Como muchos años atrás, al amanecer de este 1 de enero varios xalapeños esperaron inútilmente desde las seis de la mañana a que abrieran las puertas de la cantina Chico Julio, en el número 56 de la calle Victoria, entre Azueta y Clavijero.
Los parroquianos llegaban a primera hora a este “after” en espera de que los encargados abrieran las puertas, encendieran las luces y comenzaran a servir el “verde”, el “coquito” o la “cañita” sencilla, para curar la cruda o para seguirla un día más.
Ya no fue así. El bar, abierto en 1942 por don Chico Julio, tradición seguida por Julio Chico, dio a conocer a su clientela su decisión de cerrar sus puertas, por lo que el pasado lunes 30 de diciembre, fue su último día.
En redes sociales circuló este texto: “Se comunica a todos los amigos, enemigos y clientes que a partir de hoy 1 de enero de 2020 cierra sus puertas oficialmente. Gracias a todos los amigos existentes y acaecidos por formar parte de nuestra historia y tradición.
“A la sociedad xalapeña en general y a los vecinos en particular una disculpa por las molestias causadas por nuestra existencia, a todas las autoridades municipales de ya varias administraciones el habernos tolerado. A todos, gracias”.
La noticia causó consternación en redes sociales. En la conocida página de Facebook “Gira de bares”, se leen comentarios como estos: “Yo ya había escuchado esos rumores pero no creí que fuera cierto”; “Que triste noticia, por ahí estaremos despidiendo”.
Y más: “Cerrar cantinas es un atentado cultural equivalente a cerrar bibliotecas. Muy lamentable”; “Tanta historia, eso sí es triste” y “Se va un lugar de muchas historias”.
Fueron varias las generaciones de xalapeños de todas las edades, políticos y, según afirman, también algún gobernador en sus años mozos, quienes pasaron por esta cantina que anteriormente abría sus puertas a las cinco de la mañana, cerraba a las tres de la tarde y que se caracterizó por no dejar entrar a mujeres.
Fue en los últimos años que las reglas cambiaron. Abría de las seis de la mañana a las 20:00 horas, y se permitió la entrada de mujeres.
El “Chico Julio” se caracterizó por su apertura. Es decir, allí entraba de todo, no había distinción de clases ni de preferencias de ningún tipo, y los encargados tras la barra siempre dejaban bien claro a la clientela que quien llegaba en busca de problemas era sacado a la calle, por más influyente que fuera, sin permitírsele jamás volver a entrar.
Codo a codo, convivían en la barra, con la bebida tradicional o la cerveza “Victoria” en mano, el estudiante de derecho, el obrero, la trabajadora sexual, el médico, el taxista, el escritor, el desempleado y hasta los periodistas y los aspirantes a políticos.
A las diez de la mañana llegaba el vendedor de antojitos, con sus chiles rellenos que nomás de probarlos te bajaban la cruda de volada, mientras el grupo norteño se daba vuelo con “Pacas de a kilo” y “Jefe de jefes”.
En sus mejores tiempos, sábados y domingos, desde las siete de la mañana, eran los días de mayor afluencia de parroquianos, quienes prácticamente llenaban la barra y las mesas del fondo, conviviendo en camaradería.
Hasta el momento no se ha dado a conocer la razón por la cual cerró este lugar, se habla de que posiblemente abrirá en otro local, sin embargo su recuerdo quedará en la memoria de todos aquellos que pasaron por Xalapa y en alguna ocasión agarraron la parranda con los amigos o en solitario y salieron de allí con nuevos camaradas.
AVC