La expresión ofensiva y vulgar que tuvo el gobernador morenista de Baja California, Jaime Bonilla, al referirse a los empresarios que se oponen a pagar nuevos impuestos comparándolos con “puercos que chillan porque están atados a un cerco”, es el reflejo del comportamiento del mayor número de funcionarios de los gobiernos surgidos de Morena, comenzando con el propio presidente Andrés Manuel López Obrador, quienes se olvidan que la lucha por los votos ya terminó, que ahora son gobierno, pero no solo para los 30 millones de mexicanos que votaron por ellos sino para los más de 100 millones de habitantes de este país, militantes de todos los partidos políticos o la mayoría sin partido, y que se convirtieron en servidores públicos no enemigos de quienes ellos siguen considerando adversarios políticos a los que hay que denostar, humillar, pisotear, ningunear y hacerles sentir el poder en una especie de resentimiento social que traen por tantos años de saqueo y abusos en que incurrieron los gobiernos emanados del PRI y del PAN. Somos millones de mexicanos los que queremos que las cosas cambien pero para bien, que estábamos deseando que llegaran al poder personas con vocación de servicio y conducta ejemplar, pero nos encontramos con que quienes están al frente de las instituciones en su mayoría son analfabetas funcionales sin experiencia en la administración pública, dispuestos a desquitar su enojo social con quien se les pare enfrente o con quienes ya estaban en las dependencias que les encargaron y, lo peor, dispuestos a enriquecerse de la trampa, la transa, el robo a las arcas, la corrupción y el abuso del poder, peor que como lo hicieron los que les antecedieron. Seguir insistiendo en el insulto, las ofensas contra quienes opinan diferente a ellos, las venganzas sin sustento, dividiendo al país, los llevará inevitablemente a concluir su actuación como funcionarios más pronto de lo que esperaban. O gobiernan para todos con respeto o a la primera de cambio se van.