El mundo ha cambiado drásticamente desde el mes de diciembre de 2019, fecha en que fue reportado el primer caso de Covid-19; la provincia de Wuhan China se ubicó como origen del brote de este peligroso virus que se propagó rápidamente a otros países, razón por la que el 11 de marzo fue declarada pandemia por la Organización Mundial de la Salud, desde entonces la mayoría de las naciones han enfrentado sus adversas consecuencias.

Los efectos negativos de esta emergencia sanitaria han desencadenado una crisis sin precedentes que no sólo ha impactado la salud pública, también ha tenido repercusiones económicas, sociales y humanitarias, acentuando la brecha de desigualdad en muchos ámbitos y agravando las inequidades existentes.

Si bien es cierto que un porcentaje de la población se encuentra en posibilidades de continuar desempeñándose laboralmente mediante el trabajo en casa, también lo es que la mayor parte de los mexicanos no cuenta con estas oportunidades, por lo que se han tenido que enfrentar a la pérdida de sus empleos o a la quiebra de sus pequeños negocios y es altamente probable que afronten dificultades para encontrar un trabajo durante la denominada nueva normalidad, lamentablemente la mayoría de personas en esta situación son adultos mayores y mujeres.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe señala que los cuatro sectores más afectados por la emergencia sanitaria han sido los servicios sociales, el comercio al por menor y al por mayor, los servicios empresariales, así como los transportes, almacenamiento y comunicaciones, los cuales representan el 78% de los empleos femeninos.

Aunado a la pérdida de ingresos laborales, este sector también ha experimentado un aumento en la carga de trabajo doméstico; de acuerdo con datos de la UNESCO al menos 113 millones de niñas, niños y adolescentes se encuentran en sus casas derivado del cierre de centros educativos, situación que ha sobrecargado los cuidados a cargo de mujeres, quienes dedican el triple de tiempo que los hombres a la realización de tareas del hogar.

La CEPAL señala que previo a la crisis sanitaria en los países de la región las mujeres destinaban entre 22 y 42 horas semanales al trabajo doméstico y de cuidados sin remuneración, sin embargo, la desigualdad se acentúa en las familias que viven en pobreza extrema, pues quienes habitan en hogares sin acceso a agua potable dedican entre 5 y 12 horas semanales adicionales a estas actividades.

Además de los problemas ya señalados, lamentablemente la violencia ejercida en contra de las mujeres también ha aumentado considerablemente durante este periodo de confinamiento. El Fondo de Población de Naciones Unidas estima que si las medidas restrictivas continúan en 6 meses más habrá 31 millones de casos de violencia por razón de género en la región.

De acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, las llamadas al 911 aumentaron al menos un 23%, por lo que puede afirmarse que el Covid-19 ha sido un acelerador de la violencia de género en nuestro país, tema que se encontraba en el centro del debate público previo al inicio de la “Jornada Nacional de Sana Distancia”, pues durante el mes de marzo se llevaron a cabo importantes manifestaciones en el marco del día internacional de la mujer.

La pandemia ha evidenciado las carencias y desigualdad en la que vive gran parte de la población y desafortunadamente  el escenario a mediano plazo no es alentador, la  CEPAL advierte que la región se enfrentará a la peor crisis de su historia, con una caída del PIB del 5.3%, comparable con la Gran Depresión, sin embargo en esta ocasión no sólo se ha paralizado la oferta, también la demanda, por lo que para hacerle frente será necesaria la intervención del Estado, no sólo del mercado, en este sentido la  Mtra. Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de este organismo regional ha afirmado que  el rol de los parlamentos será  esencial para construir un nuevo pacto social que garantice un Estado de Bienestar Universal.

El reto del Estado mexicano durante esta nueva normalidad será disminuir las asimetrías económicas y sociales arraigadas históricamente, pues de acuerdo con el Banco Mundial, México forma parte del 25% de las naciones con mayor nivel de desigualdad ya que el 40% de la riqueza es concentrada por el 1% de la población.

La magnitud de los problemas ocasionados por la emergencia sanitaria aunados a los ya existentes, exigen respuestas no sólo nacionales sino globales, el proceso de recuperación debe traducirse en políticas integrales con perspectiva de género que contribuyan a disminuir las brechas y a construir un mundo más igualitario.