Desde hace 30 años, luego de la fraudulenta elección presidencial de 1988, la cúpula priista se propuso modernizar y reinventar al partido tricolor.
Así fue que la tradicional doctrina partidista del Nacionalismo Revolucionario fue sustituida por la del Liberalismo Social, e inclusive el presidente Carlos Salinas de Gortari pretendió cambiarle hasta las siglas al PRI por las del Partido Nacional Solidaridad, que nada tenía que ver con la federación sindical fundada por el entonces mandatario polaco Lech Walesa, sino con el exitoso Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol) que en 1991, en la elección intermedia del salinato, le permitió al priismo tener «carro completo» al arrasar en los 300 distritos electorales federales del país, facilitándole al salinato sacar un amplio paquete de reformas constitucionales en la Cámara de Diputados.
Sin embargo, el problema de Salinas fue el rechazo de la vieja guardia priista, pues según relató el extinto veracruzano Gustavo Carvajal Moreno, en una reunión privada a la que convocó a todos los ex dirigentes nacionales del partido, fue Lauro Ortega, ex gobernador de Morelos, quien frenó al mandatario al sugerirle –palabras más, palabras menos– que si quería formar él su propio partido que lo hiciera, «pero el PRI déjenoslo a nosotros, señor Presidente».
A Salinas no sólo le impidieron cambiar las siglas partidistas, sino que tampoco lo dejaron poner a su sucesor como todos sus antecesores lo habían hecho hasta entonces. En marzo de 1994 le asesinaron a Luis Donaldo Colosio, su candidato, pues Ernesto Zedillo, quien sustituyó al sonorense, era realmente el alfil del poderoso Joseph Marie Córdoba Montoya, un siniestro economista y político de origen francés con ascendencia española y naturalizado mexicano que en el salinato ejerció un inmenso poder como Jefe de la Oficina de la Presidencia.
Zedillo, a su vez, marcó desde el inicio de su mandato una «sana distancia» con el partido que lo había llevado al poder, entregándole la Presidencia de la República en diciembre del 2000 al panista Vicente Fox, quien encabezó el primer gobierno de la alternancia mexicana.
Dos sexenios después, en 2012, el PRI recuperó la Presidencia de la República con Enrique Peña Nieto, quien junto con la nueva generación de gobernadores priistas incurrió en excesivos actos de corrupción, defraudando la confianza del electorado que le había dado una nueva oportunidad al tricolor, por lo que en 2018 el priismo sufrió su peor debacle electoral.
Ahora, con 91 años a cuestas, el Revolucionario Institucional llegará muy disminuido a la elección federal de 2021, pues según el informe final sobre el procedimiento de revisión, actualización y sistematización de los padrones de afiliados, la Comisión de Prerrogativas y Partidos Políticos del Instituto Nacional Electoral (INE) reportó con corte al 31 de enero de 2020 un total de 1 millón 587 mil 242 militantes priistas, 76 por ciento menos de los que el PRI tenía registrados en enero de 2019.
Si los priistas aprendieron la lección, en el 2021 deberán postular a los mejores hombres y mujeres, cercanos a la gente, honestos y con credibilidad, aunque no sean militantes.
Abrazo solidario a Arturo Reyes
Desde este espacio le expresamos a nuestro colega y amigo Arturo Reyes Isidoro, así como a toda su familia, nuestro más sentido pésame por el lamentable fallecimiento de su señora madre.
Que Dios les conceda pronto su amoroso consuelo por tan lamentable pérdida.