En 2010, cuando a finales de su mandato el gobernador Fidel Herrera Beltrán propuso al Congreso local el nombramiento de Edel Álvarez Peña como magistrado del Tribunal Superior de Justicia del Estado (TSJE), la única que protestó públicamente por la designación del ex dirigente estatal del PRI y ex alcalde de Coatzacoalcos fue la magistrada Yolanda Cecilia Castañeda Palmeros, quien declaró que «ahora cualquier pendejo ya es magistrado.»

Sin embargo, seis años después, cuando el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares decidió que su amigo Álvarez Peña presidiera el Poder Judicial de Veracruz, el maquiavélico mandatario panista, muy perversamente, hizo que Castañeda Palmeros fuese la que propusiera ante el mini Pleno del TSJE la candidatura de Edel.

Esa vez, Álvarez Peña fue designado por unanimidad de votos ya que –tal como se los habría instruido a los magistrados Yunes Linares en un desayuno privado que todavía como gobernador electo encabezó días antes en un salón de eventos de un conocido restaurante ubicado sobre la avenida Maestros Veracruzanos, de Xalapa– el político sureño fue la única propuesta presentada por Yolanda Cecilia Castañeda, apoyada también por la magistrada Beatriz Rivera Hernández.

Ninguno de los demás integrantes del mini Pleno presentó otra propuesta, por lo que la sesión tuvo una duración de escasos15 minutos.

Por eso, ahora Castañeda Palmeros no tiene calidad moral para descalificar la elección de la magistrada Sofía Martínez Huerta como titular del Poder Judicial del Estado, ya que no fue candidata única y, por lo tanto, no fue impuesta por dedazo como todo mundo suponía que pasaría.

Martínez Huerta contendió precisamente contra Yolanda Cecilia, quien obtuvo tres de los ocho votos de los magistrados que integran el mini Pleno como presidentes de Sala.

Así que la votación la definieron dos magistrados que en vez de elegir a Castañeda Palmeros consideraron mejor opción a Martínez Huerta, pese a que apenas tiene poco más de un mes que junto con otros 12 abogados y jueces fue designada Magistrada por la LXV Legislatura local a propuesta del gobernador Cuitláhuac García.

Sin embargo, en opinión de algunos foros de litigantes y criminólogos, como el que integran en Xalapa los abogados Juan Martínez Sánchez, José Antonio Alemán Hidalgo y José Martín Rivera Martínez, entre otros, la nueva magistrada presidenta no es ninguna improvisada, ya que le reconocen su limpia trayectoria de más de 25 años en el Poder Judicial del Estado, donde se inició como secretaria de Juzgado, pasó a ser Juez Municipal de Primera Instancia, y posteriormente secretaria de la Sala Civil del TSJE.

Quienes presumen de conocerla desde sus orígenes, la definen como una abogada exigente y rigurosa, pero a la vez muy humana y con una vida ejemplar de mujer honesta y austera, madre de dos hijos, con los cuales comparte una amplia pero modesta casa en la calle de Aldama, en el centro histórico de Xalapa, que le fue heredada por sus padres.

Así que no estaría por demás que los jueces y empleados corruptos del Poder Judicial del Estado empiecen a poner sus barbas a remojar, pues este lunes, en su primer discurso como presidenta del TSJE, Martínez Huerta afirmó que “nunca evadiremos la obligación que nos asiste de vigilar y en su caso, investigar y sancionar los casos de corrupción, que se encuentren suficientemente demostrados y ajustaremos nuestros actos a la legalidad y sin permitir, jamás, la actuación arbitraria de quienes formamos parte del Poder Judicial del Estado, por ser los principales obligados a ceñir nuestro actuar a la Ley y comportarnos de manera honesta en todos los actos de nuestra vida”.

Por lo mientras, de entrada, doña Sofía ya hizo historia en Veracruz al ser la primera magistrada que preside el Tribunal Superior de Justicia y el Consejo de la Judicatura.

Ahora está obligada a entregar buenas cuentas para justificar su polémico nombramiento y taparles la boca a quienes la han prejuzgado dándose a la mezquina tarea de descalificarla a priori, que, por cierto, son dos integrantes del TSJE que lamentablemente son de su mismo género, lo que viene a confirmar el trillado dicho de que «el peor enemigo de una mujer… ¡es otra mujer!»