La actual crisis sanitaria ha trastornado nuestra vida cotidiana e involucra cuestiones de seguridad, salud física y mental, que terminan por impactar en el descanso y la alimentación, en las actividades educativas, laborales, sociales y de ocio, planteó Samana Vergara Lope Tristán, investigadora y docente del cuerpo académico (CA) Actores Sociales y Disciplinas Académicas del Instituto de Investigaciones en Educación (IIE) de la Universidad Veracruzana (UV). 

La académica dijo que sería imposible pasar por esta pandemia sin tener consecuencias en diferentes áreas de nuestra vida, incluyendo la educativa. 

Es evidente que en cualquier situación de crisis cobran importancia prioritaria las tareas de primer y segundo orden. Resulta muy complicado llegar a desarrollar nuevos aprendizajes y habilidades si primero no se cuenta con alimento y descanso, además de salud, seguridad física y económica. Cualquier situación que trastoque estas necesidades será un impedimento para desarrollar otro tipo de actividades, como son las educativas.” 

Dijo que tales consecuencias en los aprendizajes podremos verlas con mayor claridad en unos meses, cuando todo regrese a la “normalidad” nos percatemos que con suerte nos habremos quedado en stand by y continuaremos donde estábamos; habremos perdido algunos de los aprendizajes adquiridos con anterioridad (learning lost) por la falta de uso; o en algunos casos, en los que todas las condiciones favorables se hayan unido, habremos adquirido nuevos e importantes aprendizajes. 

”Aclaro que hasta ahora sólo me he referido a los aprendizajes académicos (cognitivos), porque para el resto de aprendizajes para la vida (emocionales, sociales, para la ciudadanía) esta situación ha sido a su vez un examen, porque nos pone en diferentes situaciones de prueba, y una lección interminable, porque nos enseña algo a cada paso. Claro que, como buena situación de crisis, depende de las capacidades y herramientas de cada persona para salir de ella fortalecida y con nuevos aprendizajes, o debilitada y con menos recursos psicológicos. 

Por tal razón, aclaró que “es difícil entonces poder generalizar ya que en un país tan desigual como el nuestro, la educación en cualquiera de sus ámbitos sufrirá los embates de manera proporcional a sus posibilidades, condiciones, herramientas, recursos, redes, habilidades, etcétera”. 

Con relación a cómo se podrán reflejar los impactos de la pandemia en las universidades, la investigadora respondió: “Considero que, salvo algunas excepciones, tanto alumnos como profesores estamos haciendo lo que podemos para continuar con las actividades académicas. Sin embargo, por las razones anteriormente dadas, el nivel de aprovechamiento de cada alumno podrá variar y el nivel de productividad de los profesores también. Las circunstancias no son las mejores. Desde mi punto de vista, darle continuidad a los contenidos y proyectos es el reto diario, pero el gran desafío es ser congruente con las circunstancias y no exigir lo que no se puede dar, ni a uno mismo ni a los demás. 

Actualmente la investigadora imparte clase en línea con plataformas de videoconferencia, “éstas a veces fluyen de manera correcta, pero en ocasiones suceden situaciones que salen del dominio de los participantes. Por una parte, contratiempos relacionados a los insumos (electricidad, Internet, dispositivos electrónicos), pero por otra, los obstáculos vinculados con la vida real de las personas que participamos en el proceso de enseñanza-aprendizaje (sobreocupación del tiempo, problemas de salud, problemas familiares, dobles jornadas, etcétera). 

Estos contratiempos y obstáculos, por la misma situación actual, están más presentes o afectan más los procesos educativos que en situaciones de normalidadPueden provocar interrupciones, retrasos, inasistencias, cortes en la comunicación, problemas de atención, concentración y motivación, por mencionar algunos. 

En atención a dicho contexto, la investigadora recomendó hablar de los contratiempos que tienen los alumnos, ser comprensivo con las circunstancias de cada uno y tratar de adaptar los tiempos y expectativas a cada situaciónClaro que en mi caso, al trabajar con alumnos de posgrado, el número de estudiantes es mucho menor que en el caso de grupos de licenciatura, pero de igual modohablar sobre el sentir de las personas puede bajar un poco la tensión para poder así centrarse después en los temas académicos”. 

En el caso del seguimiento de los proyectos, recomendó “tratar de ser más directiva y hacer planeaciones de tiempo para disminuir la ansiedad de los alumnos vinculada a la duración de su semestre, sus entregas y sus evaluaciones. 

Con relación a cómo podemos responder desde la institución, como comunidad universitaria, Vergara Tristán Lope consideró que “la autodisciplina es una herramienta que si no tenemos, nos veremos forzados a fortalecer ahora, a pesar de las circunstancias. En el caso de los alumnos de posgrado, deben avanzar en sus tesis, pero esto será muy difícil si antes no son capaces de regularse emocionalmente. 

Por ello recomendó el uso de cualquier ejercicio de relajación o variantes como la meditación y el yoga antes de sentarse a trabajar, leer o estudiar, y hacerlo por periodos de tiempos cortos, para disminuir el riesgo de perder la concentración. 

El calendario ya ha sido modificado oficialmente y esto nos hace replantearnos los tiempos y las expectativas, pero de cualquier modo creo que nuestro mayor aliado será la flexibilidad”, puntualizó. 

Finalmente, la académica subrayó que en cualquiera de los niveles educativos tendremos que enfocarnos en recuperar la normalidad y la motivación hacia el aprendizaje, después hacer una suerte de evaluación de la situación de los aprendizajes y los daños emocionales y educativos causados por la crisis, y avanzar con flexibilidad hacia los objetivos, que tendrán que ser replanteados. 

UV/David Sandoval

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