Ayer, durante la celebración del Día de la Enfermera, el Presidente volvió a referirse al sistema de salud que se ha propuesto implantar en México: gratuito y universal para quienes carecen de seguridad social a través de la derechohabiencia (IMSS e ISSSTE principalmente). Basta visitar cualquier hospital, clínica o centro de salud para darse cuenta que se trata de una utopía.

Con el inicio del año, entró en operación el nuevo Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) que viene a sustituir a lo que se había convertido en la columna vertebral de los servicios de salud en México: el Seguro Popular. Según ha ofrecido el gobierno federal, las personas sin seguridad social recibirán atención médica –incluidos tratamientos y cirugías- así como medicamentos gratuitos sin restricciones, pues ya no necesitarán afiliarse ni pagar cuotas anuales para ser atendidos en las unidades médicas como ocurría anteriormente..

Los beneficiarios del Insabi sólo deberán presentar su credencial del INE, la Clave Única de Registro de Población (CURP) o su acta de nacimiento para recibir los servicios públicos de salud. De hecho, quienes cuenten con póliza de afiliación al Seguro Popular ya no necesitarán presentarla porque ese documento quedó sin efecto a partir del primero de enero, toda vez que la atención se ofrecerá sin restricciones.

Pero en opinión de los especialistas, el robusto sistema de salud morenista ha nacido enfermo. La base legal para crear el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), que sustituye al Seguro Popular, provocará opacidad en el manejo de los recursos y discrecionalidad para elegir a los beneficiarios. No hay requisito alguno –salvo los documentos mencionados- para atender a más de 69 millones de personas sin seguridad social.

Fiel a la naturaleza del nuevo asistencialismo, tampoco hay un padrón de beneficiarios ni queda claro cómo se van a hacer los cálculos de asignación presupuestal cuando se redistribuyan los recursos a las entidades, hayan o no firmado un acuerdo con el gobierno federal. De esta forma, las autoridades manejarán miles de millones de pesos discrecionalmente.

Este año, para el Insabi se proyectó la asignación de 40 mil millones de pesos, dinero proveniente del Fondo de Gastos Catastróficos del Seguro Popular, pero esta fuente de financiamiento no es recurrente, es un fondo que se va a poder usar sólo una vez. De hecho, el Centro de Investigación Económica publicó un documento donde señala que el Insabi podría costar desde 162 mil millones de pesos, en el escenario más conservador, hasta más de 900 mil millones

Por tanto, lo que se está proyectando asignar para 2020 no será suficiente. Se necesitaría cuatro veces ese presupuesto para llegar al escenario más austero y limitado, manteniendo la situación que prevalece en el sector a nivel nacional.

En Veracruz, por ejemplo, no sólo hará falta dinero sino que hay un gran vacío de información. Este lunes, el delegado federal plenipotenciario, Manuel Huerta, presumió que Veracruz será la primera entidad que habrá de operar el nuevo sistema de salud a través del Insabi, gracias a que el gobierno estatal ya firmó con la federación el convenio correspondiente.

Sin embargo, Veracruz no puede ser el primer estado porque se trata de una ley y un organismo federal; al entrar en operación, lo hizo a nivel nacional en los estados que ya firmaron el convenio. Aquí ni siquiera tienen oficinas propias, no hay un proceso formal de registro en los centros hospitalarios y tampoco se ha informado a la población del proceso que debe realizar para recibir los servicios.

Huerta dijo que este programa ya inició pero va avanzando de manera gradual, por lo que se espera que durante este año 2020 todos los ciudadanos se integren a este programa y obtengan el servicio. Pero, ¿Qué debemos entender por gradualidad? ¿El funcionario se habrá querido referir a que la cobertura se ha irá incrementando poco a poco o serán los servicios los que inicien con atención primaria, luego abasto de medicinas y más tarde tratamientos y cirugías?

En todo caso, ya hay una justificación anticipada de que no habrá servicios para todos como se pretende; y no los habrá porque ni siquiera hay un proceso para la contratación de más médicos, más enfermeras o la construcción de mayor infraestructura. Se pretender prestar servicios de salud con lo que hay y lo que hay está colapsado desde hace varios años.

Por eso ayer en Morelos, cuando el Presidente López Obrador aseguró que ya no habrá desabasto de medicinas y que habrá más médicos y enfermeras para atender a los mexicanos, la respuesta de las y los enfermeros fue la misma: un estruendoso abucheo. ¿Acaso ellos tienen otros datos?

Las del estribo…

1.    Aunque el proceso electoral iniciará hasta finales de año, los aspirantes a cargos de elección popular ya andan en abierta campaña. Durante los recientes eventos del Gobernador aparecen diputados federales, locales y miembros del gabinete que buscan colocarse en la boleta electoral, aludiendo que la promoción es parte de sus funciones. La urgencia es porque nadie los conoce, por eso seguirán apostando a la popularidad del Presidente

2.    La agenda legislativa para el último mes del periodo de sesiones viene cargada. Otra vez han enfocado las baterías para destituir de forma definitiva a Jorge Winclker y Marcos Even –quien ayer logró un amparo definitivo contra una orden de aprehensión-. Se pretende discutir también el tema del matrimonio igualitario, uno de tantos que ha dividido a la bancada morenista. Por lo pronto, este jueves regresan a sesión luego de un largo receso decembrino.