A la edad de entre seis a siete años, me envío mi madre ir por la leche, en Misantla, con un perol de dos litros, color rojo, tapa metálica que se enroscaba; en donde la vendían se encuentra a una cuadra de la casa, en la calle Salvador Díaz Mirón, número uno;  había en ese lugar, un portón de madera, con una agradable entrada, plantas al fondo, que refrescaban la mañana, los días y las calurosas tardes; estaban en el limpio espacio de la entrada, del lado derecho, dos enormes perolas para leche de la ordeña; del lado izquierdo, ese día, se encontraba sentado en una mecedora de mimbre, con un libro en la mano, un hombre de constitución fuerte, rostro enérgico pero afable; vestía guayabera café tenue clara; se levantó, dejó el libro a un lado, sobre una pequeña mesita, destapó una de las perolas lecheras, abrí con movimiento reflejo mi pequeño perol; y vertiendo con parsimonia el albo líquido, el hombre vaciaba con un recipiente de medio litro la leche en el interior del perol rojo que yo sostenía entre mis manos. Ese día entablamos plática, me dijo que se llamaba Manuel, era Don Manuel Zorrilla Rivera, con quien desde entonces tuve una cercana amistad. Hace algunos años, me di a la tarea de recopilar algunos datos sobre la poesía creada por misantecos, el arte culinario local, la danza, la música, el ballet Nimbe, así como la aportación de Adalberto Tejeda Martínez, licenciado en  Ciencias Atmosféricas y Doctor en Geografía, escribió sobre el clima de la región de Misantla; las fotografías del cuaderno las aportó Don Enedino Sánchez, editor y articulista; en ello colaboraron numerosas personas, a Don Manuel, le solicité su poema Pórtico para publicarlo, facilitándome también otros. Transcribo del cuaderno que me facilitó el profesor en matemáticas Joel Vázquez Rodríguez, en el que se publicó el poema Pórtico, bello legado de Don Manuel, entre muchas otras cosas bienhechoras.

 

Pórtico

Asoma por el oriente/sus dedos rosas la aurora, /palidece el rojo Antares/y guarda Arturo las Osas. Apaga el cielo sus luces/-intemporales antorchas-/y el andariego Santiago/su polvo de estrellas borra. /Y al levantar San Miguel/su rodela luminosa, /Lucifer corre a ocultarse/tras la montaña remota.

Raspa los aires tenaz/la chachalaca burlona/y de la barranca sube/el sollozar de la tórtola. /-Alerta- grita el papán/y el faisán se remonta, /despertándose el tarral / con su millón de cotorras. /Y un venado cuernicabra/  se empina sobre una loma, / mientras golpea el jabalí/ el parche de su tambora.

Hay un estallar de verdes/ tras las fugitivas sombras/ y es el monte un laberinto/ de trinos, gritos y aromas/ donde se perfuma el aire/ con la vainilla pompona.

Canta su canción el río/ y entre las pulidas rocas/ y los troncos corpulentos/ de las hayas policromas, / las dulces aguas escurren/ de la mar distante ansiosas.

Sangra la dulce chinina/ y una chihuiza lustrosa/ cuelga sus flores barbudas/ de su ramaje sin hojas.

Tepetomates, zapotes,/ pahuas, guayabas, anonas,/ donde medran las orquídeas/ imán del pájaro mosca./ Y entre los plateados olmos/ y las esbeltas caobas,/ las chacas lucen sus oros/ como bruñidas custodias.

Aquí y allá se destacan/ las gigantescas pochotas, / ceibas sagradas que al cielo/ ofrendan sus verdes copas ./ Opulentos cachichines/ pródigos de pan y sombra,/ junto a los soberbios robles/ que los picachos coronan./ Y en los ásperos crestones/ los liquidámbares lloran/ el oro de la resina/ que a los Dioses enamora.

La muerte tiene un Ministro/ que entre las piedras se enrosca, / geometría de la nauyaca:/rombos, curvas y ponzoña./ Sabiduría de milenios,/ luces de edades remotas,/ en la boca de su cueva/ sueña sin sueño la boa./ Y en lo alto de una peña,/ como joya prodigiosa,/ un tigre mira de frente/ al sol, en toda su gloria.

Humos azules maculan/ el cristal de tal mañana, / seña evidente que allí/ el hombre a puesto su planta./De la sierra en un recodo/ frontero de onda barranca,/ se advierte el ir y venir/ de un grupo de gente extraña,/ hombres que rozan el monte/ y que con débiles cañas,/ fincan los fuertes cimientos/ de su poblado sin traza.

De Tula recién llegaron/ tras penosa caminata, / en busca de Quetzalcóatl/ quien navegando en su capa/ sobre el lomo de la mar, / se lo tragó la distancia,/ cuando el vicio y la discordia/la gloria de Tula apagan./ Y al llegar a esta tierra/ que los sujeta y encanta,/ fundan la vieja Nizin,/ después llamado Misantla.

 

Sintácticas

De un aislado en el aislamiento por la pandemia del coronavirus SARS CoV-2:

¡Cuánta libertad he tenido…., y que he hecho de mi vida!

De Nicolás Rostov, en Guerra y paz de León Tolstoi:

¡Si nos metemos en todo y todo lo discutimos…, no quedará nada sagrado!

De la santa boca de Paco Ignacio Taibo II:

Se las mentimos doblada.

De un periodista, reflexionando sobre lo que se obliga en una editorial a escribir con paga por  encargo, en la película La hoguera de las vanidades:

Si trabajas en una casa de putas, sólo puedes hacer una cosa…ser la mejor de todas.

De alguien en la vía láctea:

Algunas inspiraciones, provocan aspiraciones, y, si estás no se concretan, aguijonean con suspiraciones.

De Jevs:

El terror es la gnosis que dimensiona la palabra del espanto, con la pérdida de la fe, cuando los horrores de la muerte avasallan a quienes son los salvadores.

 

Orquesta Juvenil de Misantla: