El domingo 9 de este mes un sujeto de 46 años llamado Erick Francisco “N” llegó ebrio a su casa y tras discutir con su mujer Ingrid Escamilla Vargas de 25 años, la mató con una saña inaudita. Lo anterior provocó indignación nacional que creció cuando se difundieron las fotos del cadáver de la joven en medios de comunicación y redes sociales.
El viernes 14 un grupo de aproximadamente 100 mujeres encapuchadas e iracundas, llegó hasta Palacio Nacional a protestar por ese asesinato y los feminicidios ocurridos en prácticamente todos los estados del país.
Mientras las mujeres se manifestaban, AMLO fue sometido a un bombardeo de preguntas relacionadas con el tema hasta que dicen que dijo: “No quiero que los feminicidios opaquen la rifa del avión”. La verdad no escuché la frase, pero si tomamos en cuenta que ya no cuida las formas en sus conferencias mañaneras quizá si la soltó.
El asunto es que estas palabras llegaron a oídos de las manifestantes que se enardecieron y se fueron contra la puerta Mariana a la que quisieron incendiar y al no lograrlo la pintarrajearon lo mismo que las paredes de Palacio Nacional.
Atrapado en una red de preguntas para las que tuvo respuestas cajoneras, AMLO se sacó de la chistera un decálogo aún más cajonero y escrito al carambazo:
1.- Estoy en contra de la violencia. 2.- Se debe de proteger la vida de hombres y de mujeres. 3.- Es una cobardía agredir a la mujer. 4.- El machismo es un anacronismo. 5.- Se tiene que respetar a las mujeres. 6.- No a las agresiones a mujeres. 7.- No a los crímenes de odio contra las mujeres. 8.- Castigo a responsables. 9.- El gobierno que represento se va a ocupar siempre de garantizar la seguridad de las mujeres y 10.- Nuestro compromiso es garantizar la paz y la tranquilidad en México.
No sé cómo puede llamarse decálogo a esa sarta de babosadas que se le pasan a un candidato en campaña, pero no a un presidente en funciones. Como era de esperarse, fue rechazado por las mujeres que calificaron el documento de improvisado, falto de empatía y hasta de misógino.
Lo real más allá de la palabrería insulsa del presidente, es que hasta noviembre del 2018 México tenía una tasa de 3 feminicidios por cada 100 mil habitantes (que ya era alta) y ocupaba el lugar 23 entre los países de América Latina con más casos. Pero ya para noviembre del 2019, ocupó el segundo lugar con más feminicidios cometidos en Latinoamérica con una tasa promedio de 11 diarios.
Aunque suene a lugar común es necesario reiterar que los feminicidios no bajan por la impunidad y el nulo interés del gobierno federal en combatirlos. Quizá el Presidente no dijo que no quiere que los feminicidios opaquen la rifa de avión, pero en los hechos, le importa más la pinche rifa que las mujeres que en estos momentos están siendo maltratadas, humilladas, golpeadas o asesinadas en algún punto del país.
AMLO quiere combatir los feminicidios con retórica populachera en un México donde el año anterior (primero de su gobierno) se registraron más de 3 mil (el mayor número desde que se lleva un registro). Y donde sólo se investiga penalmente el 3% de estos crímenes y las sentencias condenatorias son del 1%.
De seguir como va, esta es una de las bombas que le estallará en la cara más pronto de lo que imagina. El del viernes anterior fue el segundo aviso que le dieron las mujeres.