El año antepasado comenté en esta columna que el 16 de enero de 2015, muy temprano recibí un mensaje de una amiga en el que me informaba que Aleph Castañeda había fallecido. Mi consternación fue mayúscula no solo por la pérdida, sino porque unos días antes, en su muro de Facebook se informaba que había mejorado lo suficiente para ser dado de alta muy pronto.

Viví ese día como Dios me dio a entender y por la noche fui al velorio. «Estuve en la funeraria —comenté entonces— desde las ocho u ocho y media de la noche hasta cerca de las tres de la madrugada, en todo ese tiempo solo hubo una pausa en la música, el momento en el que el pastor dio su mensaje. El pleno de la comunidad musical xalapeña estaba ahí: jazzistas, soneros, músicos populares, integrantes de la Sinfónica, gente de la Facultad de Música y del ISMEV. Todos mostraban su admiración, su amor y su dolor mediante el mejor de los vínculos que tuvieron con el bajista, tocando y cantando».

En 2016, el encuentro de bajistas Bass en Vivo que promueve Óscar Stagnaro en muchos lugares de Latinoamérica y que acogió, durante tres años, la escuela Escuela Enla/C que dirigen Ángel Luis Guerreo y Smirna Prieto, estuvo dedicado a Aleph. Ángel Luis y Smirna me pidieron que recabara una serie de testimonios para presentarlos en el homenaje que se le haría en la clausura del encuentro. Acudí a Fernando Elías Boullosa, responsable de la productora de video Vena Cava Producciones que dirige la siempre querida Mercedes Boullosa, para poder cumplir con el cometido.

Al tercer día del fallecimiento de Aleph, escribí un par de sonetos, uno de los cuales retomé en la entrega de 2018. Para recordar al ya legendario y siempre extrañado y amado jazzero y jarocho, trovador de veras, vuelvo al soneto de 2018 y a los testimonios de Andrés Dechnik, Lucio Sánchez, Ramón Gutiérrez y Adolfo Álvarez.

Carta a Aleph

¿En un aleph, Aleph, te has convertido?
te pregunté aquella noche fría,
hoy intuyo que sigues todavía
habitando la tierra del sonido.

En un ignoto mundo habrás nacido
y ya celebras un lustro este día
sin vana pena, sin melancolía,
porque sabes que todo lo vivido

ha quedado indeleble en nuestra mente.
Nosotros, entre logros y fracasos,
andamos los caminos del presente

riendo amaneceres, llorando ocasos,
mirando cómo inicias el siguiente
del cúmulo infinito de tus pasos.

 

 

 

 




 

 

VER TAMBIÉN:
Love Supreme for Aleph
Una carta a Aleph Castañeda

 

 

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