«A principios de los ochenta, un amigo me regaló un disco que complicó mi vida: me convertí en un adicto al jazz latino», relata en off —sobre una secuencia en la que Paquito D’Rivera camina tocando su saxofón— el cineasta español Fernando Trueba en la primera escena de la película Calle 54. «En 1995 —continúa—, para la secuencia final de mi película Two Much reuní a algunos de mis músicos favoritos tocando en vivo Lincoln Rouse, en Miami; ese fue uno de los días más felices de mi vida como director, la emoción de captar el milagro de la música del momento, hizo de aquella una noche mágica. Fue entonces cuando comencé a concebir un sueño: dedicar una película a retratar la más excitante de las músicas».

El año dos mil, el sueño se proyectó en las pantallas bajo el título Calle 54, una película en la que realizador reúne a más de una decena de figuras del jazz latino, de quienes hace una sobria presentación, una suerte de instantánea que, en algunos casos, contiene un breve testimonio del músico, y después los muestra en la mejor de sus versiones: haciendo música arriba de un escenario.

«Esta película —le comentó a Julen Berrueta en una entrevista publicada en El Español— era un proyecto para juntar a una serie de músicos que yo adoraba y escuchaba todo el rato. Tú venías a mi casa y aquí siempre sonaba Jerry González o Michel Camilo, músicos que han formado parte de mi vida. Yo consideraba que no tenían todo el reconocimiento que merecían. En cualquier caso, quería hacer una película sobre la música a través de los artistas que a mí me gustaban».

Si bien el formato nos hace leerla como documental, Trueba afirma que no lo es, Nuria Vidal coincide con él: «Un documental documenta, es decir informa sobre algo, aporta datos sobre personas, acontecimientos o cosas. ‹Calle 54› no hace nada de eso. No es su intención en ningún momento. Al contrario. ‹Calle 54› lo que quiere por encima de todo es provocar sensaciones, incitar a la comunión con unos músicos de los que en realidad ni sabemos nada ni nos interesa demasiado saber nada. Solo nos importa la impresión que produce en nosotros escucharlos, verlos tocar, mirarse, sentir su música. Y eso está más cerca de la ficción que del documento».

En la charla con Berrueta, Trueba va más lejos, afirma que se trata de una película de amor: «Yo creo que hay un componente romántico en mis películas. Incluso en las que no se habla directamente de amor. Por ejemplo, Calle 54 es una película romántica por lo que se hace y cómo se hace».

«Trueba —informa Miguel Mora en El País— rodó en escenarios muy sobrios, con seis cámaras en continuo movimiento, procurando que cada canción fuera ‹un cuento distinto, una pequeña película dentro de la película›. Mover a los operadores en directo, dice, ‹fue uno de los ejercicios más difíciles de mi carrera, pero también uno de los más divertidos, un subidón de adrenalina, un vicio›».

Paquito D’Rivera, Eliane Elias, Chano Domínguez, Andy y Jerry González, Michel Camilo, Gato Barbieri —quien choca estilísticamente con el resto del elenco—, Tito Puente, Chucho Valdés, Chico O’Farrill, Bebo Valdés, Cachao, Orlando «Puntilla» Ríos, Carlos «Patato» Valdés y Jerry González comparecen musicalmente para llenar de candela paisajes nevados, acuáticos o urbanos que sucumben a los embates rítmicos de una música cuya vocación incendiaria sacude hasta al más parco de los espectadores.

Calle 54 está disponible en YouTube, dejo la liga para enciendan una fogata en el centro de su claustro.

 

 

https://youtu.be/7qw25NcW5ps

 

 

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