Tanto como la llegada del Covid-19 a Veracruz, lo que preocupa es la pachorra del titular de la secretaría de Salud Roberto Ramos Alor, que no ha activado los protocolos de prevención para evitar la propagación de la pandemia. Debido a esa pachorra en 2019 se le murieron 40 veracruzanos por dengue y se registraron 10 mil 902 casos de la enfermedad, según el Reporte Epidemiológico de la Secretaría de Salud Federal.
Ramos Alor mandó al diablo los programas de descacharrización y fumigación que se realizaron hasta el 2018, con lo que el Aedes aegypti principal vector del virus, encontró terreno fértil en Veracruz para desarrollarse y propagarse.
Eso sí, en diciembre tuvo la desfachatez de presumir un “ahorro” de 600 millones de pesos en su Secretaría que sirvieron –entre otras cosas, según dijo- para rehabilitar tres elevadores del hospital “Valentín Gómez Farías”.
Si parte de esos millones se hubieran empleado en prevenir el dengue, quizá no se hubieran muerto 40 veracruzanos y el mosco no seguiría viviendo entre nosotros en pleno invierno y en los albores de la primavera. Y es que entre enero y febrero de este año se han registrado diez muertes y hay 499 casos confirmados.
Así se las gasta Ramos Alor y lo mismo sucede con Andrés Manuel López Obrador que anda recorriendo el país más como mesías que como Presidente de la República.
Este fin de semana dijo en Guerrero una falaz barrabasada a integrantes de los pueblos mixteco, afromexicano y tlapaneco. “Tengo fe en que vamos a sacar a nuestro querido México adelante, no nos van a hacer nada los infortunios, las pandemias, nada de eso. Vamos a sacar adelante a nuestro país porque cuando no hay corrupción el presupuesto rinde, alcanza; cuando hay corrupción no alcanza para nada el presupuesto”.
La bronca es que las pandemias y la corrupción no son asuntos de fe.
El Presidente piensa (y así lo ha hecho saber) que por el simple hecho de terciarse la banda tricolor se acabó la corrupción en este país. Pero esa mala hierba tardará decenios en disminuir y siglos en erradicarse; si es que algún día se erradica.
Dueño como es de todos los hilos del poder, debe saber que Veracruz es un estado corrupto porque tiene gobernantes corruptos. Y para muestra los botones de Xalapa, Minatitlán, Coatzacoalcos y Poza Rica que tienen alcaldes corruptos. Además de varios funcionarios (por no decir todos) del gobierno de Cuitláhuac García que también lo son. Eso sin contar, conservadoramente, a dos terceras partes de la actual Legislatura.
Luego entonces, que no diga que las cosas marchan bien en Veracruz porque la mentira también es corrupción.
En el caso del Covid-19 su desdén ha sido hasta temerario y me atrevo a argumentar que piensa que con una palabra suya la pandemia se detendrá en nuestras fronteras y regresará por donde vino.
Y es que no le baja ni cuando sabe que el miércoles había 7 casos confirmados en el país; el jueves 22; el viernes 34; el sábado 41 y ayer domingo 53 con 176 casos sospechosos. Tampoco le baja al saber que de los 192 países que hay en el mundo la pandemia ya llegó a 147; que hay más de 163 mil infectados y que ha causado más de 8 mil muertes y contando.
Tanto Ramos Alor como AMLO, han sido irresponsables en el manejo del Covid-19. El primero por inepto y el segundo porque ya despegó los pies del suelo y anda muy elevado.
La negligencia de ambos ocasionará muertes, muertes que pondrá el pueblo que nada tuvo que ver en el nombramiento de Ramos Alor. Pero que es directamente responsable de haber puesto a Andrés Manuel en el lugar donde se encuentra.