«Mi vida es la música. Y de alguna vaga,
misteriosa y subconsciente forma, yo
siempre me he visto impulsado por un
intenso impulso interno que me ha
llevado a, casi compulsivamente, buscar
la perfección en la música, a veces
—es más, casi siempre— a expensas
de todo lo demás en mi vida.»
Stan Getz

Cuando tenía trece años, Stan Getz, que se había iniciado de muy niño en la música con el contrabajo y el fagot, quiso explorar el saxofón. Su padre le compró el instrumento y su madre consiguió un maestro en el Bronx, barrio al que se mudaron desde que Stan tenía cuatro años. Juan Claudio Cifuentes narra la primera experiencia con el maestro Mr. Yvon:

«El primer día, el profesor quitó la boquilla del saxofón, le puso una caña nueva y dándosela al joven Stan le dijo: ‹Toma, sopla›. El chaval obedeció y, como era de esperar, de aquel engendro de silbato salió un horrible chirrido. Mr Yvon se volvió hacia la madre y, categórico, sentenció: ‹Señora Getz, su hijo tiene talento›»

Proféticas resultaron esas palabras, Getz se convirtió en una de las grandes luminarias del jazz de todos los tiempos, Alain Gerber lo colocó en la lista de «los cinco saxofonistas tenores verdaderamente revolucionarios», al lado de Coleman Hawkins, Lester Young, Sony Rollins y John Coltrane.

Su sonido fue determinado en buena medida por la influencia de sus dos grandes referentes: Lester Young y Charlie Parker, de ahí que su voz suave y aterciopelada fuera capaz de evolucionar vertiginosamente, de crecer en velocidad y volumen cuando la pieza lo exigía, sin arrebatos ni pérdida del control del instrumento.

Joachim Berendt lo define como «un improvisador en el sentido de los más grandes improvisadores del jazz; en una palabra, es uno de los más importantes jazzistas de piel blanca. Posee una técnica virtuosística que le permite tocar todo lo producible en el saxofón tenor (…). Stan se dio a conocer principalmente por sus interpretaciones de baladas. Sin embargo, durante los años cincuenta, desarrolló una predilección por tempi de arrasadora velocidad.»

Su debut, a los quince años, en la orquesta de Dick «Stinky» Rogers y su tránsito durante los siguientes cuatro años por nueve orquestas más, prepararon el terreno para la grabación de su primer disco como líder, en el que se hizo acompañar por tres boopers de peso completo: Hanks Jones, Curly Russell y Max Roach.

Tras la grabación se trasladó a la costa oeste y a los veinte años inició la segunda etapa importante su formación cuando entró a la orquesta de mambo de Tony de Carlo, quien, de manera inusitada, alineaba a cuatro saxofonistas tenores: Zoot Sims, Jimmy Giuffre, Herbie Steward y Stan Getz. Logran un gran integración y construyeron un sonido de aires lesterianos con el que cobraron tal relevancia que les valió el nombre The Brothers. Atraído por su sonoridad y su conjunción, Woody Herman los contrató, con excepción de Giuffre.

Con esa orquesta grabó, en 1948, un solo en la pieza Early Autum que hoy es considerado histórico y que fue la plataforma desde la que saltó a la fama mundial con el mote The Sound. Entró en la década de los cincuenta liderando sus propios grupos con colaboradores tan importantes como los pianistas Horace Silver y Al Haig, los bateristas Roy Haynes y Tiny Kahn, y el guitarrista Jimmy Raney.

«Las mejores grabaciones de su carrera son quizá las efectuadas con el guitarrista Jimmy Raney en el Storyville Club de Boston, y en 1954 con el trombonista Bob Brookmeyer durante un concierto en el auditorio Shrine de Los Ángeles», continúa Berendt

A mediados de la década, como tantos, cayó en las garras de las drogas y fue a parar a la cárcel. Cuando fue liberado, se trasladó Suecia para desintoxicarse. En esa época, la drogadicción era considerada delito en los Estados Unidos mientras que en los países escandinavos, mucho más civilizados, era tratada como una enfermedad

Volvió brevemente a su país pero Escandinavia lo había seducido y decidió pasar una temporada ahí, estuvo viviendo entre Suecia y Dinamarca, y tocando por toda Europa durante algunos años. Cuando regresó a los Estados Unidos en 1961 se encontró con la novedad de que el público lo había olvidado y que todo mundo tenía la mirada puesta en una estrella emergente: John Coltrane.

Decidido a recuperar su lugar, se asoció con el guitarrista brasileño Charlie Byrd, con quien publicó, en 1962, el disco Jazz Samba. Ese fue el inicio de un romance con la música brasileña que propició que los reflectores mundiales volvieran a posarse en él, sin embargo, las asociaciones con Luiz Bonfá y Astrud Gilberto le proporcionaron un gran número de adeptos pero también de detractores entre los músicos de ambos estilos. Por un lado, fue desprestigiándose en los círculos jazzísticos por su cada vez mayor aproximación a los circuitos comerciales; por el otro, los brasileños calificaron su música como «falsificadora» y «bastardizadora» de la samba. Al respecto, el propio Berendt opina:

«Tantas veces se ha señalado que Getz fue ‹inspirado› por el bossa nova y que lo debe todo a esta música, que se ha hecho necesario decir que antes hubo una influencia en sentido opuesto: del cool jazz (del cual procede ciertamente Getz) a la samba brasileña. Solo gracias al encuentro entre el cool jazz y la samba se llegó a formar el bossa nova. Así, se cerró el círculo cuando Getz, a su vez, ‹volvió a tomar prestado de los brasileños›, como él mismo lo ha expresado.»

Grande fue el romance del saxofonista con la bossa nova pero su esencia era jazzística, ambiente al que volvió en 1964, cuando grabó con Bill Evans.

En marzo de 1991, ya afectado por un cáncer que se lo llevaría poco tiempo después —el 6 de junio—, hizo sus últimas presentaciones, entre el 3 y el 6 de marzo dio siete conciertos a dúo con Kenny Barron en el Café Montmartre de Copenhague, Dinamarca. Catorce de esos temas fueron publicados unos meses después de su fallecimiento bajo el título People Time. Sobre esas presentaciones, Pachi Tapiz ha escrito:

«Stan Getz era ‹el sonido›, y a pesar de la supuesta dificultad que la enfermedad que le comía por dentro y que se lo llevaría en tan breve tiempo le suponía para tocar el saxofón, su sonido es magnífico, amplio, elegante, cálido y sensual, con esa calidad de terciopelo que se fue con él. Una primera figura plena de facultades. Tampoco es nada desdeñable el trabajo de Kenny Barron. En esta ocasión no fue un simple convidado de piedra. Todo lo contrario, su participación se convirtió en imprescindible para el magnífico resultado final».

Stan Getz nació en Filadelfia el 2 de febrero de 1927, hoy cumple 93 años, celebrémoslo con su música.


https://youtu.be/CyadUDCYCMs

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