Desde hace tres años Nadège Rochat toca por el mundo con el violonchelo Stradivarius del Vaticano y a unas horas de hacerlo en Tlaqná, Centro Cultural de la Universidad Veracruzana (UV), compartió de su vida, la música clásica, incluso del que ella llama encuentro de dos viejos mundos.

Una de las actividades del primer Festival de Música y Laudería Xalapa 2019 fue el recital de violonchelo Entre el viejo y nuevo mundo, el 21 de noviembre  en Tlaqná, Centro Cultural, cuya singularidad fue que no se trataba de cualquier violonchelo, sino de uno de los ocho instrumentos conocidos del famoso laudero Nicolò Amati, maestro del igualmente legendario Antonio Stradivari.

Todas las referencias al instrumento coinciden en que fue elaborado por Amati entre 1620 y 1650 como viola da gamba, y que su aprendiz Stradivari la tomó y transformó en la pieza que actualmente se conoce como el Stradivarius del Vaticano, pues durante un siglo fue el chelo oficial de la Santa Sede.

Éste es con el que viaja por el mundo, desde hace tres años, Nadège Rochat, en generoso préstamo de la Academia de Arte de Florencia; para ello fue contactada vía Facebook y elegida entre una lista de violonchelistas.

El recital Entre el viejo y nuevo mundo consistió en la Suite número 1 de Johann Sebastian Bach, considerada una de las piezas más importantes y virtuosas escritas para este instrumento; la Suite para violonchelo solo de Gaspar Cassadó, en la que se puede escuchar una serie de influencias españolas. Cerró con Trois strophes sur le nom de Sacher del compositor francés Henri Dutilleux y dedicada al violonchelista soviético Mstislav Rostropovich.

Para la ocasión, Nadège Rochat, de 28 años de edad, viajó por primera ocasión a la capital veracruzana. Más allá del instrumento que toca, en ella en sí hay varias distinciones:

Al ser hija de músicos (su madre profesora de violín y su padre de viola), desde los dos años deseaba tocar un instrumento e insistía para que así fuera; en consecuencia, su papá optó por crearle uno de una cuerda, a manera de entretenerla. A los cuatro años inició sus estudios formales de violonchelo con una tía, posteriormente lo hizo en instituciones europeas y es la fecha en que su vida la dedica a tal instrumento, tocando en una vasta lista de orquestas en el mundo.

Pero aclara que su intención no es el dinero ni el éxito, sino la fuerte idea de compartir. Admitió que en la carrera de un músico hay momentos muy duros y por ello es necesario no perder de vista la razón por la cual se decide estar ahí.

Goza de hablar español de manera fluida, quizá, plantea, porque es nieta (por el lado materno) de un argentino; pero también es un idioma que le gusta mucho y por ese motivo fue de las asignaturas en las que más trabajó en la escuela.

A propósito del título del recital, Entre el viejo y nuevo mundo, en un año en el que aquí festejamos cinco siglos del suceso, ¿cómo vives ese encuentro entre dos mundos?

Es un poco raro hablar del nuevo mundo, en referencia a México, es muy viejo; es el nuevo mundo nada más a la vista de los españoles que llegaron. Entonces, me parece una manera atrasada de ver a este continente, para ser honesta.

Entre Europa y América lo veo más como el encuentro de dos viejos mundos, en realidad. El nuevo mundo, aplicado a la música clásica, es hoy en día, si lo comparamos con el de los compositores: hay que entender lo que pasó en el pasado, especialmente en el de los compositores, y cómo todavía eso es relevante hoy.

¿Crees que la música clásica y las tradicionales son incompatibles?

Yo no veo barrera entre la música clásica y la tradicional. Lo único donde veo una barrera es entre la de calidad y la que no la tiene. Por ejemplo, en mi casa escucho muchísima música tradicional: flamenco, llanera de Venezuela, irlandesa.

Escucho muchísima música popular y de buena calidad. Es igual que la música clásica; no se puede valorar una más que la otra. Además, honestamente, en la música tradicional hay un tesoro de melodías que los compositores clásicos tuvieron que robar, porque su inspiración tenía que venir de algún lugar y la tradicional está más cercana al ser humano, creo yo.

Sin este tesoro de música tradicional, (Robert) Schumann no hubiera escrito nada. La verdad es que es así. (Gaspar) Cassadó se basa en ella, incluso un movimiento se llama Sardana, que es una danza tradicional de Cataluña. Sin esto, no hubiera tenido un punto para empezar a escribir.

La música tradicional tiene muchísimo valor y a mí me parece una fuente para cuando los compositores no saben por dónde empezar y van a buscar sus tesoros.

Además, por ejemplo, en el caso de Paco de Lucía, es un hombre que además fascina a los guitarristas clásicos por su técnica. Entonces, uno puede llegar con la música tradicional a un nivel que es impresionante para todos.

Creo que tiene mucho futuro, porque si alguien toma elementos de la música tradicional y hace clásica con ella, no haría nada diferente a lo que hacía (Johannes) Brahms, en realidad. Es algo que tienen que hacer, especialmente teniendo tanta música tradicional, mucho más que en Alemania.

Se dice que la formación musical a toda persona y a temprana edad contribuye para tener mejores sociedades ¿Estás de acuerdo con tal planteamiento?

Honestamente, no sólo es la música, es la cultura en general. Es entender que hay algo más en la vida, no se trata sólo comer, dormir y tener más dinero para avanzar y llegar lejos.

La cultura es enseñar las razones de estar vivo en este mundo y cuando uno tiene esto en mente, cuida más de la gente de alrededor y tiene más respeto por la vida. Entonces, puede ser la música, pero también la literatura, el deporte. Cualquier cosa que sea cultura ayuda.

Yo tengo dudas, porque en Europa no está todo bien. Sin conocer mucho de México, veo muchos jóvenes interesados por la música clásica, fascinados por ella, y diría que casi más que allá.

En Europa nuestra tradición estuvo vinculada a las familias con dinero y poco a poco se está perdiendo el contacto con la música clásica, sobre todo en las generaciones jóvenes.

Últimamente, lo que veo muy triste, los jóvenes no valoran las cosas para las cuales hay que trabajar. Para tocar bien un instrumento hay que invertir horas y vale la pena, pero hay que hacerlo.

Yo veo una generación de gente que está con el móvil todo el tiempo o con el iPad, en juegos, haciendo cosas fáciles, viendo series y cosas así. Es un fenómeno, creo, global. Eso sí que no es muy positivo para el futuro.

UV/Karina de la Paz Reyes Díaz