Por supuesto que el gobierno no es responsable de la pandemia que azota al mundo. En tal sentido, tampoco le es atribuible la crisis sanitaria y económica que sufren hoy todas las economías de nuestra aldea global. Pero en lo que sí tiene responsabilidad es la dimensión de ambas tragedias, enfrascado en minimizarlas para ocultar su parálisis e incompetencia.

Nadie en este momento quiere que el gobierno fracase: su fracaso representa la muerte de miles de personas, el cierre de cientos de empresas y comercios, y en consecuencia, el empobrecimiento generalizado de la población. Desear que le vaya mal a López Obrador –o al Gobernador del Estado- con el Covid19 es tanto como desear que un familiar muera o que un amigo muy cercano pierda su trabajo o su negocio. Todos queremos que se hagan las cosas bien para salvar la vida y el patrimonio.

Ojalá y gracias a las decisiones del Presidente, el número de muertos se contara en decenas y la crisis económica sólo fuera un trago amargo que pudiéremos superar en pocos meses. Sin embargo, vivimos una situación alarmante: la pandemia está completamente fuera de control –llevamos dos días consecutivos rompiendo récords de contagios mientras los hospitales ya están al tope de capacidad- e ignorantes de las condiciones económicas, podríamos ser de los países más afectados por el Covid, algo de lo que no podríamos reponernos en muchos años, como ayer lo ha dicho el Banco de México.

Hacer ver los hechos no es desear el fracaso del Presidente. Ese llegará solo de la mano de la tragedia. Las últimas decisiones –incluidas aquéllas de dejar sin computadoras- nos muestran que el gobierno está desfondado, que se le agotaron los recursos y que con el cierre de empresas y la pérdida de empleos tampoco habrá de donde recaudar. El endeudamiento será inevitable, como inevitable será claudicar en la terquedad de construir Dos Bocas, el Tren Maya y Santa Lucía.

Eso sin considerar que el confinamiento y los estragos de la pandemia podrían extenderse hasta el próximo año, como lo han anunciado las propias autoridades de salud. Hasta hoy, cuatro meses después del inicio del confinamiento, el Presidente no ha salido a hablarle a los mexicanos sobre lo que hace su gobierno. Las consecuencias de su incredulidad y falta de planeación la padecemos todos.

En efecto, los muertos se cuentan por miles. La Secretaría de Salud informó ayer que en nuestro país suman 33 mil 526 muertes por Covid 19, -730 más que este miércoles-. Y a 38 días de la nueva normalidad por la pandemia, México registra 282 mil 283 casos confirmados acumulados, siete mil 280 más que un día antes cuando también se había roto el récord de contagios con 6 mil 995 casos, es decir, más de 14 mil casos nuevos en sólo dos días.

El fin de semana pasado México superó a Francia como quinto lugar mundial en el número de fallecimientos, a pesar de que el propio doctor López-Gatell reconoce que se trata de su subregistro -sólo contabiliza oficialmente las muertes por coronavirus que fueron confirmadas con pruebas de laboratorio-, por lo que el número real de muertos podría ser del triple.

Las autoridades han aceptado que sus cifras oficiales solo reflejan las víctimas diagnosticadas con un test de la enfermedad. Por lo tanto, reconocen que por fuera se quedan todas las que fallecieron sin habérseles hecho la prueba. Al igual que muchos países, se da en el caso de las personas que mueren mientras son llevadas al hospital o en su propia casa. Los muertos de cada día sólo son un espejismo.

Y si los muertos no se ven, los estragos económicos tampoco, al menos no en su justa dimensión. Contrario al inexplicable optimismo del Presidente López Obrador, la epidemia no ha quedado atrás y tampoco saldremos de la crisis como él asegura. Los datos que obran en su poder muestran que el fin de su gobierno podría haber llegado desde mucho antes de lo que esperaba.

Con una caída de más del 10% del PIB y luego de dos años de gobierno, el país tendría que crecer a un ritmo del 3 por ciento anual para dejarlo al final del sexenio en el punto en que lo encontró. El Banco de México señaló este jueves que existe un «severo deterioro» de la economía mexicana por la pandemia al hacer pública la explicación de su último recorte en la tasa de interés.

En mayo dejaron de tener ingresos 12 millones de personas, habrá 4.3 millones más de jóvenes que no estudian ni trabajan –será imposible becarlos a todos-, 12.2 millones de miembros de la clase media caerán en pobreza, y para fines de 2020 habrá cerca de 95 millones de personas en pobreza, y más carencia alimentaria. Y esos son los escenarios optimistas.

Nadie quiere que le vaya mal al gobierno, pero al parecer, al gobierno poco le importa que nos esté yendo tan mal.

Las del estribo…

  1. Y el culebrón telenovelero del Tribunal Superior de Justicia no para. Ayer hicieron circular afuera de las oficinas cientos de panfletos para denunciar las relaciones entre la Magistrada Presidenta y la ex Secretaria de Trabajo, en el que se han visto envueltos amigos y familiares, además del tráfico de influencias para aplicar la justicia en forma de venganza. Los rumores de un cambio en la Presidencia arrecian.
  2. Pues resulta que los penales del estado sí estaban infestados de Covid debido a la negligencia de las autoridades penitenciarias. Hasta hoy se cuentan 15 fallecimientos, cientos de reos en aislamiento por la enfermedad y muchos otros ya fueron trasladados en estado crítico a los hospitales. Otra vez, muertes que no tendrán castigo a pesar de que todos conocen a los responsables.