El concierto del viernes 7 de febrero de la Primera Temporada 2020 de la Orquesta Sinfónica de Xalapa (OSX), mostró el atractivo en la obra de Robert Schumann (1810-1856) en combinación con un trabajo pianístico de Richard Strauss (1864-1949); esto es, dos autores alemanes conjuntados en la temática El sonido del Rin que se dio en la sala de conciertos de Tlaqná, Centro Cultural, de la Universidad Veracruzana.
El público tuvo la oportunidad de apreciar de nueva cuenta el talento del pianista chino (originario de Shanghái) Mei-Ting Su para las dos partituras que integraron la primera parte del programa: Introducción y Allegro appassionato del primer autor citado, y la Burleske del segundo. La parte complementaria fue para la Sinfonía número 3 de Schumann, que conocemos como “Renana”, con dirección del titular artístico de la OSX, Martin Lebel.
Mei-Ting confirmó se mostró firme y seguro, incluso en el encore, con una de las “Cuatro canciones póstumas” de Strauss.
La Burleske de Strauss es una pieza que contiene toda la maestría orquestadora de su autor, quien cuando la escribió (a los 22 años de edad) ya se definía como un experto en este rubro. El destacado protagonismo de los timbales, que abren y cierran la pieza confirma el carácter sarcástico de una obra en que Strauss se había propuesto lograr de un remedo hacia los estilos de Richard Wagner y Johannes Brahms.
Introducción y Allegro appassionato es una partitura breve para piano solista con orquesta, terminada en septiembre de 1849 y estrenada por Clara Wieck, esposa del autor, en la ciudad de Leipzig el 14 de febrero de 1850.
Por lo que respecta a “Renana”, quedó lista a finales de 1850 y fue estrenada en febrero de 1851 en Düsseldorf, bajo la dirección del compositor. Su denominación obedece a la intención de lograr un trabajo optimista y sonriente, colmado de elementos populares y con la finalidad de penetrar rápidamente en el gusto del público.
Schumann mantiene una indudable celebridad por su literatura pianística y, en especial, por sus ciclos de lieder (vocablo alemán para “canciones”) para voz y piano. Esta proyección como “camerista” ha mantenido infravalorada su producción sinfónica, de la que apenas se destacan su Concierto para piano y orquesta en La menor, opus 54, su Concierto para violonchelo y una formidable Concertstück (“Pieza de concierto”) para cuatro cornos y orquesta, obra tan bella como escasamente socorrida.
El aprecio hacia sus creaciones para piano y sus lieder se da en función de una validez intrínseca y su significación estética. Sin embargo, también es conveniente tomar en cuenta que abordó los recursos orquestales cuando se sintió verdaderamente capacitado y que tenía ideas realmente originales para expresarlas mediante la instrumentación sinfónica. Sin duda, ello fue un síntoma de madurez personal y evidencia de la plena conciencia en torno de su capacidad.
El listado en sus sinfonías no guarda estricto orden cronológico, de modo que la número 1 opus 38, conocida como “Primavera”, data de 1841, mientras que la 2 opus 61 es de 1845-1846. La “Renana” con el opus 97, es de 1850. La Cuarta, que tiene el número de opus 120, fue terminada en 1841, aunque revisada en 1851 y después de concluida la que nos ocupa.
UV/Jorge Vázquez Pacheco