El primer informe de labores del gobernador Cuitláhuac García Jiménez ocurrió con la ausencia del “pueblo”, que fue sustituido por la clase política que se dio cita en el Teatro del Estado para escuchar el mensaje del mandatario, que se convirtió en el “aplausómetro” para medir la porra de cada secretario de despacho.
A pesar de autodenominarse un Gobierno para el pueblo, en esta ocasión los ciudadanos de a pie no fueron invitados pero tampoco buscaron hacer acto de presencia con la intención de acompañar al morenista, que durante más de dos horas habló a veces de sus resultados, a veces de las virtudes de sus colaboradores a quienes dedicó más de media hora llamándolos “estrellas”.
A diferencia de lo que ocurre cuando es acompañado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, el cielo grisáceo —que combinaba con el traje Oxford del gobernador— anunció una ceremonia con la lectura de una lista de 10 mil acciones de gobierno que consistieron prácticamente en obras menores como pavimentaciones de calles.
A cambio, los trabajadores de las secretarías, los titulares de despacho y sus familias, le respondieron con ovaciones y con el grito de “Cuitláhuac, Cuitláhuac, Cuitláhuac”, que fue interrumpido por el abrazo eterno con la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero.
Ni una palabra fue mencionada sobre los feminicidios, la crisis de derechos humanos —que él mismo decretó al inicio de su administración— por la desaparición de personas, tampoco mencionó algún logro en agenda ambiental, pues se limitó a señalar que le es difícil comunicarse con la secretaria de Medio Ambiente, María del Rocío Pérez, porque “siempre anda en la sierra sembrando árboles”.
Afuera, apenas dos manifestaciones intentaron llamar la atención del gobernador que no dio su atención ni a estas, ni a nadie, más que al recinto atestado con familiares de los funcionarios y sus subordinados.
Sin salirse del protocolo impuesto por décadas de gobiernos priistas, Cuitláhuac García fue ovacionado en varias ocasiones, como cuando “barrió para atrás” quejándose de las acciones de la administración de Miguel Ángel Yunes Linares y hasta de sus detractores, a quienes culpó por la crisis de desabasto de medicamentos.
O cuando aseguró que en su primer año de Gobierno “se acabó con la corrupción y con los moches”, cuando relató la historia de su secretario de Infraestructura y Obras Públicas, Elio Hernández, a quien presumió por no haber aceptado “un regalo muy caro” por parte de un empresario.
Pero el funcionario que ganó el “aplausómetro” en el que el gobernador convirtió su informe fue el de Educación, Zenyazen Escobar, nombrado casi al final de la lista, pero que de pie recibió los aplausos eufóricos de los presentes.
Incluso, el secretario de Desarrollo Social, Guillermo Fernández Sánchez, recibió aplausos y ovaciones a pesar de que a poco más de un mes de que termine este año no ha podido ejercer ni el 30 por ciento de los recursos etiquetados para este año.
Por eso, este primer informe de labores de Cuitláhuac García será recordado por este concurso improvisado que no favoreció al secretario de Gobierno, Eric Cisneros Burgos, pero también por la falta de autocrítica, la insistencia en culpar al pasado por la falta de resultados y la decisión de hacer a un lado de este informe a los ciudadanos, que llevaron al mandatario a la gubernatura.
AVC/Perla Sandoval