El Presidente López Obrador parece estar bastante nervioso de lo que pueda ocurrir en la elección intermedia de 2021, en el que no sólo se renovará la Cámara de Diputados sino también 15 gubernaturas, 30 congresos locales y 2 mil ayuntamientos en todo el país. La elección más grande de la historia llegará en medio de un gobierno en crisis y una sociedad polarizada.

Conforme se acerca la elección, el Presidente se muestra cada vez más intransigente e intolerante. Ayer nuevamente arremetió en contra del Instituto Nacional Electoral, institución a la que acusó de ser creada “durante los gobiernos neoliberales para la simulación” y advirtió que estará ventilando la estructura de todos ellos para la gente vea cuánto le cuestan al pueblo aunque “no sirvieran para nada”.

Pero no sólo eso, también amenazó con convertirse en «guardián» de las elecciones, para garantizar que se respete el voto de los ciudadanos, con lo que pretende ser organismo electoral, tribunal, partido político y candidato “luchón” a la vez.

«Vamos a estar pendientes para que no haya fraude electoral, me voy a convertir en guardián para que se respete la libertad de los ciudadanos para elegir libremente a sus autoridades», dijo este lunes durante su rueda de prensa mañanera.

El anuncio del Presidente llega en un momento de crisis para su gobierno y su partido. Su popularidad está en el punto más bajo de su administración (46.1%), Morena tiene un Presidente interino y una ex Presidenta acusada de malversación de recursos por millones de pesos; y los gobernadores morenistas son un lastre, como en el caso de Veracruz, según el dicho de Ricardo Monreal.

Eso sin contar la crisis sanitaria que este domingo ubicó a México como el país con el mayor número de fallecimientos en el mundo y segundo en el número de contagios; una economía que decrecerá un 10 por ciento, según datos del propio Banco de México, y la amenaza de los cárteles del crimen organizado de desatar una guerra por la complacencia de las autoridades a favor de algunos de ellos.

El Presidente pretende imponerse por encima de las instituciones y más allá de sus facultades. Ni la organización, ni la vigilancia, y menos aún, la sanción punitiva por actos en materia electoral es tarea del Poder Ejecutivo, sin embargo, la advertencia de que lo hará en caso de ser necesario pone en riesgo la legalidad y la certeza del proceso electoral.

A tres meses de que arranque oficialmente el proceso electoral intermedio, el presidente sostuvo que, como cualquier ciudadano, se va a involucrar en las elecciones. Por ello, denunciará si considera que hay intentos de fraude en alguno de los cargos en disputa, pues argumentó que desde la oposición sufrió competencia desleal. Sólo que para eso están las instituciones que el intenta usurpar.

López Obrador reconoció que vigilar la imparcialidad en las elecciones es tarea del Instituto Nacional Electoral (INE), a la misma que descalificó al afirmar que es un organismo costoso que nunca ha garantizado comicios limpios y libres. Y recordó que ahora el fraude electoral es considerado un delito grave, por lo que vigilará que no haya compra de votos, condicionamientos, que se utilicen recursos públicos para favorecer a algún candidato o que se falsifiquen actas.

No es necesario esperar que inicie el proceso para saber que lo hará desde el juicio sumario conque señala a sus adversarios y la complicidad que concede a sus aliados. López Obrador podría cobrarse con la misma moneda: ejercer el fraude electoral más grande en la historia del país, luego de que le fuera arrebatada la Presidencia en 2016, algo que nunca ha podido comprobar.

La historia de desencuentros entre el Instituto Nacional Electoral (INE) y el Presidente Andrés Manuel López Obrador es harto conocida. Es casi tan añeja como la existencia misma del Instituto que nació como IFE y las aspiraciones presidenciales del tabasqueño que datan de hace más de 20 años.

Sin embargo, ya en el gobierno, revivió su rencor al INE luego de que lo citaran a declarar sobre la restricción para que «Servidores de la Nación» porten indumentaria con el nombre del Presidente y ropa con los colores alusivos a Morena. “Lo único que les voy a decir es vámonos respetando, no somos iguales, que no me confundan, eso sí calienta. Nosotros venimos de una lucha donde padecimos de los fraudes de Estado”, espetó al INE.

Ayer se lanzó sin pudor alguno al acusar al organismo de permitir el fraude y no garantizar elecciones limpias, a pesar de su estructura tan grande. Desde su perspectiva, los comicios que él ganó fue porque “la ola” era muy grande y ya era imposible que le “robaran” la elección como en los dos procesos anteriores donde contendió. El INE y la SCJN han sido dos diques al Presidente. Será un choque de trenes.

El Presidente pretende ser el gran elector. La amenaza también se convertirá en un distractor de la tragedia cotidiana del Covid19.

Las del estribo…

1. Tristísima la noticia del fallecimiento de Ricardo Olivares Pineda, uno de los políticos veracruzanos más queridos, con una larga historia en el PRI y la administración pública. “Richard” deja muchos amigos y recuerdos. Luchó muchas batallas, sin embargo perdió la última. Un abrazo a su familia con el deseo de que encuentren la fortaleza necesaria.

2. Ayer el Congreso local presentó el informe sobre la firma que emitieron los cabildos de los Ayuntamientos respecto a la polémica reforma constitucional. Lo que se esperaba fuera un largo debate no pasó de ser un mero trámite administrativo, con una tímida oposición del PAN. Habrá que ver si efectivamente llega a tribunales.