El día de hoy el Presidente de México sorprendió a muchos al comentar que no sabía sobre la existencia del CONAPRED (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación), y además afirmó que ese organismo tendría que desaparecer. Yo creo que tiene toda la razón.

No digo que no haya una política pública transversal para prevenir y eliminar la discriminación, ni que no exista un organismo que pueda atender, recibir denuncias y sancionar actos de discriminación, pero sí comparto la idea de que el CONAPRED puede ser prescindible.

Me parece que efectivamente la Secretaría de Gobernación, SEGOB, tiene que ser la dependencia que promueva, desarrolle, impulse una política pública transversal para la prevención de la discriminación. Y que la parte que tiene que ver con recibir quejas, investigar y sancionar actos discriminatorios la podría asumir perfectamente la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, CNDH. En Veracruz, así lo tenemos, la Comisión Estatal de Derechos Humanos, CEDH, es el organismo que da seguimiento y atención a las quejas por discriminación.

México es firmante y parte de las convenciones y tratados internacionales en materia de Derechos Humanos y de los derechos de todas las personas a vivir sin discriminación alguna, tales como la “Declaración Universal de los Derechos Humanos” (1948), los “Pactos Internacionales de Derechos Civiles y Políticos”, y de “Derechos Económicos, Sociales y Culturales” (1966). Igualmente, otros más específicos como la “Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial” (1965), la “Convención sobre todas las formas de Discriminación contra la Mujer” (1979), la “Convención sobre los Derechos del Niño” (1989), la “Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migratorios y sus Familiares” (1990) y la “Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad” (2006).

En el nivel nacional está la “Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación” y con la “Norma Mexicana NMX-R-025-SCFI-2015 en Igualdad Laboral y No Discriminación”, ésta última es el mecanismo para reconocer a los centros de trabajo que cuentan con prácticas en materia de igualdad laboral y no discriminación, para favorecer el desarrollo integral de las y los trabajadores. En Veracruz también contamos con una ley en la materia.

Todo esto es una tarea integral del Estado mexicano, no sólo del Poder Ejecutivo. Por eso me parece que la parte de prevención le toca a todos los podres, órganos y niveles de gobierno, pero la parte de investigación y queja pueden ejercerla perfectamente los órganos constitucionales autónomos de derechos humanos, no solamente por actos o conductas de los servidores públicos o autoridades, sino también por parte de los particulares.

En un taller sobre temas de discriminación y atención a población LGBTTTI, al que asistí hace aproximadamente cuatro años, los facilitadores nos preguntaron a todos los asistentes que si considerábamos que éramos discriminadores o ejercíamos actos de discriminación, y la mayoría dijo que sí, pero yo afirmé, quizá hasta orgullosamente, que definitivamente no, y que no me percibía como una persona discriminadora o que ejerciera algún tipo de discriminación. En ese mismo momento me demostraron, con varios ejemplos, cómo yo, y todas las personas, discriminamos prácticamente todo el tiempo a otras personas, lo cual provocó, por un lado, que aprendiera algo nuevo sobre mí mismo, pero sobre todo me bajó de la nube de pureza en la que yo mismo me percibía.

Es urgente que cambiemos el juicio que tenemos los mexicanos de que en México no existe la discriminación o que no discriminamos como personas y sociedad. Se trata de hacer un esfuerzo de autoconciencia para darnos cuenta que, como seres humanos, hacemos distinciones que en muchas ocasiones pueden lastimar a otros o negar a otros. El primer paso es reconocer que todos lo hacemos, el segundo es evitarlo y eliminarlo de nuestras acciones.

La discriminación es la negación de otro diferente a nosotros, es negar la diferencia, y es el reflejo de nuestras propias inseguridades internas e incapacidades para la aceptación de una persona distinta a mí mismo.

La discriminación es un mecanismo de preservación de las desigualdades y del poder que limitan el acceso a los derechos, lo cual desde luego tiene que pasar por una redistribución de la riqueza y de las condiciones de acceso al conocimiento, la cultura y el desarrollo en igualdad para todos y todas.