La movilidad en Europa, que fomenta la solidaridad y la cooperación entre sus países, ha sido gravemente mermada por la pandemia generada por el Covid-19 y demanda replantear las estrategias de mercado, puntualizó Rosario Rizzo Lara, académica de la Escuela de Estudios Internacionales de Bruselas de la Universidad de Kent y egresada de la Universidad Veracruzana (UV).
La investigadora radicada en Bélgica impartió la videoconferencia “Una mirada a los mercados nostálgicos en la Unión Europea durante la contingencia global”, a invitación de la Dirección General de Relaciones Internacionales (DGRI) de la UV, a través del Programa de Estudios sobre América del Norte (PEAN).
Explicó que los especialistas manifiestan mucho escepticismo en dos temas fundamentales: primero, si Europa se logrará reponer de la salida del Reino Unido, conocida coloquialmente como Brexit, porque está asociada con la reemergencia de la xenofobia en diversos contextos europeos.
En segundo lugar, se ha sumado la pandemia ocasionada por el coronavirus, que plantea retos importantes para las personas, los productos y la movilidad en general; “son desafíos sobre cómo vamos a seguir consumiendo y qué tipo de productos vamos a consumir en el futuro inmediato”.
Rizzo Lara subrayó que la pandemia plantea un cambio en las estrategias de mercado y se observan en la recurrencia a las redes sociales para comercializar productos, donde envían un menú semanal vía WhatsApp y se entrega a domicilio, por ejemplo.
“En esta pandemia hay una nueva necesidad de replantear las estrategias, de reinventarse, y las personas que habían logrado establecerse en otros países comercializando productos de su nación, comienzan a crear este tipo de estrategias para sobrevivir en el mercado”, apuntó.
Se manifiesta un deseo exacerbado de consumir productos, sobre todo de aquellos que las personas consideran los “acercarán a su país de origen, a su lugar de nacimiento” y a pesar de que son productos más caros, realizan un esfuerzo adicional para adquirirlos.
Estos sentimientos de querer estar cerca, impulsados por el distanciamiento social como medida de protección ante el coronavirus, han ocasionado cambios sustanciales a nivel macroeconómico y a nivel personal que se ven reflejados en el deseo de consumir tales productos, dada la limitada capacidad de movilidad.
La ponente explicó que los mercados nostálgicos están integrados principalmente por sus consumidores, quienes son migrantes de primera, segunda o tercera generación y tienen una nostalgia por sus productos y la dificultad para adquirirlos fuera de su país.
“Los migrantes se trasladan también con sus hábitos de consumo y entre ellos uno fundamental es la comida, que es un referente de su cultura en el extranjero y sus hábitos de consumo son demandados en los nuevos espacios de residencia”, detalló.
Los mercados nostálgicos son un segmento del mercado étnico, mercados que surgen por un sentimiento de lejanía, a lo que se suma la dificultad para encontrar los productos considerados como auténticos en otras geografías.
Tales “productos nostálgicos” se caracterizan por ser difíciles de adquirir, escasos, caros en comparación con los productos locales, se asocian con un país y se consumen como resultado de la nostalgia.
Destacó que la comida es un elemento esencial de la cultura, por lo que se tiene un gran apego hacia ella, que se ha caracterizado como una forma de construir puentes también y abrir una oportunidad a la multiculturalidad.
Rosario Rizzo refirió su investigación sobre el crecimiento de los productos nostálgicos entre los latinos en Estados Unidos, que se relacionan con un crecimiento poblacional de los migrantes de segunda o tercera generación y que involucra una mayor capacidad de compra beneficiada por la globalización con un papel preponderante de las mujeres, dado que son quienes crían a los hijos, inculcando valores culturales que incluyen la comida.
UV/David Sandoval