Bien dicen que hay que festejar a las madres todo el año, y aunque no siempre es en sentido positivo, la madre aparece en el español mexicano todos los días, a toda hora y con diferentes significados.
El respeto a la figura materna se inculca desde la infancia. No hay nada más sagrado que la progenitora, y a ratos se le invoca en momentos difíciles: ¡Madre mía! Nos acompaña cuando algo no salió como queríamos: ¡En la madre!, o cuando un evento nos sorprende: ¡Madres!
Su versatilidad es tal, que es sinónimo de abundancia y de escasez: “había de a madres”, “no había ni madres”; el lexema da vida a adjetivos que lo mismo relatan el enfrentamiento de David contra Goliat: “Yo era una madrecita, y él era una madresota”. Se usa hasta el cansancio y como superlativo según sea el caso “hasta la madre”.
Sus composiciones también abundan, y se usan para madrear a alguien, para recibir un madrazo, para decir que alguien nos cae a toda madre o que se portó muy mal, y no tuvo madre. Algo estuvo de poca madre, o de plano no nos importa y nos valió madre. La madre parece omnipresente y de lo más importante. Así, el insulto máximo para un mexicano es el famoso “chinga tu madre”, o “chingue su madre”, para decirlo con todo respeto.
¿A qué razón cultural responde el fenómeno lingüístico?
De acuerdo con Idanely Mora Peralta, académica del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM la palabra “madre” tiene dos vertientes En principio, la mexicanidad la reconoce como el ser que ha dado la vida y por lo tanto la madre tiene representación afectiva y connotación positiva, pero ha tenido una extensión semántica. De tal manera que en algunos contextos puede ser negativa y en otros adquiere un significado positivo. Alguien podrá decir “me caes a toda madre” y no necesariamente tendrá una implicación emocional negativa, sino que, dependiendo del contexto, tendrá sentido”.
Además, advirtió la investigadora, “muchos de los sentidos que se dan al vocablo están relacionados con el contexto social, lógicamente apoyado por un contexto cultural, por ejemplo “¡Chinga a tu madre!” que en algún momento se convierte en negativa.
Aunque no hay datos acerca del momento histórico en que los hablantes del español mexicano empezaron a usar el vocablo de esta manera, es innegable su presencia en el léxico actual de toda la sociedad.
“No dejo de lado que todas las clases lo usan. Ahora bien, la lengua es un aparato de comunicación en constante cambio y movimiento y por tanto abarca a todos los estratos sociales. Permea otros ámbitos. Tan es así que involucra la variación geográfica. Seguramente en algunas zonas de la misma ciudad de México o de otras zonas geográficas al utilizar la palabra ‘madre’ se hace con otras connotaciones”, dice la experta.
En opinión de la especialista del Centro de Lingüística Hispánica, el uso de ese vocablo en sus diferentes acepciones identifica a los mexicanos. “Su uso es propio de México. Los hablantes cuentan con muchos recursos que completan el vocablo “madre”. Tienen una extensión semántica que va del lado positivo, un contexto intermedio en el que se puede utilizar entre amigos y termina en el vituperio. Pero parte de una cuestión contextual. Dependiendo del contexto se utiliza el sustantivo “madre” con ciertas connotaciones.
Ver cómo el individuo crea ciertos elementos a partir de un sustantivo, en este caso “madre”, resulta interesante. Desde el punto de vista de la lingüística es un fenómeno que se tiene que estudiar, planteó Mora Peralta. El léxico de una lengua siempre es vasto y muy rico y la creatividad del hablante es lo que lo hace aún más. Siempre es importante estudiar cómo se van relacionando las palabras y cómo va cambiando el significado, concluyó
Tomado de GacetaUNAM