Apenas trascendió que en el penal de Pacho Viejo se había presentado un caso de coronavirus y los familiares de los reclusos pusieron el grito en el cielo. No es para menos. Todos saben que si uno de los reclusos se llega a infectar con el coronavirus, considerado la pandemia del siglo, poco podrán hacer las autoridades por salvarlos. De por sí viven en condiciones infrahumanas. El penal, como todos los del estado, se encuentra sobrepoblado, las condiciones de confinamiento son infrahumanas, y un virus tan contagioso y letal puede acabar con el mayor número de reos. Hace varios años hubo un brote de Sida; las condiciones en que se encuentran y que metieran entre la población a homosexuales, provocaron que una veintena de reclusos se contagiaran de esa enfermedad de transmisión sexual. En aquel tiempo tuvieron que analizar a toda la población reclusa y los que dieron positivo fueron trasladados a otros penales, como el de Perote, que todavía existía, donde en celdas privadas transcurrieron sus días. Este nuevo virus es más contagioso y letal que el Sida. Quien tenga padecimientos respiratorios, hipertensión arterial, diabetes melitus, artritis reumatoide y otras, tienen la mitad del cuerpo dentro de un crematorio si llegaran a infectarse de Covid-19. Hasta el momento, las autoridades no han dicho nada respecto a que en Pacho se hubiera presentado un caso, o que en otro reclusorio del estado haya surgido ese problema, pero de un momento a otro nos enteraremos de la presencia de esta mortal pandemia en un penal, lo que representará defunciones, por lo que los familiares de los reclusos permanecen a la expectativa, con todo y la Ley de Amnistía que pondría en libertad cuando menos al 30 por ciento de la población reclusa. Quienes no sean beneficiarios, seguirán expuestos a pasar a formar parte de la estadística mexicana de muertos por coronavirus