Si es verdad que hay gente predestinada para cumplir una misión en el mundo, Wallace Roney fue uno de esos elegidos: nació para escribir varias páginas importantes de la historia del jazz. A los cinco años ya aprendía dictado rítmico y lectura a primera vista. A los seis, ya tocaba la trompeta; a los siete fue identificado como niño prodigio y becado para estudiar en Settlement School of Music en Filadelfia, su ciudad natal. A los doce años, se convirtió en el músico más joven del Ensamble de Metales de Filadelfia. Ahí conoció al primero de sus tres grandes mentores, Clark Terry, de quien aprendió «técnica, articulación y control de la respiración».

A los quince años, mientras estudiaba en Duke Ellington School of the Arts en Washington, DC, Art Blakey le ofreció un puesto en sus Mensajeros del Jazz. «Un accidente automovilístico que ocurrió el día después de que le ofrecieron el concierto hizo que el padre de Wallace no lo dejara tomar el trabajo. Wallace, sin embargo, continuó sentado con muchos grandes músicos, incluidos Cedar Walton, Sam Jones y Billy Higgins, todo lo cual llevó a Wallace a tocar varios conciertos con Cedar Walton».

A los dieciséis años conoció a su segundo gran mentor, Dizzy Gillespie, de él aprendió «técnicas aún más avanzadas que mejoraron su habilidad para interpretar intrincadas frases de improvisación». Cuando terminó sus estudios en Washington, se trasladó a Nueva York, donde tocó con Philly Joe Jones y se integró, esta vez sí, a la banda de Blakey.

A los veintitrés años conoció al tercero y más grande de sus mentores, Miles Davis. «Estar con Miles le dio una idea y una tutela sobre ser un melodista, estar en la cima de la música más creativa y llevarla más allá sin concesiones».

A los veinticinco años se integró al quinteto de Tony Williams. «Todo el tiempo que estuvo estudiando y pasando tiempo con Miles Davis llevó a Miles a pedirle a Wallace que tocara con él en el histórico Miles en concierto en Montreux. Esto fue histórico porque era la primera vez que Miles tocaba jazz directo en 30 años. El concierto fue grabado y recibió un Grammy». (Hasta aquí, todas las citas corresponden a la biografía de Wallace Roney que aparece en su web oficial).

Tras la muerte de Miles, Herbie Hancock lo invitó a unirse a su banda VSOP, al lado de Wayne Shorter, Ron Carter y Tony Williams. En 1996, Chick Corea lo integró a su Quinteto Especial. A partir de 1993, lideró sus propias bandas.

«Lo único que puede hacer el músico es ser lo más honesto posible consigo mismo —le dijo a Javier de Cambra en una entrevista publicada en El País—, pero creo que también se olvidan las cosas. Cuando Parker empezó sonaba exactamente igual que Lester Young, el primer Coltrane parecía haberlo sacado todo de Dexter Gordon y las primeras cosas de Miles Davis parecían una copia del estilo de Dizzy Gillespie. Ya se sabe que los críticos van a decir cosas de los músicos y lo que éstos tienen que hacer es seguir y ser honestos. He estudiado los discos y cada uno de los solos, y puedo tocar como Clifford Brown, como Lee Morgan o como Miles Davis, pero quiero que todo lo que toque sea con mi corazón y con las armonías más avanzadas».

En otra entrevista, citada por Ian Carr en Miles Davis. La biografía definitiva, declaró:

«Me gustaría hacer con el estilo de Miles lo que él hizo con el estilo de Dizzy. Cogerlo y convertirlo en algo muy personal; ese sería el mejor homenaje que podría hacerle».

Y lo logró, en la gira de VSOP en homenaje a Miles, le tocó la difícil misión de ocupar el lugar de su maestro, lo desempeñó de manera brillante pero con su propio sonido, con ese estilo personalísimo que lo coloca en las máximas alturas del firmamento del jazz.

Nació el 25 de mayo de 1960, estaba a punto de cumplir sesenta años pero ni siquiera pudo amanecer en abril, ese mes cruel del que habla Eliot, murió, también victimado por el fatídico coronavirus, el 31 de marzo. Nadie le robó a Wallace Roney el mes de abril; un virus le robó a abril un gran jazzista.

 

 

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