Hace unos años escribí que Iraida Noriega tiene una «voz como de chicle que cambia de forma a cada instante, que hace bombas que al reventarse se adhieren a la nariz, se pegan en rostro como tatuaje indeleble del que ya no podemos desprendernos». Efectivamente, la voz de Iraida tiene tal flexibilidad que lo mismo es capaz de desenvolverse con soltura en los standards de jazz que en el rock, el bolero, el funk y, claro, en sus propias composiciones. Es una cantante tan camaleónica que cuando uno va a un concierto suyo, no sabe exactamente qué es lo que va a presenciar, pero tiene la certeza de que será una gran aventura auditiva. El próximo fin de semana habrá un par de oportunidades de constatarlo pues se plantará al frente de una big band tan elástica como ella, la Tonatiuh Vázquez Jazz Orchestra, agrupación formada el año pasado que en unos cuantos meses de existencia logró su primer registro fonográfico: The Jazz Orchestra, un disco que va del swing tradicional a las piezas más vanguardistas escritas para orquesta de gran formato, y desemboca en la música latina, repertorio que interpreta con la candela y el feeling de una orquesta cubana.

Tres momentos definieron la vida de Tonatiuh Vázquez Vilchis: cuando era niño, su hermano mayor lo instó a que aprendiera a tocar la guitarra, esa experiencia lo condujo a formar una banda de rock cuando estaba en la secundaria y, al terminar la preparatoria, a tomar la decisión de dedicarse a la música. Ese fue su primer gran momento: supo que sería músico profesional.

Vino a Xalapa, se inscribió en la carrera de piano en la Facultad de Música e inició su formación. En sus primeros días en Xalapa escuchó un disco que lo cautivó y lo dejó absorto: Blues a las Once, el álbum con el que se consolidó Jazz entre Tres, el trío comandado por Adolfo Álvarez desde la batería y complementado con el bajista norteamericano Benjamin Willis y el pianista cordobés Édgar Dorantes. Ese sonido enigmático y, en especial, ese pianista le hicieron saber que esa música de la que ignoraba todo, era la que quería tocar. En ese segundo gran momento decidió que sería jazzista.

Decidió cambiar de instrumento y, sin motivo ni antecedente algunos, se pasó al saxofón. Uno o dos semestres después, Édgar Dorantes regresó de Estados Unidos y formó un taller de jazz sin tener la menor idea de que estaba dando los primeros pasos para la formación de una de las mejores escuelas de jazz del país, JazzUV. Del taller surgió una big band, cuando Tonatiuh se sentó en la sección de saxofones, llegó su tercer gran momento: decidió que su vida estaría consagrada a las orquestas de jazz.

De la Facultad de Música pasó a JazzUV, después se fue a estudiar la Licenciatura en Jazz y Música Caribeña en el Conservatorio de Música de Puerto Rico; al terminar se fue a hacer la Maestría en Composición y Arreglos de Jazz en William Paterson University de Nueva Jersey. De regreso a Xalapa, junto con Arturo Caraza, Alejandro Bustos y Jesús Rodríguez Alarcón formó la Xalapa Jazz Orchestra, y el año pasado, su propia agrupación: Tonatiuh Vázquez Jazz Orchestra.

Actualmente, la orquesta está formada por Giovanni Cigui, Adolfo Vivanco, Arodi Martínez, Ricardo Domínguez y el propio Tonatiuh Vázquez en los saxofones. En las trompetas están Remi López, David Cortés, Javier Silos y Juan Lagunes. En los trombones: Edmundo Serrano, Jesús Gutiérrez y Lupita León. Y la sección rítmica está integrada por el pianista Alonso Blanco, el bajista Gerardo Ventura y el baterista Gustavo Bureau.

Interpretarán desde repertorio clásico de la cantante, como el bolero La Puerta, hasta piezas inéditas, algunas de las cuales se estrenarán en ese par de conciertos. Las presentaciones serán el viernes 13 de marzo en la Cervecería Brújula y el sábado 14 en el foro Cauz, ambas iniciarán a las nueve de la noche. Hagan sus reservaciones antes de que sea demasiado tarde.

 

 

 

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