por alcanzar los 40 mil muertos –el equivalente a la décima parte de la población de Xalapa-, se dio la noticia de que la Universidad de Oxford y la farmacéutica AstraZéneca habrían desarrollado una vacuna eficaz en contra del Covid19, misma que ya ha sido probada en pacientes confirmando que es segura y genera inmunidad al virus.
Según medios de todo el mundo, la vacuna que desarrolla la Universidad británica levantó enorme expectación al mostrarse segura y capaz de provocar una respuesta inmune en la fase de pruebas. Los ensayos con más de mil personas mostraron que la vacuna los llevó a producir anticuerpos y las llamadas “células T” que pueden combatir el coronavirus, es decir, no sólo ataca al virus sino que también genera inmunidad.
Pero no es la única. Ayer mismo, las dosis de la vacuna creada por el laboratorio chino Sinovac llegaron a la ciudad brasileña de Sao Paulo, donde está previsto que a partir de hoy comiencen a ser aplicadas durante los próximos tres meses a 9 mil voluntarios -aunque algunos sólo van a recibir placebo-, todos ellos trabajadores de la área de la salud.
Estas son las dos vacunas que tienen el mayor avance entre más de 100 proyectos que se desarrollan en todo el mundo. Esto quiere decir que hoy la carrera mundial no es militar, económica ni por el espacio, sino por alcanzar la vacuna contra el Covid19. El conflicto será como hacerlo llegar a cientos de millones de personas y establecer las prioridades.
En junio pasado, los principales países del mundo celebraron una cumbre mundial sobre vacunas organizada por el gobierno británico –el país con el tercer número de muertes por la pandemia-, cuyo propósito era recaudar miles de millones de dólares para inmunizar a los niños de países en vías de desarrollo mientras los expertos debatían sobre cómo distribuir a nivel mundial y de una manera justa, cualquier posible vacuna contra el coronavirus. La respuesta será la misma: primero los ricos.
Los expertos temen que la crisis económica por la pandemia, por la cual todos los países ya claman por la vacuna, pueda hacer que los esfuerzos para una distribución equitativa sean extremadamente desordenados. Los países más ricos han anunciado que tienen disponibles miles de millones de dólares para adquirir la vacuna, por lo que aunque se decida otorgarla de manera gratuita a países pobres, estos tendrían que esperar.
Puesto en perspectiva. Es posible que si llegara un millón de vacunas a Veracruz –donde somos 7 millones de habitantes-, se tendría que establecer criterios siempre injustos: primero del personal médico, los adultos mayores y los niños, pero ¿los de ciudades o comunidades rurales? No alcanzaría la vacuna para esta población, acaso para una pequeña parte. ¿Y el resto de los niños y adultos? ¿Qué pasará con la población adulta que sí tiene los medios para pagar la vacuna?
Lo mismo pasará en el mundo. Eso ya lo vivimos al inicio de la pandemia cuando se desató una lucha sin cuartel por mascarillas y respiradores en todo el mundo. Nunca hubo una distribución social sino que se impusieron quienes tenían dinero para pagarlo. Basta recordar que Francia se apoderó de las reservas de mascarillas del país para que fueran entregadas a socorristas y otras personas, mientras que Estados Unidos aparentemente pagó a transportistas para desviar los respiradores a su territorio; la cooperación global para cuando esté disponible la vacuna parece una utopía.
Serán los países ricos los que acaparen las primeras vacunas y será con los miles de millones que paguen con lo que se podrá financiar a futuro una vacuna universal para países y grupos de población más pobres. En todo caso, se prevé que la prioridad será para los trabajadores de salud de todo el mundo, con el propósito de que mantengan la atención médica a los pacientes.
Si bien las Naciones Unidas y el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja han pedido que se desarrolle una vacuna “del pueblo” para tratar el coronavirus y que esté al alcance de todos de manera gratuita, lo cierto es que la única posibilidad de que eso pase es que no sean dos sino varias las vacunas que sirvan para combatir al coronavirus. Así como la bomba nuclear es privilegio de unos cuantos, así lo será la vacuna.
En el caso de México se espera una reacción eficiente del gobierno mexicano para garantizar el abasto del mayor número de dosis posible. Sin embargo, a la luz de la desorganización en la atención médica de la pandemia, es posible que los criterios de aplicación generen mayor polarización y conflicto. Veremos que tan cierto es eso de que primero los pobres.
Las del estribo…
- ¿Y el Gobernador? Desde que se hizo público el contagio por Covid19 del Secretario de Gobierno, Eric Cisneros, parece que se apanicó más de uno; salvo una fotografía que parece de archivo, el mandatario estatal no ha realizado actividad pública alguna y tampoco ha informado si se ha hecho el test para descartar el contagio, luego de que mantuvo cercanía física con su colaborador. No han entendido que el vacío de información también se llena con intrigas.
- Que López Obrador diga que no sabe sobre la supuesta renuncia de su Secretario de Transportes, Javier Jiménez Espriú, no es más que otro acto de cinismo. En su gobierno no se mueve la hoja de un árbol sin su autorización. Es evidente que muchos en su gabinete ya no toleran ser simples macetas frente a recortes y la parálisis burocrática. El edén se ha convertido en infierno.