Ese es el grito que lanza la Iglesia católica veracruzana, ante los terribles hechos de violencia que se registran a diario a lo largo y ancho del territorio sin que nada lo detenga, con toda la impunidad. Esto es lo que detona el crimen del diputado local Juan Carlos Molina Palacios, acribillado cuando salía de su rancho a bordo de su camioneta, cuyos asesinos se dieron el lujo de esperarlo dentro de su propiedad para cometer la terrible fechoría. Qué lamentable que Veracruz siga dando la nota negativa en el contexto nacional. Primer lugar en feminicidios, primer lugar en casos de dengue y segundo en número de fallecidos por esta enfermedad; crímenes, secuestros, asaltos a mano armada en las calles de las principales ciudades a la hora que sea, robos en los bancos. Habrá que ver los datos que arroja el INEGI sobre la migración de veracruzanos a otras entidades o el extranjero en los últimos meses que debe ser bastante alta, las familias que han podido huir de este infierno porque cuentan con recursos económicos para hacerlo se han ido, hay ciudades fantasma como Coatzacoalcos donde vivir es un reto. Y a un año de distancia, el gobierno de Cuitláhuac García Jiménez sigue culpando al pasado, al ex fiscal Jorge Winckler y al ex gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, de todas las calamidades, argumento que el ciudadano ya rechaza y lo toma como pretexto para justificar la mediocridad o la falta de capacidad de nuestras autoridades para resolver los más graves problemas. Sabían a lo que le entraban, se supone que traían un proyecto para cambiar el escenario, y resulta que no, que ahora se quejan de que les dejaron un tiradero por donde quiera y que por eso poco se puede hacer para avanzar. Ellos, los funcionarios que hace casi un año tomaron posesión, son los responsables de lo que hoy pasa, si no lo quieren aceptar de esta manera, para qué madres se metieron. ¡No más violencia, no más mediocridad, no más engaño, no más retroceso!