En su desvarío e incontrolable discurso de confrontación, el Presidente no deja de ofender y agredir incluso a quienes simpatizan con él, a sus propios colaboradores y principalmente, a la inteligencia de los mexicanos. Lo hace con el perverso propósito de desviar la atención sobre la tragedia que vive el país: tres días consecutivos rompiendo récord de contagios, siendo por un día el segundo lugar mundial en el número de muertos y ocultando el fracaso de su sistema de salud.
Ayer, En el cuarto día de la llamada “nueva normalidad”, la secretaría de Salud informó que México llegó a los 105 mil 680 contagios, 4 mil 442 más que los reportados un día antes, así como 12 mil 545 fallecimientos, un incremento de 817 con respecto al día anterior. Hasta hoy existen mil 33 defunciones sospechosas, por lo que la cifra total puede aumentar en los siguientes días.
El mismísimo López-Gatell estimó que el número de fallecimientos por la pandemia podría llegar a más de 35 mil, lo que nos pondría por encima de los decesos que hoy tienen España, Italia o Francia; es decir, ni siquiera nos hemos acercado a la mitad de lo que nos dejará la pandemia del Covid. Pero para el Presidente, el Covid sigue siendo un problema político, no un asunto mundial de salud pública.
Durante su temeraria gira por el sureste –hoy tendremos la cuestionable fortuna de recibirlo- tuvo la ocurrencia de decir que “No mentir, no robar, no traicionar: eso ayuda mucho para que no dé el coronavirus”. ¿Explicaría esto entonces la muerte de más de un centenar de médicos y que 1 de cada cuatro casos activos de coronavirus es personal médico de los hospitales? ¿En qué momento médicos, enfermeras, camilleros, laboratoristas y miles más que están en el frente de batalla tuvieron tiempo de cometer el pecado capital del cuatroteísmo de robar, mentir y traicionar para haber adquirido el virus?
Y lo que es peor. El Presidente infiere que los más de 105 mil contagios oficiales –la cifra real es mucho mayor, como ha reconocido su propio gobierno- y los más de 12 mil fallecimientos, se trataba de personas que no estaban bien con su conciencia, y que al robar, mentir y traicionar se volvieron vulnerables al virus. Las personas han muerto, señor Presidente, por tres causas distintas a las que usted supone:
La primera es porque en una pandemia las personas mueren; mueren como han muerto en todo el mundo. Es un tema de salud no de conciencia, como usted dice. Segundo: muchos de ellos han muerto porque confiaron en un gobierno que sugería abrazos, salir a la calle, ir a comer a restaurantes porque “no pasa nada”; y tercero, otros tantos han muerto por las precarias condiciones de un sistema de salud que cambió para ser peor.
Un sistema de salud que no cuidó a sus médicos y que ha dejado a miles de pacientes a su suerte, donde la lógica es que sobrevivan los más fuertes. Por eso no se hacen pruebas, porque sólo se van a atender a enfermos graves y ellos no las necesitan. Miles de personas más morirán por la irresponsabilidad e ignorancia, pero también por la omisión perversa de un gobierno que acusará a las víctimas de su destino.
Eric Cisneros, ¿qué hay de eso Josefina?
Ayer ocurrió un pequeño sismo de baja intensidad, casi imperceptible para el sismógrafo morenista. El almirante Rafael Ojeda, titular de la Semar, sigue de cerca una pesquisa sobre presunta evasión fiscal en el puerto de Tuxpan, Veracruz. En resumen, se ingresaban buques cargados de combustibles que no pasaban por el recinto fiscalizador y de ese modo por cada cargamento se evadían entre 200 y 300 millones de pesos, dice la publicación.
Lo que comenzó como un asunto delictivo y del mundo criminal se está convirtiendo en un problema mayor porque la Marina detectó que participaban de la maniobra empresarios locales que tienen contacto frecuente con el secretario de Gobierno Eric Cisneros, hombre de confianza de Cuitláhuac García. Pronto sabremos si se trata de un calambre o la investigación va en serio.
Pacho Domínguez, Vocero de Veracruz
Sin proponérselo, el Gobernador de Querétaro, Francisco Domínguez hizo un favor al gobierno de Veracruz al asumirse en vocero en el tema de la deuda pública. En una publicación de El Economista se da cuenta que aquél estado fue la entidad que más redujo en términos porcentuales su deuda pública (55.8%), mientras que Veracruz lo hizo en un (8.9%). El estado que más se endeudó fue Tabasco, la tierra del Presidente (27%).
Sin embargo, los números cambian cuando se traducen a millones. Querétaro tiene una deuda pública –según el diario- de 227 millones de pesos, mientras que Veracruz la tiene de poco más de 40 mil millones. Hace unas semanas, Veracruz hizo un pago de deuda del orden de los 3 mil millones de pesos, con lo que habría pagado al menos doce veces la deuda queretana y no sólo el 55 por ciento. Cosa de interpretar números.
La publicación sirvió de paso para desmentir la información de LatinUs, en el que se aseguraba que Veracruz habría adquirido nuevos préstamos por 17 mil millones de pesos, pero nunca se aclaró que éstos se destinaron precisamente a la reestructuración de la deuda pública. En términos reales, como indica el Economista, ésta se redujo en 8.9 por ciento. Cuitláhuac le debe un cafecito de la Parroquia a Pancho Domínguez.