La razón por la que el sistema de salud en México empieza a colapsar aún antes de la llegada de la fase 3 de la epidemia de Covid19 es sencillamente porque el Presidente sigue pensando que el virus no es real. Por eso no ha comprado insumos, no se ha abastecido a los hospitales, no se ha contratado a más personal médico, y en general, él mismo continúa realizando sus giras de trabajo con normalidad a pesar de haber tenido contacto con casos positivos.
Los muertos en el mundo se cuentan por miles y los sistemas de salud caen como castillo de naipes; sin embargo, en México el gobierno le sigue apostando al poder del “Sagrado Corazón de Jesús” y no a las indicaciones que a nivel internacional han determinado los médicos, los científicos y hasta la OMS.
La frase insistente de que se ha actuado con oportunidad, que se busca no colapsar la economía y que el gobierno tiene el plan y los recursos suficientes para enfrentar la pandemia, contrastan con la realidad. Los medios documentan casos de personas infectadas que han sido enviadas a sus casas para sobrellevar la enfermedad sin la supervisión de las autoridades sanitarias, en el completo abandono.
En otros casos, simplemente han hecho un diagnóstico distinto –señalando influenza o neumonía atípica-, algo que hasta ahora, el subsecretario de Salud Hugo López-Gatell no ha desmentido pese a la promesa de hacerlo desde el sábado pasado. Nadie quiere contradecir al Presidente.
Tampoco se ha permitido a los hospitales públicos realizar pruebas de diagnóstico sobre Covid19 porque el Presidente tiene el prejuicio de que todo se trata de un montaje y que esto representará un gran negocio para los laboratorios privados. No obstante, su gobierno recibió este martes de las Fundaciones chinas JackMa y la Fundación Alibaba, una donación de 100 mil mascarillas, cinco respiradores y 50 mil kits de prueba para detectar Covid-19.
Hasta el sábado pasado, en el país sólo se habían aplicado 9 mil 841 pruebas para el diagnóstico de esta enfermedad, es decir, la donación de los chinos equivale cinco veces a lo que habíamos hecho hasta el fin de semana.
Este miércoles, en su colaboración para El Financiero, Raymundo Riva Palacio aborda el tema con inusual preocupación y cuenta una historia de cómo la ideología presidencial impidió acciones preventivas más temprano en México, rechazando el ofrecimiento de una prueba para detectar el Covid-19 en cinco minutos, misma que se ha convertido en la quimera del coronavirus. La prueba fue desarrollada por Richard Roberts, premio nobel de medicina en 1993
Riva Palacio relata: Dos días después de iniciar con éxito las pruebas críticas de su dispositivo, sus representantes tocaron las puertas de la Casa Blanca y de la Secretaría de la Salud de México para ofrecerla.
“En nuestro país, se le dijo a su emisario que no estaban interesados. No hicieron una sola pregunta, una sola observación, una sola crítica. Ni siquiera preguntaron lo menos importante, cuánto costaría, porque incluso el laboratorio estaba dispuesto a, prácticamente, regalarle las pruebas al gobierno mexicano. La indiferencia fue total. Ningún gobierno estatal podía siquiera hacer el intento de adquirirla, como lo hizo cuando menos una entidad, porque la Secretaría de Salud les prohibió adquirir pruebas.”
En su relato incluye los diálogos y preocupaciones al interior del gobierno. “Un alto funcionario de la Secretaría de Salud se lo confió a un funcionario en uno de los hospitales públicos: no iban a autorizar su fabricación porque contravenía la política del presidente Andrés Manuel López Obrador, que no quería pruebas en la población, porque no creía que la pandemia fuera real.”
Por las mismas razones, aparentemente, no se adquirieron insumos, dice Riva Palacio. “Un ejemplo fueron las mascarillas de aislamiento N95. Mientras el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, vocero designado para la pandemia, reiteraba que no eran necesarios los cubrebocas, cuando menos ocho gobiernos estaban haciendo pedidos de mascarillas N95 a los fabricantes en Estados Unidos, que producían 500 mil al día cada uno y no se daban abasto.”
“Lo mismo hicieron con respiradores y con medicinas que estaban dando resultado en los países donde se aplicaban. En México, el gobierno estaba en una cosmogonía diferente, metafísica, no científica.”
El gobierno apenas autorizó el viernes pasado la compra de insumos y equipos médicos de manera expedita, en donde pudiera encontrarlos porque en México no los hay. La tardía reacción en equiparse y prepararse para el Covid-19 está directamente asociada con la negación de López Obrador a la realidad de la pandemia y a su resistencia por invertir en servicios de salud.
Cuando los muertos se empiecen a contar por cientos, ni Dios perdonará su arrogancia.
Las del estribo…
1. El gobierno dice que estamos listos para hacer frente a la pandemia, pero los médicos y enfermeras han tenido que comprar su propio equipo de protección. Los pacientes no tendrán respiradores suficientes. Ojalá y el catastrofismo de hoy no se convierta en una visión optimista frente a lo que pase en el futuro. Desear el peor de los escenarios es tan criminal como la omisión de la autoridad.
2. No son los grandes bancos ni las empresas trasnacionales. Quienes hoy piden apoyo al Presidente y al gobierno estatal son los pequeños comercios que han tenido que cerrar y mandar a miles de empleados a sus casas. No han entendido que no se respalda al capital sino al empleo. Cuando pase la pandemia, sólo verán los escombros de la economía.