Jesús Silva Herzog Márquez, quien ha desarrollado una prosa analítica con buenos resultados en otras ocasiones, en su reciente artículo en El País (2 de julio 2020: La ceguera de López Obrador) cae estrepitosamente en los lugares comunes que se enfilan para criticar al Presidente de México.
El que El país se erija en tribuna de los desairados por el régimen indica bien la naturaleza de su oposición internacional al gobierno que para la mayoría de los mexicanos nos resulta el adecuado, a la mayoría de los votantes.
Todo el texto de Márquez no aporta ningún análisis, ninguna descripción, son adjetivos, uno tras otro. El problema de los fifís es que están ofendidos y eso que Silva Herzog considera la ceguera de López Obrador es una metáfora de la obsesión que él representa: es tal el enojo de los intelectuales orgánicos (recordemos que es parte del grupo Nexos) que no les queda sino la floristería de sus palabras, no aptas para un ciudadano mínimamente pensante, lector más o menos adiestrado en las noticias y análisis de la prensa y la Red.
Vean si no el catálogo de categorías y conceptos del “analista”: López Obrador es un embelesado (por los símbolos y el desprecio), solo le interesa el púlpito, no la palanca; fundador de un partido a su servicio; aleccionador no transformador; fascinado por el pasado, olvidadizo del presente; obvio para la política; ciego a la realidad; megalómano; entonador sacerdotal; , carece de interlocutores y vínculos cercanos a la realidad; su equipo son maniquíes (les cuelga la ropa a su antojo); caprichoso que solo obedece a su instinto; desoye las críticas; desecha los consejos; admirador y propagandista de Trump; obstinado, inflexible, obsesionado; desecha la racionalidad y la evidencia; miope; pernicioso, cruel, estrangulador; devoto seguidor de Tatcher; presidente capuchino; sin defensores independientes; acosador de las instituciones, hostigador de instituciones electorales; propietario de las instituciones; degradador, poeta del insulto (Zaid). Impulsor de una guerra contra el entendimiento, falsificador del conflicto.
Y así…El “ensayista” no aporta un solo argumento que sostengan sus epítetos. No da ningún “dato”. ¿Cómo puede sostener un mexicano que el Presidente de nuestro país es propagandista del enemigo principal del mundo? ¿Dónde están sus datos que demuestren que López Obrador es Tatcherista? Si Silva Herzog quisiera argumentar cada uno de sus adjetivos seguramente escribiría la biblia del conservadurismo que más daño a hecho a México en la historia, desde Miramón y Mejía a Victoriano Huerta.
El texto del analista no se sostiene en una mesa de redacción que se respete. Un informador que no da ninguna información, autor de un libelo. Técnicamente, doctor, periodísticamente, tu texto es lamentable.
Realmente la ceguera que dice el intelectual que sufre López Obrador es una palabra espejo que manifiesta cuán dolidos están los conservadores, los fifís que están desnudos de cualquier racionalidad no obstante tienen sus títulos académicos (todos son doctores no?) y sus libros circulando profusamente. Los de Letras Libres y Nexos están perdidos, al menos en México, por eso los usan las tribunas internacionales para atacar a quien por suerte los mexicanos tenemos por primera vez desde el general Cárdenas: un estadista.