Hubo en la tierra un hombre llamado George Ivanovitch Gurdjieff que inventó una terapia que le llamó el Cuarto Camino. Lo esencial de quienes se acercaron a él era, antes que nada poner en práctica una palabra: Stop. Alto. Esta simple cosa significó una revolución en el proceso evolutivo de la conciencia en un tiempo tan álgido como el que estamos viviendo, las dos guerras mundiales.
Ahora queridos míos estamos en una situación la humanidad que totalmente nos emparienta con las generaciones que vivieron entre 1900 y 1945, cuando termina la segunda guerra mundial.
Nos une la incertidumbre, la angustia, el miedo a toda la humanidad una vez más.
Stop significa un acto urgente de curación a lo que sucede y es lo que les quiero proponer. Apaguen sus celulares durante 24 horas y apaguen la wifi y no enciendan la televisión. Solamente durante 24 horas, de las doce de la noche hasta las 12 de la noche del día siguiente.
La Tercera Guerra Mundial que a partir de este año empezaremos a vivir ya no es con bombas sobre las ciudades ni ejércitos avanzando, no es una guerra militar.
Nosotros somos la primera generación que vivimos en una sociedad desmilitarizada, calculándola a partir de 1953, año de la muerte de Stalin.
Esta Guerra la está haciendo un grupo mundial que concentra la mayoría de la riqueza material humana y son solamente menos del 3 por ciento del total numérico demográfico. Las herramientas de dominio de este grupo ya no son las armas de pólvora y ni siquiera las armas nucleares, son los medios de comunicación digitales.
El avance que significa la unidad electromagnética de la humanidad tiene en su naturaleza tecnológica los seguros necesarios para el sometimiento y la dispersión de la conciencia. El virus actual es real pero el virus informático es mayor y más peligroso.
La adicción que significan las herramientas de la era digital ni siquiera la podemos dimensionar, pues estamos envueltos en ella, así como los ciudadanos en las guerras industriales estaban envueltos por el humo y el estruendo de los bombardeos. Pero el miedo es el mismo si bien ahora las ciudades no están destruidas, sino vacías.
¿En qué lugar estamos el 97 por ciento de la humanidad que sufre el embate del 3 por ciento? En el mismo momento que vivió Inglaterra cuando Churchill declaró: “Los que van a perder van ganando”.
La primera acción que debemos lograr en esta nueva guerra es la de proteger nuestras percepciones y las de nuestros hijos y nuestros padres de la ola cibernética, ingresando a un Ayuno Informático según cada quien lo vaya explorando y concibiendo.
Stop les decía Gurdjieff a los discípulos. Paren. Salgan de la ruta que les están trazando las fuerzas exteriores. Vayan a sí mismos, allí está el alivio para la angustia, para el miedo. Y este es el primer paso. Háganlo, cada quien el día que quiera, pero háganlo.
En la tradición ascética tenemos suficientes medios para lograr defendernos del vaciamiento que se están haciendo de la conciencia individual y colectiva los medios de comunicación digitales.
Pero ahora la práctica monástica no consiste en dejar de comer ni dejar de ayuntarse, el Ayuno que nos exige la situación es apagar los aparatos digitales 24 horas cada que nuestra adicción así lo permita.
Al principio será muy duro para algunos, sobre todo para los jóvenes, pero una vez pasando la primera fase que significa el ingreso al silencio y la salida intempestiva de la esfera electromagnética, solamente por un lapso de tiempo, el propio interior de cada quien responderá a la pregunta que actualmente se nos está haciendo.
Esta respuesta viene acompañada de la omnicomprensión: hemos llegado aquí, a este pavor irracional como consecuencia de no haber visto y percibido a nuestro entorno y a los demás como parte familiar de nosotros mismos.
El Ayuno Informático es la senda que hoy nos ofrece la más pura tradición espiritual. Es la gruta, la celda a la que tenemos que ingresar.