Sacar a Morena del gobierno de Veracruz no será tarea fácil. Quienes apostaban a que su inexperiencia y falta de oficio político serían motivo suficiente para que la gente les diera la espalda, podrían llevarse una sorpresa. A pesar de un gobierno sin resultados tangibles, con una creciente inseguridad y con una economía paralizada, los operadores políticos han hecho su trabajo y tienen el control absoluto de los tres poderes del estado y el resto de las instituciones.

Ahora, con la aprobación de 111 cabildos -4 más de los 107 requeridos-, han impuesto las reglas del juego en el proceso electoral, reduciendo a la mitad las prerrogativas de los partidos políticos y sometiendo al órgano electoral a una precariedad operativa que pretenden sustituir con su propia estructura territorial. Morena ya se “engalló”.

Si alguna vez no pudieron siquiera remover al Fiscal del Estado, hoy se han apoderado de la propia Fiscalía, del Congreso y el Poder Judicial. Han nombrado a sus empleados como titulares de organismos tan importantes como el Orfis, el IVAI, la Fiscalía Anticorrupción –y su órgano de Participación Ciudadana- sin la mínima objeción. Ya demostraron que son capaces de sacar una reforma constitucional sin problemas a pesar de gobernar sólo en 17 municipios.

Si bien el Gobierno de Veracruz tiene una de las más bajas calificaciones a nivel nacional –muy a pesar de las encuestas pagadas que los venden como paladines de la transparencia-, hoy lo controla todo. ¿Qué habría pasado si Duarte o Miguel Ángel Yunes hubieran nombrado a un empleado de su oficina como Fiscal Anticorrupción? Impensable.

La aprobación de la polémica reforma electoral dejará no sólo cambios importantes a la Constitución sino varias lecciones a los actores políticos de cara a la elección intermedia que inicia en el mes de noviembre. La primera es que la Morena que inició el gobierno no es la misma que enfrentará su primera prueba electoral el próximo año. Aprendieron rápido. Como sucedió como Javier Duarte, un gobierno muy limitado lo compensaron con una eficiente maquinaria electoral.

La segunda es que los principales actores políticos –sus personeros se ocuparan de reclamar el mérito mediante la comentocracia-, ya saben cómo negociar, como presionar, o incluso, como amenazar con buenos dividendos.

Lograron lo que parecía imposible: que más de un centenar de Ayuntamientos de oposición validaran una reforma política que sus propias dirigencias nacionales habían rechazado públicamente. Incluso, algunos diputados locales que votaron a favor, fueron expulsados de sus partidos. Habrá que esperar qué suerte corren los presidentes municipales que la validaron con su voto.

Si lo hicieron mediante la zanahoria del dinero, la presión a través del Congreso, el Orfis o las Fiscalías –la General y la Anticorrupción-, o incluso con amenazas como algunos alcaldes denunciaron, eso no importa, el objetivo se logró. Si utilizaron las mismas herramientas que antes padecieron, quiere decir que aprendieron a “hacer política” o lo que eso quiera decir.

Pero también hay enseñanzas para los dirigentes de la oposición. Los Presidentes municipales ya les demostraron que están del lado de sus intereses, y si estos se contraponen al partido que los llevó al poder, no tendrán empacho en darles la espalda. De nada sirvieron las declaraciones de los líderes nacionales, las amenazas de sanciones partidistas, o incluso, la cancelación de su proyecto político si pretendían competir electoralmente en el 2021.

Por supuesto habrá casos en que los alcaldes obedecieron la línea de su partido, pero su falta de capacidad política hizo que los cabildos votaran a favor de la reforma morenista. Y en eso también deben cargar con la responsabilidad política que les corresponde.

Como sucedió en el Congreso, muchos políticos se oposición buscarán refugio en Morena en caso de ser marginados en sus partidos. El conflicto vendrá cuando se den cuenta de que no hay cama para tanta gente, con todo y que el mecanismo de la tómbola para seleccionar candidatos ha quedado como una lamentable anécdota.

Morena no ha sabido gobernar en Veracruz, pero ejerce el poder a plenitud. La incidencia delictiva podrá seguir al alza, la corrupción seguirá galopante como en el caso de la SIOP y el DIF, la economía y la inversión seguirán estancadas tras la pandemia, pero mientras Morena sea dueña de los contrapesos, podrán transitar sin la elección de 2021 sin muchos problemas.

Podrá aumentar el número de muertos por Covid19, podrán vandalizar el centro de Xalapa, podrán seguir las ejecuciones, pero los resortes que resuelven las elecciones están en sus manos. Si la oposición no lo ha entendido, que nadie se diga sorprendido por el resultado electoral el próximo año.

Las del estribo…

  1. Aprobada la reforma constitucional, sería bueno que algún buen samaritano le explique al Gobernador Cuitláhuac García que la revocación de mandato no forma parte de ella. Que no la puede eludir bajo el argumento de que es cara y el estado no tiene dinero. Sencillamente tendrán que armonizarla en otro momento en el que hasta Morena estará a favor de una iniciativa que ha sido bandera política del mismísimo Presidente de la República.
  2. Este viernes el OPLE sesionará para aprobar el registro de los nuevos partidos “Todos por Veracruz” y “Podemos”; hasta ayer seguía el debate sobre el dictamen de “Unidad Ciudadana”, que encabeza Cynthia Lobato, luego de las irregularidades encontradas en su informe de fiscalización. Por cierto, a los nuevos partidos no aplicaría la reducción de prerrogativas. Para ellos, la fórmula quedará igual.