Si hasta el momento el coronavirus tiene a Veracruz fuera de las entidades con más contagios ha sido por tres razones: por un milagro de Dios, por un milagro de Dios y por un milagro de Dios (aunque no necesariamente en ese orden), y no por lo que las autoridades estén haciendo para evitar que se propague.

La gente sigue en las calles y para ejemplo la multitud que entre jueves, viernes y sábado, atiborró el mercado de mariscos Plaza del Mar en Veracruz, ante la apatía de las autoridades.

No deja de ser paradójico que días antes el alcalde Fernando Yunes Márquez, hubiera solicitado el uso de la policía estatal y federal para impedir la entrada de turistas a las playas, pero fue incapaz de utilizar la fuerza pública municipal para mandar a sus casas a los visitantes de Plaza del Mar.

A nivel nacional la pésima noticia es que el Covid-19 avanza inexorablemente, el sábado había 4 mil 219 casos confirmados y 273 defunciones. Y este domingo la cifra se fue a 4 mil 661 casos confirmados y 296 muertos.

¿Hay al menos una buena noticia? Si, aunque muy confusa.

El director general de Epidemiología José Luis Alomía, dijo que de los 4 mil 661 casos comprobados hasta ayer domingo 1, 843 pacientes ya se recuperaron. Y esto es formidable.

Pero si ya no están contagiados ¿por qué los siguen contando como si lo estuvieran? Por qué no los descuentan de los casos comprobados con lo que la cifra quedaría en 2 mil 818 y no en –repito- los 4 mil 661 casos “confirmados, comprobados y positivos” que dieron a conocer.

Ya desde que el doctor López-Gatell dijo que por cada caso confirmado había que aumentar en ocho el número de contagiados (porque hay muchos que son portadores del virus y no lo saben), ya desde ahí las cifras se convirtieron en un merequetengue.

Mira lector, si multiplicamos 4 mil 661 casos por ocho probables contagiados, el resultado es de 37 mil 288 enfermos de coronavirus. Si a esa cantidad le restamos los 1, 843 que ya la libraron, el número de enfermos disminuye a 35 mil 445.

¿A cuál cifra le creemos?

No quiero pensar mal porque quien así piensa acierta, pero entre el “Monitoreo Centinela” que se sacó de la manga López-Gatell para dar seguimiento a los brotes de coronavirus y las restas de José Luis Alomía, como que ya se hicieron bolas con el número de infectados y sospechosos de contagio.

Lo único cierto es que a pesar de que la fase 3 está a la vuelta de la esquina, los héroes que han salvado esas 1,843 vidas siguen sufriendo por cubrebocas, batas y botas especiales. Se calcula que a finales de abril o a principios de mayo cuando los hospitales estén saturados, muy posiblemente médicos, enfermeras y camilleros engrosen la cifra de los contagiados.

López Obrador dice que vamos bien, que todo está controlado. Y eso causa más desasosiego porque lo mismo decía su amigo Donald Trump y hay que ver la que se soltó. Estados Unidos (principalmente Nueva York), está convertido en algo muy parecido al infierno con hospitales rebasados y con más casos de contagio y muertes en el mundo.

“Ahora sí hay que encomendarse a Dios, porque si nos fiamos de los ojetes que nos gobiernan no la vamos a librar; no la vamos a librar”, me dijo por WhatsApp un amigo ateo de varios que tengo, (Saludos mi Carlos).

Y al ver su mensaje tan sincero, no me está quedando de otra que darle la razón… toda la razón.

bernardogup@nullhotmail.com