México no es un país de mediocres y fracasados como usted… piensa, ¡no, señor!
Si algo caracteriza a las mexicanas y mexicanos es su deseo de salir adelante, de superar su medio, de ser mejores.
¿A poco usted cree que los mexicanos que emigran a Estados Unidos para mandar dólares a sus familias, es para que éstas sigan viviendo en las mismas condiciones de pobreza?
¿A poco usted cree que las jefes y jefas de familias pobres que hacen un esfuerzo sobrehumano para mandar a los hijos a la universidad, es para que sus vástagos sigan viviendo en las mismas condiciones que ellos?
¿A poco usted cree que los millones de mexicanos que, a través del voto, le dieron su confianza con la promesa de que “estarían mejor”, lo hicieron para seguir igual o peor?
¡De ninguna manera!
El pobre votó por Usted con la esperanza de salir de pobre.
El clasemediero, el que le dió el triunfo, votó por usted para tener una vida mejor, libre de corrupción.
Así que ahora no salga con que tienen que enfocarse más a lo espiritual que a lo material porque aspirar a la riqueza es pecaminoso y, por lo mismo, debemos conformarnos con un par de zapatos, unos cuantos trapitos y una carcachita, porque de los pobres es el reino de los cielos.
Con todo respeto, como usted dice, ¡No mame, Presidente!
Entendemos que usted, en su vida estudiantil fue un mediocre y que como profesional es un pobre fracasado (ser presidente, por una coyuntura histórica ni lo hace un triunfador ni un profesionista exitoso) y que en su infinita mediocridad envidie, con una envidia patológica, a los profesionistas y emprendedores que han tenido éxito en sus vidas.
Pero de eso, a pretender que todos los mexicanos sean igual de mediocres como usted, aprovechando el poder presidencial para ello, es no tener ni tantita madre.
Bastante tenemos con que, con dinero que obviamente no es suyo -porque según usted no tiene en qué caerse muerto- propicie la mediocridad a través de programas clientelares que, en lugar de impulsar a la gente a trabajar y superarse, la hace dependiente de sus dádivas, como si se tratara de incapaces, como para que, además, utilice el púlpito presidencial para pontificar una pobreza franciscana que ni usted, ni mucho menos su familia, profesan, ¡bola de hipócritas!
Así que no se equivoque Presidente, aunque la adversidad lo obstaculiza, los mexicanos nunca nos hemos conformado con estar jodidos ni mucho menos ser unos mediocres… como usted piensa.
Articulista/Reynaldo García Cisneros